(CNN) — Mientras el retiro de Adolfo Hitler en las montañas de Baviera se somete a una remodelación que costará varios millones de dólares, los viajes a las antiguas guaridas y retiros de lujo de los tiranos están bajo los reflectores.

Muchos de los monumentos que los megalómanos construyeron están abiertos al público.

Los escondites de los autócratas, como el refugio nuclear de Tito, la casa de verano de Stalin y la villa de Mussolini se han vuelto atractivos turísticos.

¿Visitar los sitios relacionados con las crueles dictaduras sirve como lección de historia? ¿O es una afrenta a la memoria de quienes sufrieron bajo esos regímenes brutales?

Puede ser incómodo posar para una foto en los sitios en donde se desarrollaron los eventos más sombríos del Tercer Reich. Sin embargo, la conservación de tales sitios también sirve como un importante recordatorio de las atrocidades que se han cometido en la historia.

Es lo suficientemente fácil llegar a todos estos lugares. La cuestión es si en verdad quieres ir…

1. Adolfo Hitler: el Nido del Águila, Baviera

Este retiro en las montañas cerca de la ciudad de Berchtesgaden, en los Alpes Bávaros, originalmente se usaba para que Hitler recibiera a los dignatarios visitantes.

La montaña se perforó para instalar un elevador que sube hasta elchalet, que se encuentra a 124 metros de altura.

En esa misma montaña, los bombardeos de los Aliados destruyeron una base de mando alterna de los nazis: la base Berghof.

El Nido del Águila (Kehlsteinhaus, en alemán), sigue abierto como restaurante y centro de información; recientemente se anunció que se invertirán 22 millones 500.000 dólares en su remodelación.

Los visitantes pueden llegar a la casa al ascender por dentro de la montaña a bordo del elevador de bronce de Hitler.

Kehlsteinhaus (+49 8652 2029; 21,50 euros/28 dólares por persona). En el sitio oficial hay indicaciones para llegar en auto y autobús a Berchtesgaden y al Nido del Águila.

2. El dacha de José Stalin, Sochi, Rusia

A las afueras de la ciudad turística de Sochi —sede de las Olimpiadas de Invierno de 2014—, en el mar Negro yace la residencia de verano de José Stalin.

Se construyó especialmente para él y contaba con palmeras importadas de California y francotiradores apostados en el perímetro: era el lugar favorito de Stalin cuando escapaba de Moscú.

Ahora es un pequeño museo, un tanto incómodo; aún se puede ver una figura de cera del líder soviético asesino de masas sentado ante su viejo escritorio.

Se puede reservar un recorrido con Tours By Locals.

La dacha de verano de Stalin, Kurortnyj pr. 120, Sochi; +7 8622 970 502

3. Benito Mussolini: Villa Torlonia, Roma

La Villa Torlonia de estilo neoclásico fue la residencia de Benito Mussolini entre 1925 y 1943.

El dictador italiano instaló una cancha de tenis y organizaba proyecciones de cine en este lugar.

Ahora alberga varios museos y en la sección de Documentación que se encuentra en el sótano se proyectan cintas de la villa en la época de Mussolini.

En el resto de la casa hay esculturas, vitrales y archivos de la ciudad y apenas se mencionan las comodidades de la casa del Duce.

Museo Villa Torlonia, Via Nomentana 70, Roma; martes a domingo, de 9 a 19 horas, entradas desde 8 euros (10,50 dólares)

4. Francisco Franco: Palacio Real del Pardo, Madrid

El equivalente español de la Villa Torlonia es el Palacio Real del Pardo, en donde el general Francisco Franco se estableció durante gran parte de su inflexible mandato.

El escondite en la cima de una loma ahora se usa para hospedar a los jefes de Estado, pero cuando no hay dignatarios en la ciudad se puede visitar en un recorrido guiado.

Las anécdotas de la vida hogareña de Franco brillan por su ausencia.

Palacio Real del Pardo, calle Manuel Alonso, Madrid; +34 913 761 500; de lunes a domingo, de abril a septiembre, de 10 a 20 horas; de octubre a marzo, de 10 a 18 horas. Entrada: 9 euros.

5. Napoleón Bonaparte: Château de Fontainebleau, Francia

En uno de sus momentos más egoístas, Napoleón decidió gastar una fortuna en la remodelación del descuidado Château de Fontainebleau.

Quería que la propiedad, ubicada a unos 55 kilómetros del centro de París, superara al Palacio de Versalles, que tenía odiosas asociaciones con la realeza.

El emperador tenía a su corte imperial en Fontainebleu —el castillo podía albergar a más de 1.000 personas a la vez— y la mayor parte de la decoración y el mobiliario datan de la época de Napoleón.

Museo del Château de Fontainebleu, 77300 Fontainebleau; + 33 01 60 71 50 70; abierto todos los días excepto martes, de 9:30 a 17 o 18 horas; entrada, 11 euros

6. Josip Tito: Complejo D-0 ARK, Bosnia

El búnker del antiguo dictador yugoslavo, Josip Tito, en Konjic, Bosnia, se construyó como centro de control de operaciones militares y refugio atómico para el presidente y su familia.

El complejo D-0 ARK se compone de un laberinto de túneles subterráneos, salas de juntas y habitaciones y se mantuvo en secreto hasta la década de 1990.

Ahora se transformó temporalmente en un proyecto artístico: el proyecto Biennale llenó los sombríos corredores con docenas de instalaciones artísticas.

D-O ARK Underground; recorridos en autobuses especiales los lunes, miércoles y viernes, hasta el 26 de septiembre de 2013. Salidas desde la ciudad de Konjic; +387 61 726 030

7. Rey Zog: St. Katharine’s Parmoor, Inglaterra

Tras ser expulsado de Albania en 1939, el rey Zog, el autócrata albanés, se estableció en el Hotel Ritz de Londres antes de mudarse a Parmoor House en Buckinhamshire, en donde vivió durante casi cinco años.

La vieja granja ahora se llama St. Katharine’s Parmoor y es un retiro religioso que los fines de semana usualmente se llena con grupos, aunque entre semana dejan libres algunas habitaciones para viajeros independientes.

Hay poco esplendor real: solo hay habitaciones modestas y sin pretensiones  y pollos corriendo por los jardines.

St. Katharine’s Parmoor, Frieth, Henley-on-Thames; +44 (0)1494 881 037

8. Adolfo Hitler: la Guarida del Lobo, Polonia

La Guarida del Lobo se construyó deliberadamente a varios kilómetros de la civilización, en los bosques del noreste de Polonia; era el cuartel general —con una superficie de 6.5 kilómetros cuadrados— del frente oriental de los nazis.

Hitler pasó casi tres años en total aquí; también fue el sitio en el que ocurrió la tristemente célebre conspiración Stauffenberg, que falló solo porque la reunión en donde se llevaría a cabo el atentado contra la vida de Hitler cambió de sala en el último minuto.

Actualmente, uno de los edificios del complejo es un hotel (habitaciones desde 38 dólares) que ofrece turbias actividades como prácticas de tiro y recorridos en vehículos militares.

La Guarida del Lobo, Gierłoż, 11-400 Ketrzyn; +48 89 752 44 29; abierto al público desde las 8 horas y hasta el atardecer; entrada, 5 dólares por persona