Los inmigrantes son una bendición para el mercado inmobiliario por varios motivos.

Por John Feinblatt y Jason Marczak, especial para CNN

Nota del editor: John Feinblatt es asesor de políticas públicas del alcalde de la ciudad de Nueva York, Michael Bloomberg. Jason Marczak es director de políticas públicas de la organización Americas Society/Council of the Americas.

(CNN) – Casi cinco años después de la explosión de la burbuja inmobiliaria, los propietarios estadounidenses comienzan a observar los primeros signos de recuperación del mercado de viviendas. De lo que no se habla, sin embargo, es del empuje de los inmigrantes en esta recuperación.

Un nuevo análisis de los datos del censo de Estados Unidos realizado por las organizaciones Americas Society/Council of the Americas y Partnership for a New American Economy, demuestra que los inmigrantes han agregado 3,7 billones de dólares a la riqueza inmobiliaria de los Estados Unidos. Y mientras familias a lo largo y ancho del país han visto su activo más importante (su casa) amenazado, la afluencia de inmigrantes ha actuado como un salvavidas para ellos.

Tomemos, por ejemplo, Chicago. La cifra de ciudadanos nacidos en suelo estadounidense en Chicago y sus alrededores ha disminuido en 900 mil desde 1970. Afortunadamente, la llegada de casi 600 mil inmigrantes en este tiempo ha compensado la mayor parte de esta caída, evitando lo que podría haber sido una catástrofe para el mercado inmobiliario local.

Historias parecidas existen en todo el país. El censo reveló que en el condado de Harris, Texas, que incluye Houston, el influjo de inmigrantes entre 2000 y 2010 agregó más de 25 mil dólares al valor de la vivienda promedio. En el condado de Maricopa, Arizona, donde vive el férreo opositor a la inmigración Joe Arpaio, los inmigrantes han añadido 18 mil dólares a los precios de las casas.

Los inmigrantes son una bendición para el mercado inmobiliario por tres motivos.

En primer lugar, su demanda por viviendas accesibles renovó los mercados locales. Esto, sumado a la creciente demanda por bienes y servicios producidos localmente, estimuló la economía de sus vecindarios.

Segundo, y vinculado a lo anterior, al estimular la economía de estos vecindarios accesibles, atraen a más estadounidenses a estos lugares, impulsando así el valor de sus viviendas. Por cada mil inmigrantes que se mudan a un condado, 250 estadounidenses eventualmente los siguen, atraídos por las nuevas oportunidades económicas creadas.

Finalmente, los inmigrantes ayudan a estabilizar aquellos vecindarios que han decaído, ayudando a que vuelvan a ser alternativas viables para los estadounidenses de las clases media y trabajadora. Los inmigrantes y el mercado inmobiliario forman apenas un capítulo más de una larga historia sobre su rol en el crecimiento de nuestra economía.

En salud, por ejemplo, la jubilación en masa de la generación Baby Boom crea una mayor demanda de diversos profesionales, desde fisiatras y cirujanos hasta trabajadores para el hogar. Los inmigrantes son clave en el cuidado de nuestros ancianos y para realizar aquellos trabajos necesarios para sostener nuestra industria de salud.

Lo mismo ocurre en el mercado inmobiliario. Al mudarse a áreas donde las viviendas son más baratas, los inmigrantes logran revitalizar estos vecindarios. Lo hemos visto en la ciudad de Nueva York.

Estimular la estabilidad y el crecimiento del mercado inmobiliario de los Estados Unidos es un aspecto fundamental para garantizar una economía sólida. También lo es asegurar que las industrias del país tengan acceso a una fuerza de trabajo productiva, diversa y flexible, con las capacidades necesarias para crecer y prosperar. La inmigración es esencial para lograr estos dos objetivos fundamentales para el futuro de los Estados Unidos.

Con el futuro de la reforma inmigratoria en las manos de la Cámara de Representantes, esta nueva investigación agrega impulso a la idea de un acuerdo bipartidista que refleje varios de los compromisos del proyecto del Senado.

Como país no podemos darnos el lujo de rechazar la modernización y la reforma de nuestro sistema inmigratorio. Darles la espalda a quienes pueden ayudarnos a construir una nación más fuerte y dinámica sería no ver nuestras necesidades económicas. Es el tiempo de la reforma inmigratoria.