Los árabes, judíos, beduinos, drusos, todos participan.

Por James Masters

(CNN) — Yael Lee-Weiss mueve su cabeza en el momento en que las palabras “boicot” y “Beitar Jerusalén” son pronunciadas en su dirección.

Con la atención del fútbol mundial en Israel ya que fue anfitrión del Campeonato Europeo Sub-21, la imagen y política del país están a la delantera.

Para una mujer que pasa cada momento de su vida en el combate del racismo y la discriminación, el incidente de febrero pasado cuando los aficionados del Beitar quemaron las oficinas administrativas del club en protesta por el fichaje de dos musulmanes de Chechenia aún duele.

Beitar, un club con aficionados de extrema derecha, es conocido por su actitud racista hacia jugadores árabes, pero la gravedad del ataque todavía causó sorpresa.

“Se trata de educación y mostrar a estas personas que sus puntos de vista no serán tolerados”, dijo a CNN en Tel Aviv, Israel.

“Es por eso que hago lo que hago. Es la razón por la que Mifalot está aquí”.

Acción

Mifalot, una iniciativa respaldada por uno de los mayores clubes en Israel, el Hapoel Tel Aviv, reúne a niños de todos los ambientes, no solo en Israel y los territorios palestinos, sino en países de todo el mundo.

La organización no gubernamental, que tiene un centro en los campos de entrenamiento del Hapoel, dirige más de 300 proyectos en todo el mundo incluidos países como Angola, Benín, India, Ruanda, Camerún y Haití.

Respaldada por Avraham Burg, expresidente del parlamento israelí y fundada por un conjunto de organizaciones altruistas de todo el mundo, Mifalot utiliza el poder del futbol para educar a la próxima generación.

Ofrece un programa de servicio civil para los que no pueden (o no tienen permitido) entrar al ejército israelí a la edad de 18 años, en lugar les da la oportunidad de ganar una clasificación como entrenador y un empleo seguro.

Los árabes, judíos, beduinos, drusos, todos participan, aunque hay un programa dedicado a aquellos miembros con necesidades especiales.

El programa ganó muchos elogios y dio esperanza a aquellos que crecieron cuando la idea de un programa hubiera parecido como un sueño descabellado.

Tiempo de un cambio

“Creo que la generación más joven quiere hacer un cambio”, dijo Lee-Weiss.

“Desde una edad muy temprana, tienen una mente abierta y no tienen inhibiciones. A veces, vienen de un ámbito donde necesitan este programa.

“Simplemente capturamos el poder del futbol y el amor que los niños y adultos tienen por el deporte e intentamos educarlos y darles valores. Son muy conscientes sobre conocerse el uno al otro. Somos vecinos, los árabes y judíos. Los niños tienen curiosidad porque escuchan muchas cosas pero nunca han conocido a un árabe o a un judío y han visto las cosas con sus propios ojos.

“Podrían no hablar con personas fuera de su círculo pero cuando se llegan a conocer, hablan en una forma no formal sin ningún pensamiento que vemos en otros lados de la sociedad”.

Otro ejemplo de integración es el equipo nacional sub-21 de Israel. Aunque no pasó de la etapa de grupos en el torneo internacional -la final se llevó a cabo entre Italia y España este martes-, su impacto fuera de la cancha no debe subestimarse.

Un equipo con cinco jugadores árabe-israelíes, dos etíopes y un beduino atrajeron la atención a cómo, incluso en las regiones más volátiles, el deporte puede romper barreras.

Varios jugadores árabes representaron a Israel en el pasado, con nombres como Rifaat Turk, Walid Badir, Zahi Armeli y, quizá el más famoso debido a su gol en la clasificación del Mundial 2006, Abbas Suan, todos vistieron la playera azul.

Aunque los jugadores árabes no cantan el himno nacional de Israel, esencialmente una oda a la tierra judía, también se abstienen de hablar en su lengua nativa en el entrenamiento para evitar dividir al grupo.

Un gran honor

La organización del torneo sub-21 por parte de Israel ha estado envuelta en controversia, con protestas en contra del tratamiento de palestinos por parte del país.

Pero aunque la política se debate fuera de la cancha y en todo el mundo, los jugadores parecen felices con el progreso que se lleva a cabo.

“Es un gran honor para mí representar a Israel”, dijo a CNN, Munas Dabbur, un delantero árabe-israelí que juega para el Maccabi Tel Aviv.

“Siempre sentí que estaba orgulloso de ser invitado al equipo y quería continuar.

“Creo que este torneo puede ser realmente importante para el futbol en Israel. Es la primera vez que hemos tenido partidos como este en el país y eso es un gran impulso. Espero que esto continúe en el futuro”.

Es un sentimiento compartido por sus compañeros judíos.

Omri Altman, de 19 años, juega futbol en Inglaterra con el club de la Liga Premier Inglesa, el Fulham y dice que las imágenes que ve en la televisión tienen poco que ver con el país que llama “hogar”.

“Mis amigos en el Fulham piensan, ‘Israel, oh, es muy aterrador’. No quieren venir a visitar porque escuchan en las noticias todas las cosas que ocurren aquí”, dijo Altman.

“Pero es diferente. Vienes aquí y es muy tranquilo en la mayoría de las áreas. Así que cuando los equipos vengan a jugar aquí, espero que todo el mundo vea eso.

“Creo que es muy importante que el torneo haya venido a Israel.

“En nuestro equipo, todos somos amigos y todos somos iguales. Todos somos personas, no importa de dónde venimos y quiénes somos. Venimos a jugar futbol y eso es lo más importante”.

Próxima generación

Estas palabras se han observado en la próxima generación de talentos, jóvenes promesas que han visto un torneo internacional de futbol en su propio patio por primera vez.

Mientras Altman y Dabur estaban ocupados en la cancha, a cientos de jóvenes les daban boletos gratis para ver los partidos.

Algunos de estos eran de Mifalot. Esperan que el ejemplo impuesto por los futbolistas jóvenes de su nación pueda enviar un mensaje más allá de las fronteras del país.

Mientras los jugadores sub-21 estaban ocupados al jugar en estadios modernos, cientos de otros corrían en los campos, canchas de concreto y caminos de tierra pretendiendo ser un futbolista internacional.

“Creo que este proyecto es grandioso”, dijo Nasser, un coordinador palestino en Sussiya, en Cisjordania.

“Las actividades e interacción ayudaron mucho a que los niños conozcan a otros que son diferentes y jueguen juntos como un grupo.

“Escucho hablar a los niños y realmente se disfrutan”.

Otro grupo que reúne a las comunidades es el Fondo Nuevo Israel (NIF, por sus siglas en inglés), que trabaja junto con la Asociación Israelí de Futbol (IFA, por sus siglas en inglés).

Fundado en 2003, el programa Saca al Racismo y Violencia del Futbol del NIF floreció, con la organización altruista apoyando a organizaciones de la sociedad civil que trabajan por la justicia social, los derechos de las mujeres y el ambientalismo.

En 2007, se concluyó en una encuesta que realizaron que el 60% de los israelís creía que se necesitaba hacer más para combatir el racismo en el futbol, mientras que el 37% dijo que asistiría a más partidos si mejoraba la situación.

Por medio del trabajo del NIF, la IFA comenzó a castigar a los clubes con multas por abuso racista.

Progreso

Suan fue un miembro fundador de la organización Saca al Racismo y Violencia del Futbol y dice que el deporte puede ser el vehículo que una a la gente en una de las regiones más problemáticas del mundo.

Como uno de los pocos jugadores árabes en vestir la playera del futbol israelí en ese tiempo, Suan dice que sufrió abuso cada vez que tocó el balón hasta un momento revolucionario.

En el último minuto de un partido clasificatorio para el Mundial 2006, Suan desencadenó un esfuerzo sorprendente que logró un empate 1-1 contra la República de Irlanda y grabó su nombre en el folclor israelí.

Ese gol, el 27 de marzo de 2005, representó un cambio fundamental para Suan. Dice que fue un día en que la sociedad israelí finalmente comenzó a percatarse de la importancia de los jugadores árabes.

“Soy palestino porque tengo muchos hermanos y primos en los países árabes”, dijo.

“Y soy israelí porque vivo aquí y no salgo de mi tierra.

“Nunca me sentí discriminado en todo lo que tenía que ver con el futbol. No dejaba que nadie me discriminara. A todos lados a los que iba, no me sentía exactamente como en casa, pero igual que el jefe.

“Tengo muchos amigos judíos y son como hermanos para mí. Pero me siento discriminado en lo que se refiere a infraestructura y desarrollo en el sector árabe.

“Pero cuando mis hijos tienen una clase de deportes en un patio sin una cancha, eso es discriminación. Hace que mi sangre hierva. Es inaceptable que en una ciudad como Sakhnin, no haya una cancha de tenis o basquetbol que valga la pena”.

El caso de Suan se presentó en dos documentales; After the Cup: Sons of Sakhnin United y Divided Nation y ambos se enfocan en ciudadanos árabes en Israel.

Ahora como director juvenil en Bnej Sakhnin, uno de los principales clubes de futbol árabe en Israel, da conferencias en contra del racismo y la violencia en el juego, al dar experiencias de su difícil camino hasta la cima.

“Si tuviera que hacer todo de nuevo, no cambiaría nada”, añadió.

“Seguí mi carrera para representar a la comunidad y para acercar a dos grupos de personas. Pagué un gran precio personal, pero estoy satisfecho”.

El programa también adoptó a la comunidad beduina, donde personajes del futbol internacional israelí como Mohammad Ghadir y el jugador sub-21 Ahad Azzam aprendieron su oficio.

Pero en una sociedad donde la participación femenina es mal vista, hay una mujer que se niega a ser rechazada.

La mujer Maradona

Conoce a Miriam Abu-Ghanem, a la que llaman la “mujer Maradona” en su ciudad Tel Sheva en el sur de Israel.

“Salí del estómago de mi madre con un balón en mis pies”, dijo.

“Nuestras chicas no juegan deportes porque creen que es vergonzoso. Sufrimos por esto. Vengo de un hogar que me apoyó, sin violencia o represión, pero muchas otras mujeres sufren en casa.

“Aún hay familias en las que las mujeres no salen a aprender en lo absoluto o que sufren en el matrimonio”.

Después de establecer la primera liga de futbol femenil en su ciudad y convertirse en la primera jugadora beduina en la liga femenil de Be’er Sheva, una lesión le impidió ir más allá.

En su lugar, dos licenciaturas en Educación Física y Educación Especial, así como una maestría en Administración Educativa, le permitieron convertirse en la primera maestra de Educación Física en la comunidad beduina.

“Una mujer no necesita pedir igualdad a nadie y no necesita recibir los derechos de un hombre, sino los derechos universales de los seres humanos como seres humanos”, añadió.

“Siempre creí en mis propias capacidades… trabajé muy duro. Me negué a estar a un lado y ser la chica triste. Ahora aquí estoy”.

Son historias como las de Suan y Abu-Ghanem las que dan esperanza de que el deporte puede unir a las personas, incluso en los momentos más problemáticos.

De regreso en Tel Aviv, en su oficina rodeada de solicitudes de prospectos a miembros, Yael Lee-Weiss, la funcionaria de desarrollo internacional, ve un poco de luz al final del túnel.

“Me da esperanza”, dijo. “Son el futuro y sé que no haremos los mayores cambios en el mundo y traeremos la paz algún día, pero les damos a los niños una salida y algo bueno que buscar.

“Los cambios tomarán algunos años pero esos niños crecen”.