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(CNN) - Han pasado más de dos años del tsunami que azotó Japón, el viernes 11 de marzo de 2011. Justo el tiempo que ha tardado una pequeña barca de pesca japonesa en recorrer a la deriva los 5.000 km que separan a Japón de Long-Beach. En esta embarcación de pesca, de 20 pies de largo, que llegó a la orilla el mes pasado, cerca de Long-Beach, en Washington, los investigadores hicieron un descubrimiento sorprendente: cinco peces tropicales vivos y en buen estado.

Los cinco polizones, de la especie perca loro japonesa rayada (Oplegnathus fasciatus), también conocido como dorada japonesa, son nativas de aguas más cálidas cerca de Japón, China y la península coreana, y tenían el tamaño aproximadamente de la palma de una mano. Habían sobrevivido en un lugar protegido en la parte posterior de la embarcación.
Un bidón de 20 ó 30 galones situado en la popa del barco perdió su tapa, y cuando la embarcación empezó su viaje a la deriva por el océano, quedó totalmente sumergida, explicó Allen Pleus, un científico del Departamento de Pesca y Vida salvaje de Washington. Esto “creó una especie de cueva en la que podían entrar y salir”, explicó Pleus.
Pleus explicó además que la mayoría de los desechos en el océano atraen a los peces, por lo que no es de extrañar que estos peces encontraran un hogar entre los escombros. Lo realmente sorprendente es que sobrevivieran a un viaje de casi 5.000 kilómetros.
“Es muy raro que te toque ver algo como esto”, dijo Pleus. “Obviamente, los peces son muy robustos y es algo que estamos aprendiendo en muchas de las especies que estudiamos”.
Cuando los investigadores exploraron por primera vez el barco, vieron solo a uno de los peces en el tanque de retención. Lo recogieron en un cubo y lo llevaron al Long Beach City Hall.
Alguien en el Ayuntamiento llamó el Acuario de Seaside, en Seaside, Oregon, para que acudieran a por él. Fue entonces cuando otros trabajadores del departamento de Pesca y Vida Silvestre encontraron tres peces más en el agua turbia del tanque. Finalmente el barco fue remolcado a un astillero estatal, donde apareció el quinto ejemplar.
El pez que fue trasladado al acuario, y que todavía permanece con vida, continuará allí su vida. El Gerente General Keith Chandler afirma que pasará a formar parte de los animales de exhibición desde el mismo sábado.
“Es un pez precioso, y me pregunto si hay más por ahí”, dijo.
Los otros cuatro tendrán el honor de contribuir a la investigación en la Universidad Estatal de Oregón, donde los investigadores los diseccionarán para descubrir su verdadera edad y de qué se han estado alimentando todo este tiempo.
Las anémonas marinas, vieiras, cangrejos, lombrices, y pepinos de mar, que dieron un paseo en el mismo barco también serán objeto de estudio.