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Por James Masters

(CNN) — Balas de goma, drones (naves robot no tripuladas) y policía antimotines entrenada por el FBI. Bienvenidos al Mundial Brasil 2014.

A un año de que millones de personas marcharan para protestar contra el gobierno y la celebración del evento deportivo más glamuroso del mundo, Brasil se está preparando.

El año pasado, mientras los neumáticos ardían y las protestas se intensificaban durante la Copa Confederaciones —un evento de preparación para el espectáculo futbolístico del mes próximo—, el cielo nocturno de Belo Horizonte se tornó rojo.

Las autoridades de la ciudad están decididas a que eso no se repita, así que arreglaron que el FBI encabezara una sesión de entrenamiento de una semana.

“El entrenamiento con el FBI se llevó a cabo en Belo, en donde nuestros agentes pudieron intercambiar experiencias con los agentes y colegas estadounidenses”, dijo a CNN Patrícia Luíza Costa, jefa de la división de capacitación de la Academia de Policía del estado de Minas Gerais.

“Los agentes del FBI estuvieron aquí por una semana; había 43 lugares y se registraron 308 agentes”.

La Oficina Federal de Investigaciones de Estados Unidos (FBI, por sus siglas en inglés), ha ofrecido asesoría en varios ámbitos como delincuencia organizada, mantenimiento de la paz y la importancia de respetar los derechos humanos.

Aunque se espera que haya protestas en Río de Janeiro y en Sao Paulo antes del torneo, no es probable que atraigan a la misma cantidad de personas que las del año pasado.

Sin embargo, no se dejará nada a la suerte. Según las cifras oficiales que publicó el Ministerio de Justicia, se desplegarán 57,000 elementos de las fuerzas armadas específicamente para el Mundial; se considera que 21,000 de ellos son “fuerzas de contingencia”.

Por aire patrullarán 48 aeronaves, entre ellos helicópteros y aviones, mientras que 20 barcos y 60 embarcaciones menores —como lanchas rápidas— patrullarán los mares.

Además, se instalaron 21 centros de comando en todo el país y se desplegaron baterías de misiles Gepard.

El gobierno dio a conocer más cifras que demuestran que 9.928 policías profesionales recibieron entrenamiento especial diseñado para el Mundial y los Juegos Olímpicos y Paralímpicos de 2016.

Los ‘ojos’ del Mundial

Se espera que el gobierno brasileño gaste cientos de millones de dólares en seguridad antes y durante el Mundial, pero los soldados y la policía no serán los únicos que estarán atentos a los manifestantes.

El gobierno brasileño compró dos sistemas de aeronaves no tripuladas —uno de ellos es un Hermes 900 de la empresa israelí Elbit Systems— para reforzar la seguridad durante el torneo.

“Estos drones son lo más sofisticado: pueden volar a 10,000 metros y son capaces de ver hasta a 110 kilómetros de distancia”, explicó Justin Pringle, experto en el tema y creador de sistemas de drones para la empresa británica Heliguy.

“Tienen un propósito puramente defensivo y los aficionados en el Mundial ni siquiera los notarán: los drones volarán demasiado alto como para que los noten”.

“Lo que harán es servir como un par adicional de ojos para la policía, lo que les permitirá planear y analizar cualquier situación que se presente. Son mucho más eficientes en costos en términos de vigilancia y evitan la necesidad de tener un helicóptero tripulado en el aire”.

Brasil firmó un contrato de 230 millones de dólares con Israel en 2009 para obtener drones para el Mundial y las Olimpiadas de 2016; realizarán además labores de vigilancia contra la tala ilegal en la Amazonia.

Las razones de las protestas

En Río de Janeiro, Sao Paulo y otras regiones hubo disturbios que provocaron violentos enfrentamientos entre la policía y los manifestantes.

En abril, la estrella brasileña, Neymar, dijo a CNN que apoyaba “las protestas pacíficas”.

“Opino que no hay ningún problema con las protestas, siempre y cuando sean pacíficas, sin violencia, sin vandalismo”, dijo el delantero del Barcelona. “Si es para que Brasil mejore, tienen que protestar”.

Con o sin la bendición de Neymar, no parece que las protestas vayan a terminar.

En abril, CNN reportó que una muchedumbre enardecida quemó barricadas y la policía bloqueó las calles por los enfrentamientos en el vecindario de Copacabana, en Río, en los que murió una persona.

La tensión es grande en las favelas que rodean a Río: la policía, con el apoyo del Ejército, ha llevado a cabo una campaña de pacificación para erradicar las bandas de narcotraficantes.

Se espera que el programa, que se implementó en 2008, continúe después del Mundial.

A principios de este mes, las autoridades de Río solicitaron ayuda al Ejército brasileño. Más de 2.000 soldados e infantes de marina entraron en el extenso barrio de Complexo da Mare, en la zona industrial del norte.

Mientras, Igor Resende lucha por superar los disturbios del año pasado; los recuerdos de la bala de goma que lo envió al hospital siguen siendo tan dolorosos como antes.

Resende es periodista deportivo y cubrirá el evento; espera otro verano de descontento mientras la principal justa del futbol concentra las frustraciones de una nación.

Las acusaciones de brutalidad policial y de corrupción en el gobierno han servido de arma a los manifestantes que siguen inconformes porque le concedieran la sede del Mundial a Brasil cuando preferirían que el dinero se dedicara a los servicios públicos.

“Tenemos muchas razones para protestar”, dijo Resende a CNN.

“Todo empezó en Sao Paulo con las protestas contra el aumento a la tarifa del transporte público. Luego se intensificaron cuando la policía reprimió a los manifestantes y muchas personas resultaron heridas, entre ellas periodistas. La gran pregunta en este Mundial es cuánto dinero se está gastando”.

“La gente preferiría que este dinero se usara para construir hospitales, escuelas y guarderías”.

“Incluso los exjugadores como Romario, quien ahora es político, han manifestado que sienten que el gobierno los traicionó al usar el dinero del erario para construir estadios”.

La FIFA, órgano rector del deporte a nivel mundial, espera las protestas. Su secretario general, Jerome Valcke, ha manifestado su apoyo a quienes busquen manifestarse pacíficamente.

“Respetamos totalmente el derecho a expresar su opinión y a protestar siempre que sea pacíficamente y siempre que los derechos de todos —manifestantes y otros— se respeten”, dijo a los reporteros.

¿Qué significa seguridad?

“El gobierno está bien preparado para los asuntos de seguridad”, dijo a CNN Christopher Gaffney, profesor visitante del Posgrado de Arquitectura y Urbanismo de la Universidad Federal Fluminense en Niteroi, Río de Janeiro.

Gaffney dedicó los últimos cinco años a examinar el efecto que el Mundial tendrá en la sociedad brasileña y dice que el gobierno ha hecho todo lo posible en su preparación para el torneo.

“Se han hecho grandes inversiones en armas de categoría militar, el gobierno federal preparó una fuerza antimotines de 10,000 elementos y habrá un agente de seguridad por cada 50 aficionados”, dijo.

“Qué significa seguridad es desde luego un asunto diferente, ya que Brasil funciona con un sistema de policía militar que considera que la ciudadanía puede ser el enemigo”.

En junio de 2013, cuando en Belo Horizonte, la tercera ciudad más grande del país que cuenta con cinco millones y medio de habitantes, se celebraba la Copa Confederaciones, más de 1,000 manifestantes se instalaron en la plaza Siete de Septiembre, en el centro de la ciudad, y corearon consignas en contra del gobierno y la policía.

“La magnitud y la ferocidad de las protestas tomaron a todos por sorpresa”, dijo el periodista y escritor británico, James Montague, quien se encontraba en Belo en ese entonces.

“La primera manifestación que vi de cerca fue en Río”, dijo Montague, autor del libro Thirty-One Nil.

“Fue pacífica. Se trataba principalmente de estudiantes y activistas. Vi que la policía, sin que la provocaran, la aplastó con balas de goma, gases lacrimógenos y granadas aturdidoras. Todo el daño surgió de eso, pero podías ver que la policía militar de Río tenía experiencia en pacificación”.

“En Belo Horizonte fue diferente. La policía perdió el control mientras los manifestantes —algunos activistas, pero principalmente jóvenes de las favelas que se habían unido a las manifestaciones— tomaron el control de las calles y las saquearon. Fue necesaria la intervención de un helicóptero de la policía para recuperar finalmente el control alrededor del estadio. Al final, todo se resumió a la delincuencia básica de un grupo de manifestantes”.

En su blog, Hunting White Elephants, Gaffney escribió: “El riesgo real es para el Mundial, por eso es que el gobierno hace despliegues enormes de seguridad para demostrar a los extranjeros que combaten la delincuencia con mano dura y que protegerán la infraestructura esencial”.

“Siempre hay elementos de las exageraciones de los reportes de los medios que reflejan los temores de los medios internacionales y no las realidades de los lugares desde los que se reporta”, dijo.

“Si el Mundial se celebrara en Estados Unidos, ¿los medios británicos hablarían de las masacres aleatorias en los cines?”.

“Sin embargo, el problema de la violencia en las ciudades brasileñas es muy real y la droga más peligrosa es la que se venderá abiertamente en los estadios, en violación a la ley brasileña: el alcohol”.

Camillo Fraga, secretario municipal del Mundial en Belo Horizonte, afirma categóricamente que su ciudad estará totalmente preparada.

Belo alberga al estadio Mineirao —con capacidad para 62.000 espectadores— y tiene no menos de 12.000 bares; busca promocionarse como un destino turístico internacional.

El estado de Minas Gerais, al que pertenece Belo, posee el 60% del patrimonio histórico y cultural de Brasil, según la publicación de la oficina de turismo de la ciudad.

“Para nuestra ciudad, esta es la oportunidad más grande de internacionalizarse. La gente lo entiende. Ven que Río y Sao Paulo son ciudades internacionales y nosotros no”, explicó.

Se espera que los grupos de protesta, que suelen recurrir a la táctica anarquista de disfrazarse uniformemente, usen el Mundial como vehículo para exponer sus quejas antes y durante el torneo que durará un mes.

“Parecerá que hay ley marcial en Brasil”, dijo Montague.

“Si la Copa Confederaciones sirvió como indicio, la policía armada estará en todas partes y no dudarán en usar una bala de goma para sofocar el problema más insignificante. Ellos no se andan con juegos”.