Por Felix Gussone
(CNN) — Aproximadamente 44 millones de personas viven con demencia en todo el mundo, según la Asociación de Alzheimer. Para el 2050, se espera que ese número aumente más del triple a 115 millones.
En la lucha contra estas cifras en rápido crecimiento, los expertos de todo el mundo analizaron las últimas investigaciones en la Conferencia Internacional de la Asociación de Alzheimer en Copenhague, Dinamarca, esta semana.
Estas son cinco cosas que aprendimos sobre la enfermedad de Alzheimer y otras formas de demencia:
La hipertensión en la vejez podría salvar tu cerebro
La presión arterial alta es normalmente llamada la “asesina silenciosa”. Sin embargo, un nuevo estudio de la Universidad de California ahora sugiere que si tienes más de 90 años, la hipertensión puede salvar la vida de tus células cerebrales.
La hipertensión puede proteger contra la demencia a las personas de más de 90 años, según indican los autores del estudio.
Los investigadores siguieron de cerca a los 625 participantes que desarrollaron presión arterial alta en sus 90 durante 10 años y descubrieron que el riesgo por demencia era un 55% más bajo que las personas sin historial de hipertensión.
Sin embargo, el estudio no fomenta la hipertensión en los ancianos, dado que la presión arterial alta está relacionada con otras consecuencias graves.
“Yo no creo que diga que si encuentro a alguien que se encuentra bien a la edad de 90 años, cuya presión arterial es 120/80, deberíamos suministrarles sal para subir su presión arterial”, dice William Klunk, vicepresidente del Consejo Asesor Científico y Asociación Médica de Alzheimer.
El estudio simplemente muestra que cuando se trata de los niveles normales de presión arterial, podría no ser igual para todos con respecto a la edad, dijo.
Más vale tarde que nunca
Las personas mayores pueden reducir su riesgo de discapacidad cognitiva en una edad avanzada y la enfermedad de Alzheimer con varios cambios de estilo de vida, sugiere una nueva investigación.
Un ensayo clínico de dos años del Instituto Karolinska y del Instituto Finlandés de Salud incluyó a 1.260 participantes de 60 a 77 años de edad. Una parte del grupo recibió un “paquete de estilo de vida”, incluyendo orientación alimenticia, ejercicio físico, manejo de los factores de riesgo para la salud del corazón, entrenamiento cognitivo y actividades sociales. El grupo control recibió consejos de salud estándares.
Después de dos años, el grupo con intervención en su estilo de vida respondió mucho mejor en las pruebas de memoria y pensamiento.
Sabemos por estudios anteriores que implementar esos factores de estilo de vida en la mediana edad puede proteger contra la enfermedad de Alzheimer posteriormente, dice Ralph Nixon, presidente del Consejo Asesor Científico y Asociación Médica de Alzheimer. “La buena noticia de este estudio en particular es que este tipo de cambios se pueden implementar a tus 60 y 70 años de edad”.
Jugar hace tu cerebro más grande
Las personas de mediana edad que eran jugadores ávidos (piensa en crucigramas, damas, cartas) tienden a tener cerebros más grandes que las personas que no practicaron ningún juego, según un estudio reciente que analizó las exploraciones cerebrales.
“Es como mirar a la masa muscular de alguien”, dijo la doctora Laurel Coleman del Centro de Evaluación Geriátrica del Maine Medical Center. “Es malo cuando es más pequeño; es bueno cuando es más grande”.
Los investigadores observaron específicamente determinadas partes del cerebro de los participantes. El volumen entre los jugadores era mayor en áreas que tienden a ser dañadas por la enfermedad de Alzheimer, lo que sugiere la posibilidad de retrasar -tal vez incluso evitar- la enfermedad. Las personas que mantuvieron sus cerebros bombeados obtuvieron notas más altas en las pruebas de su capacidad para pensar.
Coleman sugiere mezclarlo: prueba actividades potencialmente estimulantes, como aprender un nuevo idioma o cambiar de la lectura de no ficción a ficción -cualquier cosa que plantee un desafío cognitivo.
El ejercicio también beneficia a la mente
El ejercicio también parece retardar el descenso hacia la demencia.
Dos conjuntos de datos del Estudio del Envejecimiento de Mayo Clinic sugieren que el ejercicio puede influir positivamente en cómo se desarrolla el deterioro cognitivo leve (un precursor de la demencia) y la demencia.
En un grupo de pacientes con deterioro cognitivo leve, el ejercicio parecía proteger contra el desarrollo de la demencia. Los datos de un grupo diferente de pacientes sanos que hacían ejercicio -ya sea de forma ligera o vigorosamente- mostraron que eran menos propensos a ser diagnosticados con deterioro cognitivo.
“Nunca diríamos que estas cosas impiden totalmente la enfermedad de Alzheimer, que te van a curar”, dijo Coleman, un geriatra. “Pero van a ayudar a tu cerebro”.
Una prueba de olfato puede detectar el Alzheimer
En el futuro, una prueba de tu sentido del olfato podría ayudar a los médicos a predecir tu riesgo de desarrollar la enfermedad de Alzheimer.
En dos estudios separados, los científicos descubrieron que las personas que no pudieron identificar ciertos olores eran más propensas a experimentar deterioro cognitivo. Los investigadores creen que las células cerebrales esenciales para el sentido del olfato de una persona son destruidas en las primeras etapas de la demencia.
Los investigadores dicen que esta información podría ayudar a los médicos a crear una prueba del olfato para detectar el Alzheimer con mayor anticipación. La detección temprana significa intervención y tratamiento temprano para disminuir la progresión de la enfermedad. Los médicos hoy en día solo pueden diagnosticar la enfermedad de Alzheimer, una vez que se ha causado un daño cerebral significativo.
“En vista de la creciente epidemia mundial de la enfermedad de Alzheimer, hay una necesidad urgente de pruebas de diagnóstico sencillas y menos invasivas que identifiquen el riesgo de Alzheimer mucho antes en el proceso de la enfermedad”, según indicó en una declaración Heather Snyder, directora de operaciones médicas y científicas para la Asociación de Alzheimer.
Jacque Wilson y Stephanie Smith de CNN contribuyeron con esta historia