Por Nathalie Cely Suárez, especial para CNN
Nota del editor: Nathalie Cely Suárez es la actual embajadora de Ecuador en Estados Unidos. Cely Suárez tiene un grado de Economista de la Universidad Católica de Guayaquil y fue consultora para el Banco Interamericano de Desarrollo. Síguela en @NathalieCely Twitter. Las opiniones expresadas en este texto le pertenecen exclusivamente a la embajadora Nathalie Cely Suárez.
(CNN Español) – En marzo, una niña pequeña murió asustada y sola en un refugio en México. Perdida en una arriesgada travesía desde las montañas de Ecuador para encontrase con su familia en Nueva York, a más de tres mil millas de distancia.
La muerte de Noemí Álvarez Quilloy de 12 años de edad, pone una trágica cara humana al fracaso de aprobar una importante reforma inmigratoria en Estados Unidos.
También desestima lo innecesariamente peligroso que se ha convertido para las familias en ambos lados de la frontera de Estados Unidos para estar “unidas”.
Desgraciadamente, la muerte de Noemí no es la primera, ni la última. De acuerdo con la Oficina de Reasentamiento de Refugiados de los Estados Unidos, se espera que el número de menores que viajan solos y que son capturados entrando a EE.UU. alcance 60.000 para el año que finaliza a 30 de septiembre de 2014, un aumento de 6.560 comprado con cifras del 2011.
En casos como el de Noemí, los padres pagan a “coyotes” —traficantes de personas— para traer a sus hijos a Estados Unidos. El camino es peligroso, ilegal y costoso: de acuerdo con el Departamento de Seguridad Nacional de los Estados Unidos el pago a los traficantes ha aumentado, entre los 3.000 y los 10.000 dólares para los inmigrantes de origen latinoamericano, quienes suman un 70% de todos aquellos que intentan cruzar la frontera desde México, según datos reportados por Alan Bersin, secretario subsecretario de Relaciones Internacionales del Departamento de Seguridad Nacional de EE.UU.
El Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados sostiene que los niños que migran se enfrentan a menudo a abuso y violencia a manos de coyotes y de tantos otros personajes oscuros que se cruzan en sus largas y desgarradoras travesías. En el caso de Noemí, tanto el hombre que sus padres contrataron para traerla a los EE.UU. como la niña fueron detenidos en México. Su muerte por ahorcamiento en un refugio para niños fue considerado un suicidio.
A falta de una reforma inmigratoria integral, el centro de atención debe de recaer en prevenir esta actividad. Ecuador está trabajado con sus Consulados en Estados Unidos para asesorar a los padres para que pongan la seguridad de sus hijos primero, antes de la ansiada necesidad de verlos y abrazarlos de nuevo.
Pero el problema va más allá de Ecuador. De hecho, la mayoría de las estadísticas gubernamentales de Estados Unidos sitúan a Ecuador entre los países que tienen menor número de inmigrantes indocumentados. De acuerdo con el Proyecto de Tendencias Hispanas del Centro Pew, hay aproximadamente 11,7 millones de inmigrantes indocumentados viviendo en Estados Unidos, 6 millones de estas personas, que equivale al 52%, son provenientes de México. Aproximadamente 100.000 son ecuatorianos.
Después de la disminución de la inmigración debido a la recesión económica (y a la percepción de menores oportunidades de trabajo), el número total de inmigrantes indocumentados que viven en Estados Unidos se ha mantenido estable, a pesar del número récord de 400.000 deportaciones al año y el incremento de seguridad en la frontera llevada a cabo por la administración de Obama. Muchos de estos inmigrantes son padres que abrieron el camino para sus hijos y otros miembros de su familia.
Estados Unidos ha intentado reducir la corriente de cruces ilegales —y el uso de coyotes— emitiendo una “advertencia” a los inmigrantes que piensan en cruzar la frontera a los Estados Unidos, que no cumplirán los requisitos para cualquier ley de reforma inmigratoria estadounidense, por ejemplo, la amnistía.
Ciertamente, el proyecto de ley aprobado por el Senado, rechazado desde entonces por el Congreso, proveía a 11 millones de inmigrantes la posibilidad de obtener la ciudadanía a aquellos que ingresaron en Estados Unidos antes del 30 de diciembre de 2011.
Por supuesto, esto no tomó en cuenta la situación de aquellos padres que estaban en Estados Unidos indocumentados antes de dicha fecha y quienes esperan que sus hijos sean lo suficientemente mayores para intentar cruzar la frontera. Este era el caso de los padres de Noemí.
Podemos hacer más en América Latina ante la escasez de la reforma inmigratoria, lo cual es un asunto complejo sumido en política. Por ejemplo, la economía del Ecuador se sitúa entre las que más crecen en América Latina, según cifras de la Cepal. Después de décadas de inestabilidad económica y política, el gobierno del presidente Rafael Correa ha hecho del país un lugar atractivo donde vivir, trabajar e invertir.
La promesa de una vida mejor en Estados Unidos es una de las principales razones por las cuales familias emprendieron el peligroso viaje a la frontera. Los ecuatorianos pueden encontrarlo ahora en Ecuador. Muchos otros países en América Latina también están creciendo rápidamente. Debemos comunicar mejor este mensaje a nuestras familias.
Claro que también debemos apoyar la reforma migratoria que abre una vía humana a la ciudadanía para las numerosas familias latinoamericanas que ahora viven y trabajan en Estados Unidos ilegalmente. Tan solo esto puede poner fin a la tragedia y a la violencia a la que se enfrentan cada día los niños intentando llegar a sus familias. Intentando llegar a su hogar.