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MIRANSHAH, Pakistán (CNN) -— En una tienda de té en Miranshah, un polvoriento pueblo del noreste de Pakistán, una tetera vacía pende de un gancho a la espera de que la usen mientras las moscas vuelan sobre las canastas llenas de dulces que se secan bajo el sol de julio.

Las calles aledañas están inusualmente tranquilas: no hay niños jugando ni viejos vendiendo fruta; no se escucha el zumbido de las máquinas en los talleres locales. El bullicio de la vida cambió por un silencio sepulcral en la mayor ciudad de la zona, Waziristán del Norte, en Pakistán. Gran parte de la ciudad está en ruinas y no se ve a sus habitantes por ninguna parte.

El Ejército pakistaní organizó una visita inusual y yo fui uno de los periodistas a los que llevaron a la región en la que el Ejército ha librado una ofensiva terrestre total contra los militantes desde mediados de junio. El operativo se llama Zarb e Azb en honor a la famosa espada del profeta Mahoma.

El general mayor Zafar Khan, comandante de la 7ª División del Ejército pakistaní y encargado de la operación, dijo a CNN que en los meses previos a la campaña, la región se había vuelto un “punto de reunión y refugio” para los militantes (locales y extranjeros) en Pakistán.

Durante casi tres semanas, Waziristán del Norte (una zona montañosa que colinda con Afganistán) sufrió una serie de ataques aéreos antes de que las tropas terrestres llegaran. De acuerdo con Khan, el 80% de Miranshah y sus alrededores han estado libres de militantes. Desafortunadamente, parece que la población local también se ha ido.

El general mayor Asim Bajwa, líder de Relaciones Públicas Interinstitucionales de Pakistán, nos guió por varios complejos que se recuperaron en la ciudad, que ahora está de nuevo bajo el control de las fuerzas armadas. Tras salir de la base de la 7ª División, nos condujeron por un paisaje color beige y por aldeas como Machis, que sufrió ataques con drones (naves robot no tripuladas) y ahora está desierta. Los soldados montaban guardia afuera de un supuesto complejo de al Qaeda cercano a la aldea. De acuerdo con Bajwa, recuperaron folletos y documentos que indican que los combatientes afiliados a la red terrorista lo usaban.

Nos condujeron por una serie de escalones empinados que se internan en el complejo: nos encontramos en un frío laberinto de túneles y solo nos guiaba la tenue luz de nuestras linternas. Bajwa nos dijo que los túneles “se prolongan al menos dos kilómetros”. Es una formidable base de operaciones para los militantes.

El trayecto hacia el pueblo propiamente dicho fue surrealista: se escuchaba la música de unas películas clásicas mientras los soldados que nos acompañan hablaban del partido de Alemania contra Brasil en el Mundial que se jugó la noche anterior. Por la ventana veíamos soldados que inspeccionaban los edificios dañados por las explosiones. Nos indicaron que no nos separáramos del grupo porque la zona aún no está libre de dispositivos explosivos improvisados (IED, por sus siglas en inglés), las bombas típicas de los militantes de la región.

De acuerdo con el general mayor Khan, en Miranshah se han recuperado al menos 23 toneladas de equipo para fabricar IED.

En el patio de una casa que se encuentra en las ruinas del bazar de la ciudad se colocaron las armas y las municiones en patrones abstractos; las balas estaban alineadas con una simetría macabra. Los oficiales militares nos dijeron que este era el complejo que usaba el Movimiento Islámico de Turkestán del Este, un grupo terrorista clandestino al que se atribuyen ataques en otros países de la región, como China. Nos mostraron la clínica casera que levantaron para sus soldados. Al parecer a los terroristas también les duelen los dientes.

Una mezquita es la pantalla para otro escondite clandestino. Una serie de escaleras nos llevaron a un librero que sirve como puerta a un pasaje secreto que, según nos dijeron, se usó como ruta de escape.

Parece que no capturaron a nadie. El general mayor Khan dijo que los líderes de otros grupos, como el Talibán en Pakistán, huyeron a Afganistán antes de que iniciara el operativo. “Ahora manejan las cosas desde el otro lado de la frontera”, explicó.

Las fuentes militares dicen que han muerto más de 400 militantes en este operativo, pero la información respecto a cuáles grupos están afiliados es imprecisa. Mientras tanto, la cantidad de personas desplazadas en Waziristán del Norte superó los 876,000, según cifras de la Autoridad de Manejo de Desastres FATA, la dependencia pakistaní que se encarga de las Zonas Tribales bajo Administración Federal.

A pesar de que teníamos acceso, los detalles sobre los militantes capturados no parecen muy claros. Cuando salimos de Waziristán del Norte nos enteramos de que un nuevo grupo militante, llamado Lashkar e Saif, declaró su existencia y afirmó que las regiones de “Spinwam, Dosalli, Razmak, Dattakheil, Shawal, Shava y otras partes de Waziristán están bajo el control total del Talibán, mientras que las fuerzas de seguridad solo controlan el bazar de Mir Ali y el de Miranshah”.

Las fuerzas armadas niegan la existencia de un grupo de esa clase. “Nunca dejaremos que los militantes regresen a Waziristán”, dijo Khan a la prensa en este valle al pie de las montañas Hindú Kush. Sin embargo, al día siguiente, Abidullah Abid, vocero del misterioso grupo Lashkar e Saif afirma que “recibiremos con balas a las fuerzas de seguridad en Waziristán”

Parecería que este mes en el que el Ejército pakistaní supuestamente ha logrado triunfos es solo el principio de la operación Zarb e Azb.

Con información del periodista Saleem Mehsud desde Islamabad.