Por Jacque Wilson, CNN

(CNN) – La Administración de Alimentos y Medicamentos de EE.UU. (FDA, por sus siglas en inglés), recientemente publicó una advertencia dirigida a los doctores acerca de prescribir medicamentos con más de 325 miligramos de acetaminofén. Aunque el acetaminofén es inofensivo en dosis pequeñas, puede causar daños al hígado si se toma incorrectamente.

A continuación encontrarás cinco cosas que debes saber acerca de este popular analgésico:

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1. No es bueno para combatir dolores musculares.

El acetaminofén forma parte de una clase de analgésicos llamados analgésicos no opiáceos, los cuales son usados para tratar dolores leves o moderados. Entre ellos se encuentra el acetaminofén, el ibuprofeno y la aspirina.

Los analgésicos no opiáceos bloquean una enzima conocida como ciclooxigenasa, o COX, según Ewan McNicol, un profesor auxiliar de anestesiología en la Universidad de Tufts. Esta enzima ayuda al cuerpo a producir compuestos lípidos llamados prostaglandinas, los cuales causan dolor e inflamación cuando tus células sufren daños. Por lo tanto, bloquear esta enzima ayuda a prevenir que las prostaglandinas te causen dolor.

La mayoría de los analgésicos no opiáceos trabajan en el sistema nervioso periférico, o en los nervios que no están conectados a tu cerebro y a tu médula espinal. Sin embargo, los científicos creen que el acetaminofén trabaja principalmente en el sistema nervioso central, y ataca a una forma ligeramente diferente de la enzima, llamada COX-3.

“Lo que esto significa para ti, es que el acetaminofén es bueno para los dolores de cabeza, la fiebre, malestares y dolores leves, pero no reducirá la inflamación causada por un esguince muscular, por ejemplo”, explicó McNicol.

2. Se encuentra en otros medicamentos aparte de Tylenol  

A pesar de que muchas personas saben que el acetaminofén es el ingrediente activo en el Tylenol, también se encuentra en muchos otros medicamentos que se venden sin receta, incluyendo (pero no limitado a) Excedrin, Robitussin y Sudafed.

El acetaminofén también se usa en combinación con opiáceos en medicamentos recetados para el dolor, como Percocet, Vicodín y Tylenol con codeína.

Para determinar si tu medicamento contiene acetaminofén, lee la etiqueta de la medicina o la lista de ingredientes en el folleto informativo para el paciente que viene junto a tu receta. Busca la palabra “acetaminofén” o las letras “APAP”, una abreviatura que algunas veces se utiliza para la droga.

Si aun así no estás seguro, contacta a tu médico o farmaceuta.

3. Es fácil tomar mucho accidentalmente.

La FDA ha establecido que la cantidad diaria máxima recomendada para adultos es de 4.000 miligramos. Alcanzar este límite es más fácil de lo que crees; una pastilla de gel de Tylenol Extra Fuerte, por ejemplo, contiene 500 mg.

Tomar demasiado acetaminofén puede llevar a un fallo hepático o a la muerte. Las sobredosis del popular analgésico son algunos de los envenenamientos más comunes alrededor del mundo, según los Institutos Nacionales de la Salud.

En abril de 2009, la FDA presentó nuevos requerimientos de etiquetado para los fabricantes de medicamentos. Cualquier producto que contenga acetaminofén debe identificar el ingrediente activo en un lugar visible de la etiqueta y debe advertirle al consumidor sobre la posibilidad que existe de toxicidad hepática.

Los consumidores no deberían tomar más de la dosis prescrita de cualquier medicamento que contenga acetaminofén, según la FDA, y deberían evitar tomar más de un producto con acetaminofén a la vez.

4. No es la mejor manera de combatir la resaca.

La mayoría de nosotros nos hemos tomado un par de analgésicos después de una noche fuera para prevenir una resaca. Pero los expertos dicen que deberías elegir cuidadosamente cuando abras tu botiquín, especialmente si eres un bebedor empedernido crónico.

Tomar acetaminofén con alcohol, incluso en pequeñas cantidades, puede aumentar el riesgo de causar daño hepático y/o enfermedades renales.

El acetaminofén es principalmente metabolizado en el hígado, donde se convierte en compuestos no tóxicos que son eliminados a través de la orina. Pero el hígado necesita algo llamado glutatión para hacer eso. Si tus niveles de glutatión son bajos – lo cual puede ser causado por el consumo crónico de alcohol, una dieta no saludable o el ayuno – el medicamento puede ser metabolizado en una sustancia más tóxica, de acuerdo con los Institutos Nacionales de la Salud de EE.UU.

El daño hepático puede ocurrir después de tomar cantidades de tan solo cuatro a cinco pastillas extra-fuertes durante el transcurso del día, según una publicación de los Institutos Nacionales de la Salud sobre el alcohol y el metabolismo. Y otro estudio mostró que tomando la dosis recomendada de acetaminofén con una pequeña o moderada cantidad de alcohol, puede incrementar el riesgo de padecer enfermedades renales en un 123%.

Tal vez no notes los síntomas del daño hepático inmediatamente, según la FDA; algunos síntomas como la pérdida del apetito y náuseas pueden ser confundidos con la gripe (o resaca). Si sospechas que estás en riesgo, contacta inmediatamente a tu doctor.

5. No es como “una cucharadita de azúcar”.

Los niños pueden tomar acetaminofén para combatir el dolor o la fiebre, pero los padres deberían leer cuidadosamente la etiqueta del medicamento para evitar errores en la dosis.

La sección de “indicaciones” de la etiqueta te dice si la medicina es apropiada para tu hijo y cuánto debes darle, según el sitio web de los Institutos Nacionales de la Salud. “Si la dosis para el peso o la edad de tu hijo no aparece en la etiqueta o si no sabes cuánto administrarle, pregúntale qué hacer a tu farmaceuta o doctor”.

El acetaminofén líquido para bebés y niños lo venden ahora en la misma concentración: 160mg/5ml. Eso significa que los bebés necesitan menos; los productos que contienen acetaminofén para bebés por lo general vienen con una jeringa en lugar de un gotero.

Los padres siempre deberían usar el instrumento de medición que viene con el medicamento, dice la FDA; nunca una cuchara de cocina.

Si tu hijo toma demasiado acetaminofén, busca atención médica de inmediato. Si estás en EE.UU., puedes llamar al Centro para el Control del Envenenamiento las 24 horas del día, al número 800-222-1222.