Christopher Boyce (izq.) estuvo 40 años en la cárcel por es espionaje, y ahora dice sentir lástima por Snowden.

Nota del editor: El espía convicto Christopher Boyce fue enviado a prisión por 40 años por el delito de espionaje después de vender secretos de Estados Unidos a la Unión Soviética. En 1985, su historia se convirtió en una película de Hollywood —The Falcon and the Snowman (El juego del halcón)— protagonizada por Sean Penn y Timothy Hutton. Quedó libre en 2003 y actualmente trabaja en sus memorias, The Falcon and The Snowman: American Sons.

(CNN) — Sentado a solas en una habitación de hotel, sin la posibilidad de contactar a amigos o familiares, o incluso caminar por las abarrotadas calles de Hong Kong sin mirar por encima del hombro, hay muy pocas personas que pueden presumir de conocer el miedo y el aislamiento que Edward Snowden está viviendo.

Sin embargo, un hombre está mejor calificado que la mayoría.

El exespía, traidor prófugo y convicto, Christopher Boyce vendió secretos de Estados Unidos a la antigua Unión Soviética y esquivó a las autoridades estadounidenses por casi dos años antes de su detención en 1977, cuando tenía solo 22 años de edad.

Joven, idealista e impulsado por una mezcla de convicción política y la emoción de estar fuera de la ley, Boyce finalmente recibió una condena de 40 años por espionaje. En 1980, se escapó de la Penitenciaría Federal de Lompoc, California y, mientras huía, hizo una serie de robos bancarios en Idaho y Washington, delitos por los que dice que lleva un mayor peso de remordimiento que por los de espionaje.

Quedó en libertad condicional en 2003 después de cumplir 25 años. Actualmente Boyce vive en la costa oeste de Estados Unidos y trabaja en sus memorias, The Falcon and The Snowman: American Sons, prevista para el lanzamiento este año.

En ellas explica cómo, en 1974, el hijo de un respetado exagente del FBI consigue un trabajo en la industria aeroespacial y de defensa para la firma TRW en el sur de California, donde ve cables de la Agencia Central de Inteligencia (CIA, por sus siglas en inglés) que supuestamente tratan de desestabilizar al gobierno australiano, entonces dirigido por el gobierno de centro-izquierda de Gough Whitlam.

El gobierno de Whitlam fue famoso y polémicamente depuesto en 1975 en lo que algunos argumentan como un golpe de estado constitucional. El entonces gobernador general, representante de la reina británica en Australia, sir John Kerr, —que ocupaba una oficina en gran medida ceremonial—, invocó poderes de reserva de la reina que rara vez se utilizan para despedir a un gobierno democráticamente elegido para resolver una crisis política de larga data en el país.

Según relatos de Boyce, en los círculos de la CIA al gobernador general se le llamaba como “nuestro hombre, Kerr”.

Sólo unos años antes, Australia había sido un aliado clave de Estados Unidos en la guerra de Vietnam y el gobierno de Whitlam ya había enfurecido a Washington por el retiro de las tropas australianas a pocas horas de asumir el cargo en 1972.

En 1975, el gobierno de Whitlam hizo preguntas incómodas sobre las instalaciones militares clave de Estados Unidos con sede en Australia, y Boyce sostiene que la CIA tenía en la mira al gobierno de Whitlam.

Horrorizado por la idea de que los servicios secretos estadounidenses usarían sus poderes de vigilancia y su influencia secreta para derrocar al gobierno de un aliado de Estados unidos, Boyce se asoció con un amigo de la infancia, —Andrew Daulton Lee—, y se embarcó en un viaje que hace de la Guerra Fría uno de los temas de espionaje más infames de la historia.

El lento descenso de los dos antiguos monaguillos en un mundo de desconfianza, locura y frío aislamiento se convirtió en un éxito de Hollywood para Sean Penn y Timothy Hutton, quienes protagonizaron la película de The Falcon and The Snowman en 1985.

A 35 años de su incursión malograda en el espionaje y la decisión de Snowden para revelar los planes de vigilancia secreta de la Agencia Nacional de Seguridad (NSA, por sus siglas en inglés), Boyce dijo a CNN que tiene una buena idea de lo que Snowden podría estar pasando.

“Lo siento por el chico, y por lo que será de su vida. Me da lástima”, expresó Boyce.

“Se metió en un mundo de dolor, para el resto de su vida. Siento pena por él. Irá por la vida sin poder confiar en nadie. Y creo que, al final, va a terminar mal de una manera u otra, le pondrán las manos encima. Pagará por esto. Está condenado”.

Boyce ha dado un puñado de entrevistas desde su detención en 1977, y para esta con CNN contó sobre sus propias motivaciones hace tres décadas y lo que probablemente Snowden está enfrentando psicológicamente ahora que se enfrenta al servicio secreto más poderoso del mundo.

CNN: ¿Cuándo ve a Snowden en la televisión, reconoce inmediatamente su situación?

Christopher Boyce: La principal diferencia entre Snowden y yo, es que yo no salí en público con mi información. Además, mis motivos eran diferentes. Había jurado venganza. Sin duda, fueron un momento y lugar muy diferentes. Hasta ese momento de mi vida, mi opinión del gobierno federal (Estados Unidos) fue que sólo había empeorado.

Yo crecí en una época diferente, viendo el asesinato de Kennedy, observando los disturbios raciales en la televisión, y viendo al gobierno de Estados Unidos en la guerra de Vietnam , que era para mí lo más idiota, estúpido y mal ejercicio del poder de mi país.

Fui a trabajar como contratista para la NSA, como lo hizo Snowden, y lo que descubrí en los twixes (mensajes de télex que fueron enviados de ida y vuelta desde lugares sede de la CIA y otras base de la agencia en Australia) demostró que estábamos minando el gobierno de Australia, un país aliado.

No sé si Snowden ve al gobierno de Estados Unidos de la misma manera que yo lo hice, tal vez sí. Él descubrió cosas y las hizo públicas que, para mí, las hace sonar como si fueran ilegales. Cosas que muestran que la NSA y la CIA están mintiendo al Congreso. Tal vez en cierto modo es similar. Pero lo que Snowden ha hecho es muy diferente. Mi objetivo era hacer daño al gobierno de Estados Unidos. Supongo que él está haciendo eso, pero de una manera pública. Sin embargo, no está tan turbio tanto como yo.

CNN: A la luz de su situación, ¿qué cree que podría estar pasando?

Boyce: Creo que tiene miedo a la muerte. Creo que cada persona que ve, se pregunta si esa es la persona que irá por él. Es probable que esté preocupado de que hay un gran grupo de personas en Washington, DC, tratando de llegar de alguna forma hacia él, tomar el control sobre él, para encerrarlo el resto de su vida.

No sé si tiene un acuerdo con el gobierno chino. Si no lo tiene, quizá esté preocupado de que los chinos puedan deportarlo a Estados Unidos para obtener alguna concesión a cambio. Yo estaría aterrado de eso, si yo fuera él. ¿Quién confiaría en el gobierno chino? Está totalmente vulnerable y sabe que hay un montón de gente que realmente quiere hacerle daño ahora. Si yo fuera él, me gustaría en este punto reconsiderar tod. Me preguntaría “¿qué he hecho? ¿Qué he hecho caer sobre mi cabeza? ¿Hice realmente eso?”.

El hecho es que nunca se puede volver a casa.

Él está totalmente separado de todo lo que ha conocido, desde su familia. Siempre será un fugitivo, hasta que lo capturen. Y finalmente lo harán. Nunca verá a su familia a menos que vayan a él. Y si lo encuentran, ya no estará en la clandestinidad. La única manera que puede ocultarse verdaderamente es abandonar todo su pasado, su vida entera.

Cuando se dé cuenta de eso, ser atormentará por la depresión. Me imagino que sus niveles de estrés están en un punto en el que podrían enfermarlo físicamente. Estoy seguro de que todo lo corroe. Y está aislado. Si yo fuera él, me arrimaría a un par de reporteros de confianza. Tiene un montón de enemigos. Toda la comunidad de inteligencia de Estados Unidos está detrás de él, incluyendo a todos sus aliados. Yo desde luego no confiaría en el gobierno chino, si yo fuera él.

CNN: ¿En qué momento, en su caso, se da cuenta de que no había vuelta atrás? ¿Estaba usted consciente, en ese momento, del alcance y la profundidad de los problemas en los que podría estar?

Boyce: De inmediato me di cuenta de que no había vuelta atrás, que estaba condenado, y que mi vida nunca volvería a ser como era antes. Estaba rodeado por un sentido de fatalidad inminente, sabiendo que esto era algo que no podía terminar bien. Me imagino que él (Snowden) está bebiendo mucho. Eso es lo que hice. Piense en ello: ¿En cuántos problemas mucho más grandes puede meterse? ¿Cómo pudo hacerse de más enemigos, de más personas que quieran matarlo, haciendo lo que ha hecho? Debe estar teniendo segundos pensamientos sobre él mismo. Tiene que ir a un lugar donde esté a salvo, y ese no es China.

CNN: ¿Hasta qué punto estaba motivado ideológicamente y en qué medida estaba motivado por la emoción de estar fuera de la ley? En su opinión, ¿cuánto ego está involucrado en la mentalidad del denunciante?

Boyce: Edward Snowden tiene 29 años. Yo tenía 21 años. A esa edad, me sentía indestructible. Nada malo podía pasarme, o eso pensé. Uno no piensa en esas cosas se es joven. Crees que las cosas malas le suceden a otras personas. Pero se aprende, después de un tiempo, que eso no es cierto.

Mi punto de vista del gobierno de la época era que se trataba de un monstruo que estaba cada vez peor. No me gustó. Me motivó para herir al gobierno. Estaba loco. Pensé que iba a librar una guerra de un solo hombre contra el gobierno federal y que yo iba a hacerle pagar por todas las cosas podridas que había hecho y que sigue haciendo.

El ego jugó un gran papel, tener mis propios secretos, estar en el saber de algo, atrapar a esos bastardos. Es una sensación totalmente de empoderamiento, de una manera un tanto demencial. Pero lo que uno realmente está haciendo es simplemente dirigirse a un sierra en movimiento. Sin duda, fue emocionante. Estoy seguro de que Snowden siente un entusiasmo similar. Pero ese entusiasmo, después de un tiempo, no es una buena emoción, se convierte en terror.

CNN: Teniendo en cuenta la cantidad mínima de daño de la información que le vendió a la Unión Soviética, ¿cree que su sentencia estaba fuera de toda proporción con el delito que cometió? En este tipo de casos de ‘soplón’ hay un parecer de que los denunciantes entran a una zona donde las leyes normales ya no se aplican. ¿Cree usted que los servicios secretos están más interesados en vengarse en los casos de Assange y Manning, que en la protección de los intereses del Estado que sirven?

Boyce: En cuanto a mi condena por espionaje, yo no sé si la sanción era desproporcionada. Eso lo puede decidir alguien más. Por supuesto, estoy un poco perjudicado. Ciertamente creo que decidieron hacer de mí un ejemplo. Había muy pocos arrestos de espionaje antes de que yo fuera arrestado. La gente nunca fue a la corte, el gobierno no quería que estas cosas salieran a la luz. En mi situación, sin embargo, se decidió hacer un ejemplo. Y entonces me escapé de la penitenciaría federal Lompoc por 19 meses. Y entonces decidí robar algunos bancos. Puedo decir que la sentencia que se me dio por robo a un banco era, sin duda, justa.

¿Si creo que el gobierno quiere vengarse de Snowden? Por supuesto, quieren venganza. Quieren asegurarse de que nadie más piense en hacer lo que él hizo sin tener miedo en sus corazones.

Con respecto a estas agencias que desean proteger los intereses del país que representan, hago esta pregunta: ¿Está en el interés de Estados Unidos y del pueblo estadounidense tener miles de millones de sus comunicaciones en secreto, controlado por un gobierno? ¿Y por qué mentir al Congreso? No creo que esté en el interés del pueblo estadounidense. ¿Es el interés del gobierno de Estados Unidos lo mismo que el interés del pueblo estadounidense? No siempre. No en esta situación.

Por supuesto, todavía hay muchas cosas que deben desarrollarse por fuera. Pero creo que la venganza es la fuerza motriz fundamental de las personas que pueden llegar a entrar en un montón de problemas como resultado de estos secretos que se hacen públicos, los grandes burócratas en la comunidad de inteligencia nacional. No es que sea en el interés de los estadounidenses que se mantienen en la oscuridad, pero simplemente debido a las repercusiones que estas personas podrían enfrentar. Podrían ser retirados temprano, o perder sus pensiones, o en desgracia, o ser transportados frente a subcomités del Senado, o todo tipo de cosas malas. Estoy seguro de que hay muchas cosas que la NSA y la CIA no quieren que el público sepa acerca sobre todo porque los jugadores detrás de las escenas podrían tener problemas graves si se hacen conocidas.