Por Nima Elbagir y Laura Smith-Spark, CNN
(CNN) — Vaya semana que ha tenido Meriam Yehya Ibrahim, la sudanesa cristiana que inicialmente se enfrentaba a la pena de muerte tras negarse a renunciar a su religión.
Pensó que estaba libre al fin luego de que un tribunal de mayor rango ordenara que la liberaran. Un día después, estaba de nuevo bajo custodia de la policía.
Ahora la acusan de falsificar sus documentos de viaje y se ha refugiado en una casa de seguridad en Jartum, la capital de Sudán, porque teme por su seguridad.
En entrevista vía telefónica con CNN, Ibrahim habló de cómo dio a luz en prisión, de que teme por su familia y de que ahora se enfrenta a un futuro lleno de incertidumbre.
Cuando se le preguntó cómo se sintió cuando estuvo en prisión y le negaron el acceso a un hospital mientras se aproximaba el nacimiento de su hija, Ibrahim respondió: “Solo pensaba en mis hijos y en cómo iba a dar a luz. Más que nada estaba asustada de dar a luz en prisión”.
La mujer de 27 años tenía razones para estar alarmada.
“Di a luz encadenada. No tenía esposas en mis piernas, sino cadenas. No podía abrir las piernas, así que las mujeres tuvieron que levantarme de la mesa. No estaba atada a la mesa”, dijo.
Los médicos temen que las circunstancias del nacimiento de la niña tengan consecuencias duraderas.
“No sé si ella necesitará apoyo para caminar o no”, dijo Ibrahim.
El jueves 24 de junio la liberaron junto con su esposo, el estadounidense Daniel Wani, luego de que los detuvieran dos días antes a su llegada al aeropuerto de Jartum. Trataban de abordar un vuelo con sus dos hijos con destino a Estados Unidos.
Ahora están esperando a ver qué pasa tras las más recientes acusaciones contra Ibrahim: viajar con documentos falsos y falsedad de declaraciones.
“Actualmente estoy en un lugar seguro. Definitivamente estoy a salvo pero no estoy cómoda”, dijo Ibrahim.
La juzgaron como ‘no creyente’
El calvario de Ibrahim comenzó cuando uno de sus familiares (quien es musulmán) presentó una denuncia penal en la que afirmó que su familia estaba impactada porque descubrieron que se había casado con Wani, un hombre cristiano, luego de haber estado desaparecida durante varios años.
Un tribunal sudanés consideró que Ibrahim era musulmana porque su padre era musulmán. La acusaron de adulterio porque en Sudán es ilegal su matrimonio con un hombre cristiano. También la acusaron de apostasía: de haber renunciado ilegalmente a la que supuestamente era su religión original.
La condenaron cuando tenía unos ocho meses de embarazo.
Ella insiste en que nunca ha sido musulmana y que la juzgaron como cristiana mientras estuvo en prisión.
“Siempre he sido cristiana. No podría haber sido musulmana por las cosas que dicen y la forma en la que me tratan… cada vez venía a verme un jeque distinto y las mujeres de la prisión decían toda clase de cosas, como ‘no se coman la comida de la no creyente’ y me llamaban cristiana”, dijo. “Decían toda clase de cosas e incluso los celadores lo hacían”.
Varias personas —políticos, trabajadores humanitarios y legisladores— fueron a visitarla en prisión y prometían ayudarla, relata, pero ninguno le ofreció asistencia real. Finalmente, tras semanas de que su condena por apostasía y adulterio causara controversia a nivel internacional, se revocó la sentencia.
Ibrahim: mis documentos estaban ’100% correctos’
Ahora, las autoridades sudanesas acusaron a Ibrahim de tratar de salir del país sin contar con los documentos correctos. Los Servicios de Inteligencia y Seguridad Nacional de Sudán afirman que tenía documentos de viaje de Sudán del Sur a pesar de que no era ciudadana de ese país y que se dirigía a Estados Unidos, que no es su país de origen.
Sin embargo, ella sostiene que “nunca falsifiqué ningún documento” y tenía derecho a viajar de acuerdo con los documentos que portaba.
“¿Cómo es posible que mis documentos estén mal? Mis documentos provienen de la embajada. Están 100% correctos y el embajador de Sudán del Sur y el de Estados Unidos los aprobaron”, dijo.
“La embajada de Sudán del Sur asumió la responsabilidad y liberó los documentos. Es mi derecho usarlos y tengo un pasaporte de Sudán del Sur porque mi esposo es ciudadano de Sudán del Sur. Tiene un pasaporte estadounidense y un pasaporte de Sudán del Sur”.
Ibrahim también tiene una visa estadounidense.
Dijo que la forma en la que los agentes de la policía sudanesa los arrestó en la sala de espera del aeropuerto había sido “aterradora”.
“Estábamos asustados y nos preguntábamos que pasaba. Nos encerraron en esa habitación entre cuatro y cinco horas y todo ese tiempo tratamos de descubrir cuál era el problema”, dijo.
Ibrahim afirma que se presentó el caso ante el tribunal antes de que la policía hubiera investigado las acusaciones en contra suya y de su esposo. Cuando finalmente descubrieron cual era su supuesto delito, estaba sorprendida, relata.
“Ni siquiera puedo decidir qué debo hacer en este momento. Quiero viajar pero al mismo tiempo no quiero viajar. Pero el estado en el que me encuentro indica que estoy obligada a hacerlo. Cada día hay un problema nuevo relacionado con mi partida”.
Cuando se le preguntó si las autoridades estaban tratando de complicarle la vida, Ibrahim respondió: “No sé cuál es su problema”.
Fe en su esposo
Ibrahim solo espera poder irse junto con su esposo y sus hijos.
“Eso es exactamente lo que quiero. Nada más”, dijo.
Pero a pesar de todo lo que ha vivido hasta ahora, insiste en que no tiene miedo. Tendrá fe en su esposo, dijo Ibrahim, y confía en que protegerá a la familia.
“Si algo nos pasa, él es el responsable ante todos los demás. Esto es protección y es mejor para nosotros. Iré a donde él nos lleve, eso no es problema”.