Por Phillip M. Carter, especial para CNN
Nota del editor: Phillip M. Carter es un sociólogo y académico de lenguaje en la Universidad Internacional de Florida que se especializa en asuntos relacionados con el idioma, las políticas y el cambio demográfico en las comunidades latinas en EE.UU. Síguelo en Twitter en: @Phillipmcarter
(CNN) – A mediados de los noventa, las condiciones eran las adecuadas para que California construyera la economía pluriilingüe del futuro. Una economía en decadencia necesitaba un impulso. Ya contaba con una considerable población plurilingüe -entre ellos millones de hispanohablantes.
Los programas de educación bilingüe —promovidos y desarrollados en Miami en las tres décadas anteriores— ya estaban siendo establecidos en los distritos escolares desde San Diego hasta San Francisco.
Pero en 1998, cuando la globalización llamaba a su puerta cada vez con más fuerza, los californianos aprobaron la medida conocida como la Proposición 227, la cual imponía amplias restricciones a la educación bilingüe, logrando efectivamente su prohibición.
Estaban convencidos de que la diversidad de idiomas de California —especialmente el español— era un problema que debía ser erradicado, en lugar de un recurso que debía ser desarrollado.
En los 16 años que han transcurrido desde que se aprobó dicha medida, California ha desperdiciado en gran parte uno de sus recursos económicos y culturales más valiosos.
Millones de estudiantes inmigrantes de habla hispana perdieron la oportunidad de aprender o retener valiosas habilidades de lectoescritura en español mientras aprendían inglés. Y, millones de latinos nacidos en California que se inscribieron en la escuela con el don del bilingüismo nativo, más adelante completaban sus estudios sin poder leer o escribir en español.
Cuando la educación bilingüe en su mayoría desapareció de California en 1998, también lo hicieron millones de oportunidades, económicas y de otro tipo.
Hoy en día, la Proposición 227 ha vuelto a ser noticia, ya que el senador por el estado de California, Ricardo Lara, ha propuesto una legislación diseñada para revocarla.
Esto es especialmente importante para el estado porque en marzo, se cree que la población latina superará a los de raza blanca para convertirse en el grupo étnico más grande.
Pero a medida que vemos hacia atrás en el tema de la prohibición de la educación bilingüe en California - y anticipamos su final - no debemos perder de vista el contexto más amplio en el que las políticas lingüística restrictivas de un idioma han ganado terreno en los entornos educativos en Estados Unidos.
A mediados del siglo XIX, el departamento del gobierno federal de Estados Unidos, conocido como la Oficina de Asuntos de Nativos, estableció una serie de internados que ofrecían educación solo en ingles, cuyo propósito era “aculturar” o “salvar” a los nativos americanos, al acabar con el uso de idiomas como el cheroqui, ojibwa, y navajo. Tuvieron un éxito sorprendente en su empresa.
Más adelante, al inicio del siglo XX, la histeria en contra de los alemanes en la era de la Primera Guerra Mundial dio como resultado el cierre sistemático de las escuelas de idioma alemán que habían permanecido durante tanto tiempo. Las comunidades de habla alemana en Estados Unidos nunca se recuperaron y, en su mayoría, ya no existen.
Hasta mediados del siglo XX, las escuelas en partes de Texas separaron a los estudiantes méxico-americanos de los blancos. Rutinariamente los avergonzaban, castigaban y expulsaban por hablar español en la escuela.
Un momento que nunca olvidaré de mi investigación fue cuando una anciana describió las consecuencias de hablar español en la escuela cuando era niña. Ella me dijo: “Nos echaron afuera. Sí, te expulsaban de la escuela”. Sus ojos se le llenaron de lágrimas mientras hablaba.
El senador Marco Rubio dice que si bien ser plurilingüe es una ventaja, el inglés debe ser el idioma de Estados Unidos.
Pero los ejemplos no son sólo del pasado.
Los trabajadores de Whole Foods dicen que los suspendían por hablar español.
Recientemente, el director de una escuela de enseñanza media en Hempstead, Texas, anunció por medio del intercomunicador de la escuela que el uso del español quedaba prohibido en la escuela, y que la medida entraba en vigor inmediatamente. Los estudiantes latinos, quienes aproximadamente conforman la mitad del cuerpo estudiantil, también informaron que sus maestros les dijeron que serían castigados si hablaban español en las instalaciones de la escuela.
La propuesta de un alcalde respecto a que el español fuera el segundo idioma oficial fue rechazada.
Las políticas lingüísticas restrictivas hacia el español en las escuelas de Estados Unidos son especialmente comunes, en parte porque la naturaleza del español y los hispanohablantes en este país sigue siendo profundamente malinterpretada entre el público general.
Considera cómo los siguientes mitos acerca del español en Estados Unidos difieren de la realidad empírica.
Mito no. 1: Los latinos en Estados Unidos no quieren / no pueden / no van a aprender inglés.
Datos de la ciencia social muestran que los latinos aprenden inglés a una velocidad igual o mayor que grupos inmigrantes anteriores. En más de una década de estudiar el idioma en las comunidades latinas de EE.UU., aún no he conocido a un solo joven que no haya querido desesperadamente aprender inglés, ni he encontrado una sola referencia a un fenómeno como éste en el trabajo de mis compañeros lingüistas.
Mito no. 2: Hablar español en la escuela los desvirtúa de aprender inglés.
Esta creencia se basa en una falsa dicotomía que enfrenta al hecho de saber español contra aprender inglés. Afortunadamente, para los niños que no tienen dificultades en el lenguaje, saber un idioma no es un obstáculo en el aprendizaje de otro. De hecho, cierta evidencia sugiere que las políticas que restringen el uso del idioma que se habla en casa en realidad tiene efectos negativos en la adquisición de habilidades para leer y escribir en inglés.
Mito no. 3: Los niños simplemente aprenderán español en sus casas.
Las personas tienden a pensar que el idioma puede aprenderse solo al recibir suficientes aportes para “descifrar el código”; es decir, que escuchar a mamá y papá hablar en español es suficiente. Sin embargo, el idioma es mucho más que la suma de sus reglas. El idioma también es la identidad que formas en él; es decir, las experiencias, relaciones y los recuerdos que vienen de usar el idioma en diferentes contextos. En muchas comunidades latinas en EE.UU., el bilingüismo receptivo -un patrón en el que los padres les hablan a los hijos en español, y ellos responden en inglés- es bastante común. Mientras la comprensión es una habilidad importante de lenguaje, la expresión y las habilidades de lectoescritura son igualmente necesarias en los puestos de trabajo en el creciente mercado laboral bilingüe.
Mito no. 4: El español está tomando las escuelas en Estados Unidos
Si bien es cierto que se espera que el número total de hispanohablantes en Estados Unidos aumente, esto se debe a nuevas corrientes de inmigración. La historia del lenguaje en Estados Unidos muestra que los idiomas de los inmigrantes se pierden, en su mayoría o por completo, para la tercera generación. La investigación muestra que el español se está perdiendo a través de las generaciones a más o menos el mismo ritmo que idiomas de inmigrantes anteriores, como el italiano u holandés.
Al ver hacia atrás, es evidente que las políticas lingüísticas restrictivas, como la Proposición 227 han sido problemáticas desde el principio, pero en nuestra era de la globalización, la educación que busca erradicar el bilingüismo nativo de sus estudiantes tiene menos sentido que nunca en términos económicos y socioculturales.
Ahora con más o menos 45 millones de hablantes y una historia de 500 años, el español en Estados Unidos es un recurso económico y cultural que debe ser apreciado y cultivado cuidadosamente, no desmantelado generación tras generación.
Por lo tanto, llegó el momento de reconsiderar el sistema que acaba con el español en niños pequeños, solo para volverlo a introducir débilmente 10 años después como “un idioma extranjero”. En ese punto, en la mayoría de los casos, es demasiado tarde.
En cambio, lo que necesitamos desesperadamente es una política de educación lingüísticamente informada que apoye el aprendizaje y permanencia de ambos idiomas para todos los estudiantes que quieran desarrollar una fluidez bilingüe. No tenemos que forzar a nuestros estudiantes a elegir un idioma o el otro; pueden quedarse con ambos.
Las opiniones expresadas en este comentario le pertenecen exclusivamente al Dr. Phillip M. Carter.