Por Caitlin Schmidt, especial para CNN
(CNN) — En 2011, Brittany Miles consideró que la comida era su enemiga.
Al ser molestada por sus compañeros por tener sobrepeso desde que tenía siete años, decidió pelear en la única forma en la que sabía.
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Al comienzo de su último año en la preparatoria, con una talla 18, Miles comenzó a hacer dietas y ejercitarse compulsivamente. Para el momento en el que comenzó la universidad al año siguiente, era talla 4 y estaba obsesionada con perder peso.
“Nuestra sociedad y mis compañeros me dijeron que no era querible porque era gorda. Que cuando era gorda, no podía ser nada más”, dijo Miles, quien ahora está en su último año y es estudiante de Biología en Georgia Tech en Atlanta, Estados Unidos. “Así que estaba determinada a alejarme lo más posible de ser gorda”.
Comenzó lo que llama una guerra contra las calorías, y rápidamente se salió de control. Se limitó a entre 400 y 600 calorías y hacía 90 minutos de ejercicio intenso diariamente. Sin embargo, en su menor peso, Miles nunca bajó de ser talla 4.
“Solo porque mi estructura ósea me impidió ser la talla 00 que todos imaginan, eso no significa que no estuviera en un lugar inseguro y nada saludable”, dijo.
Aunque estaba 6.8 kilogramos por debajo de su peso, nadie notó sus hábitos porque estaban demasiado ocupados elogiándola por su pérdida de peso.
“Constantemente empujamos a las personas a perder peso, pero a veces eso no es correcto para todos”, dijo Miles.
En Estados Unidos, aproximadamente 20 millones de mujeres y otros 10 millones de hombres tienen un trastorno alimentario clínico, como anorexia o bulimia, según la Asociación Nacional de Trastornos Alimentarios del país. Muchas personas también luchan con alguna forma de insatisfacción corporal o trastornos alimentarios no saludables que pueden llevar al desarrollo de trastornos clínicos. En estudios se sugiere que medio millón de adolescentes tiene un trastorno alimentario, y que sus preocupaciones por el peso comenzaron a los seis años.
Miles dice que no trató a su cuerpo como si lo amara cuando comenzó a perder peso.
“Lo privé, castigué y torturé”, dijo Miles. “Estaba convencida de que una talla más pequeña de vestido era la clave de la felicidad”.
Romper el ciclo
El día después de que Miles se mudó a su dormitorio universitario, saludó a una chica en el pasillo que se mudaba con la ayuda de su familia.
La hermana de su compañera se percató de que Miles estaba anormalmente delgada. Una chica que se recuperaba de la bulimia y estudiaba para ser una psiquiatra de trastornos alimentarios, la hermana tenía una sensación sobre Miles y le pidió a la compañera que estuviera al pendiente de ella.
Después de solo unos meses, la compañera se percató de que Miles no estaba en un buen lugar, mental o físicamente. Su dieta restrictiva y ejercicio obsesivo eran obvios, así que confrontó a Miles sobre el tema, lo que finalmente le permitió sacar todo.
“Lo que pasa con los trastornos alimentarios es que sabes que tienes uno. No necesitas que alguien te diga que estás enfermo”, dijo Miles. “Lo que necesitaba era alguien que entendiera y me ayudara a entender que aumentar de peso estaba bien”.
El proceso fue lento y difícil. Pasó los primeros seis meses convenciéndose de que cosas como pizza y chocolate estaban bien; que comerlas no sería el fin del mundo.
Con el paso del tiempo, comenzó a ejercitarse menos, comer más y cambiar sus actitudes hacia la comida y su cuerpo.
“Durante la recuperación, te percatas de que tienes que elegir”, dijo Miles. “Puedes elegir intentar y encajar en un molde predeterminado, o puedes enfocarte en ser la versión más feliz, saludable, tanto mental como físicamente, de ti misma”.
Aunque Miles dijo que comenzar su recuperación fue lo más difícil que ha hecho, también sabe que era necesario recuperar su vida.
Encontró apoyo en una comunidad en línea, una zona libre de juicios donde podía expresar sus temores. Miles dice que las personas con las que se comunicó no eran expertos sino personas de verdad que habían estado donde ella estaba y podían compartir sus propias experiencias.
Aumentó 27.2 kilogramos desde que comenzó su recuperación y ha mantenido su peso durante 15 meses. Actualmente tiene una talla entre 10 y 14, y dice que la parte más importante es que está feliz y parece que a su cuerpo “le gusta estar con este peso”.
“Al final del día, el peso realmente no importa en un trastorno alimentario porque es una enfermedad mental”, dijo Miles. “Sí, hay una manifestación física de esta enfermedad mental, pero no es un problema que se derive de tu salud física”.
Una enfermedad compleja
Muchas personas con trastornos alimentarios no parecen que tienen uno, dijo Claire Mysko de la Asociación Nacional de Trastornos Alimentarios de Estados Unidos. Dice que es importante recordar que no hay una imagen universal de cómo la anorexia o la bulimia se manifiesta físicamente, y que una persona puede luchar mentalmente sin verse “enferma”.
“Los trastornos alimentarios son enfermedades complejas con raíces complejas”, dijo. “Hay una fuerte influencia cultural para ser delgado, y muchas personas son vulnerables a eso”.
La mayoría de las personas no pueden superar un trastorno alimentario por su propia cuenta y necesitan ayuda profesional. En su sitio web, la asociación ofrece varias opciones para encontrar ayuda, como apoyo telefónico, chats en vivo con consejeros y remisiones para tratamiento y grupos de apoyo.
Hay un vínculo entre cuestiones como depresión o ansiedad y trastornos alimentarios, dijo Mysko. Los medios y la cultura popular a menudo impulsan el mensaje de que la delgadez es la solución para todos los problemas, dijo, y una persona con depresión puede ser influida fácilmente por eso.
Mysko supervisa Proud2BeMe, un sitio que funciona en conjunto con su asociación de alimentación que fue formada en 2011 en respuesta al uso creciente de internet para promocionar trastornos alimentarios e imágenes corporales irreales.
“Hay una proliferación de mensajes en las redes sociales y un conjunto constante de imágenes que promueven la pérdida de peso”, dijo Mysko. “Pero también vemos un incremento en comunidades en línea que tienen mensajes positivos y ofrecen apoyo a aquellos que tienen trastornos alimentarios”.
Otra ventaja de las redes sociales es que los usuarios tienen la capacidad de curar sus propios muros, escoger las personas y grupos que quieren que aparezcan en su muro. Para alguien en recuperación o que lucha con un trastorno alimentario, la capacidad de “apagar” las imágenes y mensajes negativos puede ser un gran paso en la dirección correcta, dijo Mysko.
“No hay una línea recta hacia la recuperación”, dijo. Sin embargo, el primer paso es llegar a un lugar donde quieran ayuda y buscar ese apoyo de amigos, familiares o a través de un médico o consejero.
Cadena de favores
Miles ahora tiene un sitio en Tumblr que alienta a las personas a aceptar sus cuerpos y les recuerda que los trastornos alimentarios no se manifiestan en una cierta apariencia. Dijo que comenzar su propio blog era su forma de apoyar a otras personas en su situación, especialmente a aquellos que se recuperan para tener una mayor talla.
Ya no ve a la comida como su némesis y come lo que la hace feliz, sin dejar que las calorías controlen las elecciones que toma. Está orgullosa de que experimentó alimentos que no se habría atrevido a comer durante su enfermedad.
“Las personas que no me conocen me ven ahora y ven una fotografía del ‘antes’. No saben que soy una fotografía de ‘después’ con 14 años en su proceso”.
Ahora con 21 años y amando su cuerpo, ya no es la niña insegura de siete años que era molestada en la escuela.
“Creo que la positividad de cuerpo es para todos. No hay límite de peso o prueba de bienestar físico para ser feliz contigo mismo”.