Escombros y vehículos destrozados son vistos en el lugar de explosión de una bomba en Quetta.

Por Shaan Khan, CNN

ISLAMABAD, Pakistán (CNN) – Miembros de la comunidad chií en Quetta, Pakistán, protestan por la muerte de 97 personas tras las explosiones la semana pasada poniendo los cuerpos de las víctimas en las principales intersecciones viales de la ciudad, dijo la policía el domingo.

Los chíes locales también se rehusaron a enterrar a las víctimas, dijo el oficial de policía Wazir Khan Nasir, después de una serie de explosiones de bombas el jueves.

Los familiares de los fallecidos se han sentado junto a los cadáveres en medio de las bajas temperaturas durante los últimos tres días.

No enterrar a los muertos inmediatamente después del fallecimiento es un tabú en el Islam. El alma de un cuerpo no es considerada en paz hasta que el cuerpo está bajo tierra.

Quetta es la capital de la provincia de Baluchistán, un área frecuentemente muy violenta. Además de los ataques sectarios a los chiíes, se cree que varios grupos insurgentes fomentan los disturbios, como el separatista Ejército de Liberación de Baluchistán y el talibán pakistaní.

Aunque Baluchistán es la provincia más grande de Pakistán geográficamente, los analistas y algunos locales han criticado al gobierno federal por descuidarla, llevándola a la inestabilidad.

La comunidad chií ha pedido en repetidas ocasiones más protección, pero ha sido en vano.

La serie de ataques de la semana pasada fue la más mortal hasta ahora contra la minoritaria comunidad chií, que ha sido objeto de ataques en el pasado de parte de grupos como Lashkar-e-Jhangvi, un vetado grupo militante suní.

Las explosiones con mayor número de fatalidades fueron dos ataque suicidas en un barrio predominantemente chií conocido como Alamdar Road.

Una de las explosiones llevó a la policía, a socorristas y a periodistas al lugar. Pronto siguió otra explosión –detonada por un hombre entado en un coche con más de 100 kilogramos de explosivos- que afectó a muchos de los que respondían al ataque inicial.

Las dos explosiones, descritas por la policía como uno de los peores ataques contra la minoría chií, mataron a 85 personas y dejaron 150 heridas.

Lashkar-e-Jhangvi se adjudicó la responsabilidad por el ataque.

Los chiíes, una secta minoritaria en el mayoritariamente suní Pakistán, enfrenta la persecución de extremistas. El mes pasado, más de 20 peregrinos chiíes fueron asesinados cuando un coche-bomba fue detonado cerca de los autobuses en que se transportaban.

Mir Zubair Mehmood, policía de Quetta, dijo que los ataques de Alamdar responden a diferencias sectarias entre suníes y chiíes.

Otra explosión en Quetta el jueves se produjo en un punto de control en un mercado, dijeron las autoridades. Una bomba puesta en un coche detonó mientras las fuerzas de seguridad entraban al área, matando a 12 personas e hiriendo a 45, según Nasir, vocero de la policía. Nasir culpó a los insurgentes baluchis por el ataque.

Una cuarta bomba explotó junto a la vía que conduce al aeropuerto de la ciudad, hiriendo a tres personas.

El primer ministro Raja Pervez Ashraf condenó los ataques en Quetta.

“El primer ministro, al tiempo que expresó sus condolencias a las familias, reiteró la determinación del gobierno de acabar con la amenaza del terrorismo y la militancia en país en todas sus formas y manifestaciones”, dijo un comunicado de su oficina.