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(CNN) — Las siempre crecientes tarifas sobre el equipaje, los escaneos de cuerpo completo, las demoras no previstas: todo esto es parte, lamentablemente, de la mecánica de viajar.

Sin embargo, algunos viajeros son recompensados con un recuerdo que dura toda la vida y que bien vale la pena el estrés del aeropuerto.

La exazafta Beverlie Nichols sabe que es más importante el camino que el destino.

Dos días antes de San Valentín de 2011, Nichols estaba volando hacia el Aeropuerto Internacional de Portland, en Maine, cuando un lavadero descompuesto la llevó hacia un tórrido romance.

Una vez que el avión aterrizó, un agente entró a reparar el desperfecto. Conforme los pasajeros abordaban la nave para regresar a Washington, el agente y Nichols entablaron una amena conversación al final del puente de abordarje.

Esa noche, cuando Nichols regresó a su casa encontró que tenía una solicitud de amistad en su perfil de Facebook de alguien cuyo nombre no pudo reconocer.

“Después de rechazar la solicitud, algo me decía que debía ver quién era él y averiguar por qué me había mandado la solicitud. Después de mirar sus fotografías lo reconocí. Era el agente”, dijo Nichols.

Después de aceptar la solicitud de amistad, ambos empezaron a mandarse mensajes; a la siguiente semana que Nichols tenía planeado viajar y quedarse una noche en Portland, ella y su nuevo amigo de Facebook, Jon Lee, decidieron cenar juntos.

Nichols recientemente se había divorciado y “estaba haciendo de todo menos buscando una relación”. Lee recientemente también había sufrido una decepción amorosa y no había tenido una relación seria con nadie desde entonces.

“Cuando nos conocimos, y aunque sabíamos que nos estábamos enamorando rápidamente el uno del otro, continuábamos diciendo ‘no estoy buscando nada serio en este momento, pero podemos ser amigos y ver a dónde nos lleva eso’”, comentó Nichols.

La duda que había en ambos para abrirse completamente no detuvo la creciente chispa hasta que se convirtió en una llama. Pronto pasaban de cuatro a seis días juntos. Nichols trataba de que le asignaran la mayor cantidad de viajes a Portland, mientras que Lee viajaba a Washington para visitarla en sus días libres.

Menos de seis meses después la pareja ya se había comprometido. Beverlie Nichols es ahora Beverlie Lee, y la pareja ahora cuida a los dos hijos de ella en Maine, Estados Unidos, el lugar dónde hicieron su primera conexión.

Todo comenzó en un bar

Nora Plunkett no estaba buscando el amor, pero el amor la encontró a ella.

Plunkett de 34 años conoció a su marido, John Dudley, en el bar de un aeropuerto después de un turbulento fin de semana en San Diego con un hombre de su pasado.

“Recientemente me había reencontrado con esta persona de mi pasado, pero era claro que no iba a funcionar. No había tenido tiempo de pensar en conocer siquiera a alguien nuevo”.

En el bar, Plunkett intentaba llamar a su hermana para contarle los terribles eventos del fin de semana, pero no podía conseguir señal. Mientras tanto, Dudley se mantenía atento e ideando la manera de comenzar una conversación con ella. Cuando Plunkett apartó la mirada de su teléfono para ver un juego que transmitían por la televisión del bar, Dudley conectó una gran jugada.

Tuvieron la oportunidad de continuar su conversación y sentarse juntos en el vuelo que los llevaría de San Diego a Chicago gracias a la política de asientos libres que ofrece la aerolínea Southwest.

En el camino a recoger su equipaje, Dudley la invitó a salir en una cita. La pareja ahora está casada y recientemente tuvo a su primer hijo.

“Cuando nos conocimos, vivíamos a 10 minutos el uno del otro en Chicago, pero no fue hasta que estuvimos a miles de kilómetros de distancia de nuestras casas que nos conocimos”, dijo Plunkett.

“Realmente me siento afortunada, y sí creo en el destino. El hermano de John había fallecido casi un año antes de la fecha en la que nos conocimos. Me gusta pensar que él estaba cuidando de su hermano menor y estaba acomodando todas las piezas para que pudiéramos conocernos”, dijo.

Una mujer en una misión

A diferencia de Nichols y Plunkett, Holly Lutz se encontraba en búsqueda del amor.

Lutz había reservado un viaje para ir al Club Med Turquesa, un hotel que solo admite adultos en las islas Turcas y Caicos, en 1988. Irónicamente conoció al amor de su vida antes de llegar a su destino.

“Digamos que intencionalmente me fui sola. En ese entonces le dije a mi mamá que iba en búsqueda de un esposo como si se tratara de un trabajo divertido. Esto sucedió después que me divorcié, y en ese entonces tenía 28 años”, dijo.

Y exactamente eso fue lo que hizo: encontrar un nuevo esposo.

Ella y su actual esposo, Ray Xerri, conversaron en el aeropuerto y descubrieron que se dirigían al mismo destino, pero habían reservado diferentes vuelos. Cuando el vuelo de Ray se demoró, cambiaron su vuelo al de Holly.

El avión despegó, pero el tráfico aéreo cambió la ruta de su cortejo. El avión tuvo que regresar a medio vuelo. Ray terminó en su vuelo original mientras que una decepcionada Holly esperó esa noche en el aeropuerto internacional John F. Kennedy de Nueva York para alcanzar un vuelo la mañana siguiente.

“Llegué un día después que él. Tenía una gran sonrisa dibujada en el rostro mientras me acercaba hacia donde él estaba sentado”, dijo la ahora señora Xerri.

El 29 de mayo celebraron su aniversario de bodas número 23.

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