(CNN) — Dana Jones, de 26 años, solía conducir en la hora pico del tránsito, justo en medio del caos diario. “Había tanta gente afuera”, dice Jones. “Te enojas porque nadie te deja pasar, nadie conserva su derecha. Es simplemente molesto”.
El estrés de esperar en el tránsito puede intensificarse si tienes prisa, lo que te hace sentir frustrado y ansioso. Si tratas de distraerte con tus smartphone, puedes poner en riesgo a los otros conductores.
La ira al volante: un “círculo vicioso emocional”
En un embotellamiento, LeeAnne Minnick se formó en la lateral para incorporarse a una vía rápida. Cuando llegó una ambulancia, toda la fila de autos se hizo a un lado para dejarla pasar, y de repente, otro conductor se coló detrás de la ambulancia, aprovechándose de que los autos habían hecho espacio. “Me encolerizó”, dice Minnick. “De inmediato tuve un ataque de ira”.
Eso ocurrió hace un par de meses, y Minnick aún suena irritada cuando lo relata. Es fácil perderse en un ciclo de emociones cuando estás hablando contigo mismo y refunfuñando por el tráfico, dice Leon James, profesor de Psicología en la Universidad de Hawaii y coautor del libro: La ira al volante y la conducción agresiva
James dice que “la impaciencia puede transformarse en resentimiento e ira si no se maneja desde un principio”. Desde el asiento trasero, los niños escuchan las maldiciones de sus padres hacia los otros conductores y sus quejas sobre las pocas habilidades de los demás al volante. Los niños aprenden la cultura del manejo agresivo, dice.
“Lo usamos como una oportunidad para perder el respeto a todo y decir malas palabras que nos horrorizaría decir en cualquier otro lugar”.
El estrés: cuando conducir mata lentamente
Las situaciones de tráfico pueden desencadenar nuestros instintos básicos de supervivencia, como protegernos de las amenazas.
La “disposición agresiva, combativa y competitiva al conducir” podría estar relacionada con nuestro pasado evolutivo, pero también con la enfermedad cardiovascular, dice David Strayer, profesor de Psicología en la Universidad de Utah.
En un experimento realizado por Strayer, las personas conducían en un simulador creyendo que iban tarde a una reunión y había un incentivo económico para llegar antes que otras personas. Uno de los grupos condujo en tráfico denso y otro en condiciones más relajadas. A algunas personas se les dijo que tenían un límite de tiempo.
Los hombres conducían más agresivamente que las mujeres, y ambos sexos mostraban presión sanguínea alta cuando estaban presionados.
“En los estudios de simulación que hemos efectuado, de hecho empiezan a embestir a los autos, los hacen volcar y les tocan el claxon”, dice Strayer. “Es sólo una computadora, ¡una simulación por computadora!”.
El estrés prolongado incrementa el riesgo de enfermedad cardiovascular, dice, y los datos recientes no pintan un escenario favorable para quienes hacen trayectos frecuentes en auto.
En un estudio efectuado en 2012 y publicado en el American Journal of Preventive Medicine se descubrió que entre más lejos viaja la gente a bordo de un vehículo, es más probable que su presión sanguínea y su índice de masa corporal aumenten. Asimismo, entre más largo sea el trayecto, es menos probable que esa persona realice actividad física.
“Tal vez sería más conveniente decir: ‘Encenderé la radio en una estación agradable e intentaré relajarme durante los 30 o 40 minutos en vez de tratar agresivamente de llegar a casa y de golpear a todos”, dice Strayer.
Los distractores: cuando conducir mata rápido
La gente se aburre cuando tiene que manejar por un periodo prolongado. Quieren que pase algo más mientras miran a los autos arrastrarse a su alrededor. No obstante, algunas formas de entretenerse son mucho más peligrosas que otras.
Strayer y sus colegas usaron un simulador de conducción para estudiar qué tanto puede distraer la tecnología a bordo de un auto. En 2008, su grupo publicó un estudio en el Journal of Experimental Psychology. Se concluyó que las personas cometieron más errores al conducir mientras hablaban por celular que cuando conversaban con otro pasajero.
El impacto de tales errores es mayor de lo que podrías imaginar. Los investigadores mostraron en un estudio realizado en 2006 que hablar por celular afecta a la conducción tanto como tener un porcentaje de alcohol en sangre de 0.08, que es el límite legal en Estados Unidos.
Cerca de una de cada tres muertes en las calles pueden relacionarse con alguna clase de distractor; Strayer dice que en algunos cálculos esta cifra es mayor.
Las distracciones que tengas en tu auto también frenarán a los demás, dice Strayer. Un modelo computarizado muestra que si un auto no mantiene el paso del tráfico, el número de vehículos por carril por hora disminuye, ya que cada vez son más los conductores distraídos. Eso puede sumar minutos preciosos al ya de por sí largo trayecto del que te quejas.
Otro problema es que después de un trayecto pesado, la gente tiende a aferrarse, dice James. Entran a la oficina y se quejan de sus experiencias, lo que propicia largas conversaciones sobre el terrible tráfico. En el momento puede sentirse bien desahogarse, pero eso refuerza las emociones para el próximo trayecto, dice.
James propone una solución: vigila tus emociones en el tráfico. Puedes intentar llevar un diario de cómo te sientes cada día después del trayecto, o simplemente tomar una nota mental de tu estado de ánimo. ¿Cuáles son los sentimientos negativos que tienes mientras estás en el camino? ¿Están justificados?
Eso te permite darte cuenta de si tus emociones negativas son desproporcionadas. James recomienda que te preguntes: ¿Soy la clase de persona que piensa estas cosas de la gente? ¿Es ésta la clase de persona que quiero ser?