Por Sheena McKenzie, CNN
(CNN) – El científico más famoso del mundo, con su icónico cabello despeinado, traje arrugado y plumas que salían de su bolsillo en el pecho, no posa en un laboratorio, sino en la cubierta de un barco.
Es una imagen de Albert Einstein en su tiempo de ocio, tomada en uno de los muchos viajes a bordo de los barcos Red Star Line entre Europa y América en la década de 1930.
Tres años después de que esta fotografía fuera tomada, los nazis llegaron al poder en la tierra natal de Einstein, Alemania, y viajó a Estados Unidos en uno de estos grandes barcos de vapor, en un viaje que pudo haber salvado la vida del físico judío.
El científico ganador del Premio Nobel fue una de las 2.5 millones de personas que navegaron por el Atlántico con la empresa de barcos entre 1873 y 1934; una cuarta parte era judía.
Ahora sus notables historias, muchas de aquellos que escaparon de la persecución en Europa e invirtieron sus ahorros en una mejor vida en el Nuevo Mundo, fueron inmortalizadas en un nuevo Museo Red Star Line de 25 millones de dólares en Antwerp, Bélgica.
“El artefacto más importante que mostramos es el edificio; era el centro de control para todos los pasajeros de tercera clase”, dijo el coordinador del museo Luc Verheyen, uno de los almacenes renovados de ladrillo en Rhine Quay, que hasta ahora se había dejado en descomposición.
“Dentro tenemos una colección de modelos de barcos, historias, imágenes, cartas, incluso una wafflera belga, y el piano del compositor Irving Berlin; muestra algo sobre lo que era importante para las personas de esa época”.
Salvavidas
Junto con Einstein e Irving Berlin; el compositor de las famosas canciones White Christmas y There’s No Business Like Show Business estaba otra pasajera que huyó de Europa para forjar una carrera exitosa en Estados Unidos.
Abogada, autora y feminista prominente, Sonia Pressman Fuentes, tenía solo cinco años cuando su familia viajó de Antwerp a Nueva York en 1934. Hoy en día se cree que es una de solo cinco pasajeros sobrevivientes de Red Star Line, y la única que asistió a la inauguración del museo el pasado mes.
Hija de comerciantes polacos judíos de ropa que vive en Berlín, Alemania, Fuentes de 85 años dice que hubiera muerto a manos de los nazis si su familia no hubiera alcanzado el SS Westernland aquel día fatídico.
“Fue un salvavidas, absolutamente”, dijo la madre, al añadir que las autoridades de Antwerp planeaban deportar a la familia antes de que abordaran el barco.
“No hay duda del papel que Red Star Line jugó en las vidas de las personas que escaparon del Holocausto”.
Viaje histórico
Aunque Fuentes era demasiado joven para recordar el viaje de 10 días en el Atlántico, su hermano Hermann de 18 años, quien convenció a la familia de unírsele en Antwerp, guardó un diario del viaje, copias del cual aparecen ahora en el museo.
“Mi hermano escribió que teníamos mareos todo el tiempo”, dice Fuentes, y de hecho, la vida en los barcos fue difícil y triste para los pasajeros de tercera clase.
“En los primeros años, los pasajeros de tercera clase estaban en cabinas grandes y comunales sin agua o luz. Podían salir para tomar aire una vez al día”, dijo Verheyen. “Pero hacia el final, mejoró mucho y comenzaron a invertir en pequeños dormitorios con seis personas en una habitación”.
“Sin embargo, la primera clase era más como un hotel de lujo, con salones enormes para bailar”.
Con un boleto de tercera clase con un valor de aproximadamente 1.300 dólares en dinero actual, un trabajador hubiera tenido que trabajar 75 días para cubrir el costo.
Los pasajeros de tercera clase también tenían que someterse a revisiones rigurosas de salud antes de abordar, con cualquiera al que se le negara la entrada en el centro de inmigración de la isla Ellis en Nueva York enviado de regreso a expensas de la empresa naviera.
Los pasajeros tomaban duchas de una hora con vinagre caliente y benceno, para quitarles los piojos, mientras que su equipaje era desinfectado en grandes máquinas esterilizadoras de vapor.
En forma de barco
Fundada por agentes marítimos de Antwerp y Filadelfia, Estados Unidos, hace casi 150 años, Red Star Line anunció una era dorada para el viaje trasatlántico en océanos, y durante su apogeo dos barcos partían a Norteamérica cada semana.
“Las personas dejaban Europa por varias razones; la pobreza, el aumento del industrialismo significaba que muchos negocios familiares pequeños entraban en bancarrota, persecuciones políticas o raciales, y aventureros con poco capital que habían escuchado sobre la prosperidad del otro lado del océano”, dijo Verheyen.
Para Fuentes, el momento más emotivo de su regreso a Antwerp, fue pararse en el mismo borde del agua donde su familia zarpó hace 80 años.
“Si no hubiera sido por ese viaje no hubiera tenido un viaje, o una hija”, dijo. “Mi hermano no hubiera tenido hijos, nietos y bisnietos. Mis padres no hubieran tenido vidas, nada de eso hubiera ocurrido si no hubiéramos viajado en Red Star Line”.