Por Faith Karimi
(CNN) — En su primera gran competencia de ciclismo desde que reconoció haberse dopado, Lance Armstrong dijo que aún anticipa más consecuencias por el escándalo que le quitó sus victorias en el Tour de Francia, aunque aseguró que es “un niño grande” y puede manejarlo.
Armstrong admitió este año por primera vez que usó sustancias prohibidas durante su carrera profesional en el ciclismo, después de rechazar esas acusaciones durante años. Después desapareció brevemente del ojo público.
El ciclista retirado participó este lunes en la segunda jornada del Gran Paseo Anual de bicicletas de Iowa, su primer gran evento de ciclismo desde su confesión.
En una entrevista exclusiva con el periódico Des Moines Register, dijo que los participantes de la prueba han sido un apoyo muy grande para él.
“No me esperaba una ola de hostilidad (…) hasta el momento no ha habido ninguna seña obscena con el dedo”, dijo al diario. “Pero podría suceder, y estoy preparado para eso. Esa es la naturaleza de la historia y lo entiendo”.
Armstrong admitió en enero que utilizó drogas para mejorar el rendimiento, las cuales le ayudaron a ganar sus siete títulos del Tour de Francia.
Entre las técnicas que admitió haber utilizado: la testosterona, la hormona de crecimiento humano y transfusiones de sangre para sobresalir en el competitivo mundo del ciclismo, dijo en una entrevista con Oprah Winfrey en enero.
Algunos aficionados al ciclismo calificaron sus confesiones como una traición, incluso hubo acusaciones de intimidación a los que trataron de llevar las denuncias a la luz. Otros argumentaron que su historia de supervivencia del cáncer inspiró a millones y su fundación Livestrong ayudó a los que luchan contra la enfermedad que padeció.
Pero para otros, dijo, el dopaje aún es un tema delicado.
“Creo que es un tema polarizante para algunas personas. No soy ignorante cuando se trata de eso”, dijo el ciclista. “Sé que fue un período desafortunado en nuestro deporte. Cuando digo período, es decir 10, 15, 20 años y para mi desgracia me vino justo en el medio de ese período”.
Sin embargo, dijo al periódico que no estaba preparado para la reacción que siguió a su confesión.
“La reacción y la precipitación fueron mayores de lo que esperaba… pero así es la vida, soy un chico grande. Otra vez un tema polarizante que dejó perpleja a mucha gente. No ha sido un buen tiempo. Yo no lo inventé, no acabaré con él y esa es una mala jugada”.
Nacido en Texas, Armstrong de 41 años, comenzó en el ciclismo profesional a una edad temprana. Pero su carrera deportiva se vino a piqué hasta detenerse en 1996, cuando fue diagnosticado con cáncer testicular a los 25 años.
Su Tour de Francia en 1999, una victoria que parecía tanto más extraordinaria después de que luchó contra una enfermedad que se extendió a sus pulmones, el abdomen y el cerebro. Llegó a tener más victorias consecutivas hasta el año 2005, uno de los logros más prestigiosos en ese deporte.
Dejó la actividad después de su última victoria para volver cuatro años más tarde y terminar en tercer lugar.
Tras las acusaciones de dopaje, Armstrong fue despojado de sus títulos del Tour y se le prohibió practicar el deporte profesional de por vida por la Agencia Antidopaje de EU.
Su reputación está por los suelos y las victorias de ciclismo que lo convirtieron en leyenda ahora ya no existen. Se le ha pedido que pague millones de dólares a una serie de organizaciones, entre ellas la Federación Francesa de Ciclismo.
Sin embargo, su mayor preocupación son sus cinco hijos y su reacción por lo acontecido. Los más jóvenes de dos y cuatro años son especialmente vulnerables, dijo.
“Ellos van a crecer en un momento en el que todo es para siempre. Todo va a estar en YouTube, todo va a ser catalogado. Así que siempre van a vivir con ello”, dijo. “Ese es mi trabajo, tratar de caminar en la línea con ellos ahora”.
Armstrong continúa su paseo este martes, su último día en el evento de una semana.