Por Charles Hebbert, para CNN

(CNN Travel) – Un zoológico no parece ser el lugar obvio para iniciar un tour de arquitectura. Sin embargo, por azares del destino contrataron a algunos de los mejores arquitectos de la ciudad cuando remodelaron el zoológico de Budapest en 1910. Esa es la razón por la que cuenta con algunos de los edificios más llamativos de una ciudad de por sí famosa por su arquitectura.

Una de las mejores colecciones de animales de la región se alberga en un sitio que tiene pocos rivales en cualquier lugar de Europa, esas son dos buenas razones para visitarlo.

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Otra de las razones es que el zoológico, ubicado cerca de la Plaza de los Héroes, detrás del Museo de Bellas Artes, es un oasis de calma en la ciudad.

Al cruzar su pórtico monumental —cuyos enormes elefantes de piedra sostienen el arco que culmina con un aro de osos polares— te encuentras inmediatamente rodeado por una cortina de árboles altos que ofrece vistas seductoras de lo que te espera más allá.

La mezquita que no puedes perderte

A la derecha, sobre las copas de los árboles, se alcanza a ver la cautivadora Casa de los Elefantes.

Con sus domos de color azul brillante y su torre estilo minarete, el edificio parece una mezquita otomana.

Un mosaico con cabezas de hipopótamos, rinocerontes y elefantes domina la entrada; los diseños de plantas y animales estilo art nouveau cubren los muros en el interior.

Está claro que los visitantes no son los únicos que lo pasan bien aquí.

Los hipopótamos parecen bastante satisfechos mientras chapotean en su tibia piscina adyacente a la Casa de los Elefantes.

Las piscinas reciben el agua directamente desde un manantial de aguas termales, un suministro natural de agua caliente que salvó a los hipopótamos durante el crudo invierno de 1944, cuando las tropas soviéticas sitiaron la ciudad durante tres meses.

El suministro constante de agua caliente también explica el que Budapest haya tenido éxito en la crianza de hipopótamos desde hace tanto tiempo; ¡los bañistas de los baños termales de Szechenyi, que están en las cercanías, no tienen idea de con quiénes comparten el agua!

Los manantiales se usan para calentar todos los edificios grandes del zoológico. La reducción de emisiones de carbono equivale al peso de 100 elefantes bebé.

Más allá de la Casa de los Elefantes se extiende la extensa Zona de la Sabana.

En el zoológico, junto a los marabúes, las cigüeñas blancas, los gansos del Nilo, las exóticas jirafas de Rothschild y los osos hormigueros viven los rinocerontes blancos del sur, otra de las historias de éxito de Budapest.

Aquí nació en 2007 el primer rinoceronte concebido por medio de inseminación artificial.

Leones, arañas y osos

En la Zona de la Sabana se alza la Montaña Mágica con sus 32 metros de alto: se trata de otra rareza en el mundo de los zoológicos.

Los gorilas, los carneros de Berbería, los pandas rojos y los dhole(perros salvajes asiáticos) trepan por las laderas exteriores de la montaña; en el interior hay una gran exhibición interactiva en la que se explora la historia del hombre y la naturaleza, en la que los visitantes pueden ver más de 100 especies de animales vivientes: pollos que salen del cascarón, ratas topo lampiñas, hormigas podadoras y arañas gigantes.

El zoológico de Budapest tiene una de las colecciones de insectos más grandes del mundo: cuenta con más de 200 especies, además de 30 tipos de arácnidos.

Al pie de la Roca Pequeña que está cerca de allí, los leones marinos atraen a las multitudes con sus travesuras a la hora de comer.

Una de las cosas especiales de este lugar es que tienes la oportunidad de ver a los osos polares mientras nadan; al verlos a través de la pared de cristal de la alberca te das cuenta del asombroso poder de estas enormes criaturas.

Al otro lado de la Roca Pequeña, los pingüinos siguen sus rutinas ajetreadas y cómicas.

“Teníamos un pingüino muy hábil llamado Fulop que se las arreglaba para salir de su jaula y salir por la entrada principal”, dice Agnes, una de las cuidadoras de los pingüinos. “Afortunadamente lo atrapamos cuando trataba de abordar el trolebús número 72”.

La Casa Australia… estilo Transilvania

Incluso las casas para animales más pequeñas, que se diseñaron durante la reconstrucción de 1910, tienen un aire especial.

La Casa de las Jirafas tiene influencias africanas; la Casa de los Cocodrilos recurre a los estilos de India, y la arquitectura tradicional húngara inspira otros de los diseños.

Una de las mejores muestras de este último es la Casa Australia, que solía ser la Casa de las Aves y se inspiró en una vieja iglesia tradicional de Transilvania que hoy se encuentra en la vecina Rumania.

Los viejos picaportes, los frescos y los vitrales se han conservado bellamente.

Sin embargo, el zoológico —tanto los edificios como los animales— no está allí solo para que lo admiren.

El zoológico alberga proyectos como la conservación de la víbora de Orsini, del águila imperial y del buitre leonado en su hábitat natural. El hospital del zoológico recibió a 7,000 ejemplares heridos o huérfanos de especies protegidas de aves, mamíferos y reptiles entre 2010 y 2013.

“Como hasta el 30% de las especies de mamíferos, aves y anfibios del mundo están amenazadas, los zoológicos juegan un rol vital en la conservación”, explica Miklos Persanyi, director del zoológico.

“Es de sorprender que en medio de esta atestada ciudad nos hayan dado más espacio, lo que significa que hay más sitio para los animales”.

Cerdos peludos y perros ovejeros desaliñados

El Patio de los Campesinos, ubicado en el extremo más alejado del zoológico, tiene un fuerte sabor húngaro.

Aquí se encuentran especies húngaras exóticas como el argali, los cerdos peludos de Mangalica —que figuran con cada vez más frecuencia en los menús de los restaurantes húngaros— y el mudi, un perro ovejero húngaro maravillosamente peludo.

Tal vez te rías al pensar que los camellos son especies húngaras antiguas, pero de hecho viajaron a través de los Cárpatos procedentes del este en el siglo IX, junto con las tribus nómadas magyar. Sus primos de una sola joroba, los dromedarios, llegaron con los otomanos en el siglo XVI.

Una vez que has pasado por la zona de Madagascar, con sus aves coloridas y los lémures de cola anillada que pasean libremente alrededor de los visitantes, la cabeza te dará vueltas por haber visitado todos los rincones de la Tierra (aunque sea en miniatura) en un solo día.

El zoológico de Budapest (00 36 1 273 4900) está abierto todo el año, aunque los horarios cambian cada mes; precios: adultos, 11 dólares (138 pesos); niños, 8 dólares (100 pesos); entrada familiar, 33 dólares (412 pesos).

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