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(CNN) — Una joven mujer de Sri Lanka fue decapitada con una espada en un pequeño pueblo de Arabia Saudita, a miles de kilómetros de la jungla y las playas idílicas del país donde creció.

Rizana Nafeek llegó a Arabia Saudita en 2005 y este jueves las autoridades la ejecutaron en Dawadmi, a unos 200 kilómetros al oeste de la capital saudí, Riad, acusada de matar al hijo de cuatro meses de su empleador.

Pasó sus primeras semanas en Arabia Saudita buscando trabajo como trabajadora doméstica para ganar dinero y apoyar a sus familiares en casa, quienes fueron desplazados por el masivo tsunami ocurrido en el Océano Indico un año antes.

Nafeek pasó los siguientes siete años en cárceles de Arabia Saudita luego de que fue acusada y encontrada culpable de matar al hijo de cuatro meses de su empleador.

La familia afirmó que ella estranguló al niño, Kayed bin Nayef bin Jazyan al-Otaibi, luego de que le pidieron darle el biberón. Nafeek afirmaba que el infante accidentalmente se ahogó con la leche.

Entonces ella se encontró con un sistema legal saudí nada familiar, hostil, e injusto, según grupos de defensa de derechos humanos.

En casos donde la pena de muerte es posible, “a los acusados rara vez se les permite que los represente formalmente un abogado y en muchos casos no se les informa sobre el progreso de los procedimientos legales contra ellos”, según Amnistía Internacional.

Grupos de derechos humanos y el gobierno de Sri Lanka buscaron que las autoridades de Arabia Saudita la liberaran, o que al menos mostraran algo de clemencia en su complicado caso.

Argumentaron que las cortes no tomaron en cuenta el certificado de nacimiento de Nafeek, que mostró que tenía solo 17 años cuando ocurrió la muerte del bebé en 2005, lo que la hacía demasiado joven para ser condenada a muerte bajo la ley internacional.

El pasaporte que ella utilizó para entrar al país, que mostraba que tenía 23 años, había sido falsificado.

Además, no tuvo acceso a abogados durante sus primeros interrogatorios, durante los cuales ella dijo que fue atacada y forzada a firmar una confesión, según grupos de derechos humanos.

Poco antes del fin, los grupos apuntaron que la familia del niño muerto aún podría darle el perdón a Nafeek o solicitar una compensación, pero esos argumentos y otros, así como numerosas visitas de ministros de Sri Lanka y familiares, no fueron escuchados por las autoridades saudís.

El ministerio del Interior anunció que la ejecución comenzó con un verso del Corán, de acuerdo con la agencia oficial saudí SPA. “Para ustedes que creen. La ley de igualdad es prescrita a ustedes en caso de asesinato”.

La pena de muerte para Nafeek que aprobada por la Corte Suprema, según la agencia y se realizó luego de que la más alta corte emitió una orden.

El gobierno de Sri Lanka y grupos de derechos humanos han criticado duramente a Arabia Saudita por la decapitación de Nafeek.

Muestra “una vez más que están fuera de paso con sus obligaciones internacionales con respecto al uso de la pena de muerte”, dijo Philip Luther, director del programa para el Medio Oriente y el Norte de África de Amnistía Internacional.

El presidente de Sri Lanka, Mahinda Rajapaksa, que hizo pedidos personales por clemencia en el caso de Nafeek, dijo que su gobierno deplora la decisión de ir adelante con la ejecución. Legisladores en el parlamento de Sri Lanka guardaron un minuto de silencio este miércoles.

Pero su caso parecer estar lejos de ser el único.

Muchas personas han sido ejecutadas en Arabia Saudita en años recientes, muchos de ellos extranjeros, de acuerdo con Amnistía Internacional, la mayoría “trabajadores migrantes de países pobres o en desarrollo”.

En 2012, Amnistía informó que registró 79 ejecuciones en el país, 27 de ellas de extranjeros.

Arabia Saudita también tiene una historia de sentenciar a la pena de muerte a gente que cometió crímenes cuando eran menores, de acuerdo con Human Rights Watch.

“Rizana era una menor cuando ocurrió la muerte del bebé y no tuvo abogado para defenderla ni tampoco un intérprete competente”, afirmó Nisha Varia, investigadora de derechos humanos de Human Rights Watch. “Arabia Saudita debe de reconocer, como el resto del mundo lo ha hecho desde hace mucho, que ningún menor de edad debe de ser ejecutado”.

Jethro Mullen reportó desde Hong Kong. Salma Abdelaziz y Saad Abedine en Atlanta y el periodista Iqbal Athas en Colombo, Sri Lanka, contribuyeron con este reporte.