Por Dana Ford, Amanda Watts y Jason Hanna
(CNN) — El reo Joseph Wood murió casi dos horas después de que iniciara su ejecución este miércoles, informó su abogado, asegurando que el preso de Arizona batalló para respirar durante la mayor parte del procedimiento.
“Le tomó a Joseph Wood más de dos horas para morir, y jadeó y sufrió para respirar por cerca de una hora y 40 minutos. Vamos a continuar nuestros esfuerzos para obtener información sobre el fabricante de estas drogas, así como el procedimiento y la fórmula experimental que realizó Arizona para utilizarlas este día”, aseguró.
No obstante, Charles Ryan, director del Departamento Penitenciario de Arizona, dijo que Wood estaba en estado de coma y nunca experimentó dolor durante su ejecución. “El registro claramente muestra que el preso estaba completamente sedado tres minutos después de que se le aplicaron las drogas de ejecución”, dijo Ryan.
El forense del condado Pima dijo que las agujas intravenosas estaban “puestas perfectamente” en los brazos de Wood y que durante la ejecución “no hubo filtraciones”, anunció Ryan.
“Parece que Arizona se unió a otros estados que han sido responsables por un horror completamente prevenible, una ejecución fallida”, aseguró el abogado Dale Baich en un comunicado.
Wood fue condenado por el homicidio y robo de su novia y el padre de la mujer en 1989.
“No creo que haya estado batallando tratando de respirar; no creo que estuviera sufriendo. Más bien sonaba como si estuviera roncando”, dijo Jeanne Brown, una familiar de las víctimas de Wood.
“Ellos no saben lo que es angustioso. Lo angustioso es ver a tu padre tirado en un charco de sangre, ver a tu hermana en un charco de sangre. Este hombre se lo merecía. Y de hecho no debería de decir que era un hombre”, comentó.
El proceso de ejecución comenzó a las 16:52 hora local y concluyó cuando se pronunció muerto a Wood a las 18:49.
Troy Hayden, un testigo de los medios de KSAZ, le dijo a los reporteros que fue difícil observar la ejecución. Comparó a Wood respirando como “un pez tratando de encontrar aire”.
“Fue difícil para todos los que estábamos en el lugar”, comentó.
El abogado de Wood ha solicitado una moción de emergencia luego de que comenzara la ejecución, asegurando que Wood había estado “jadeando y roncando por más de una hora”.
“El Departamento de Correccionales de Arizona comenzó la ejecución de Joseph Rudolph Wood a las 15:52. A las 15:57, el Departamento reportó que el señor Wood fue sedado, pero a las 16:02 comenzó a respirar. A las 16:03, su boca se movió. El señor Wood continuaba respirando desde ese momento. Comenzó a jadear y a roncar por más de una hora”, decía la moción.
Continúa: “Él estaba vivo. La ejecución violó el derecho del señor Wood a ser amparado por el Artículo Octavo, que garantiza el derecho a ser ejecutado sin un castigo cruel o inusual. Pedimos respetuosamente que esta Corte detenga la ejecución y requiera que el Departamento de Correccionales usen las provisiones para que le salven la vida, tal como lo requiere este protocolo”.
Los reos reclamaron por el uso de la droga
Más temprano, La Suprema Corte de Arizona levantó su breve suspensión de la ejecución del asesino.
En principio, Wood sería ejecutado a las 12:00, aunque se retrasó el procedimiento cuando la corte dijo que consideraría su petición de revisar sus peticiones.
La corte prosiguió con el mandato de ejecución, sin explicaciones, solo diciendo que consideró la petición, pero decidió que no revisará el caso de Wood.
El hombre se convirtió en el último estadounidense condenado a muerte que argumentó que un anestésico recientemente introducido en los protocolos de ejecución de algunos estados podría fallar en anestesiar por completo al reo antes de que le administraran las drogas letales, dejando a la persona sufriendo con una muerte agonizante.
Woods argumentó, entre otras cosas, que el estado utilizará un protocolo de drogas “experimental” con midazolam e hydromorphone.
En documentos que se presentaron en la Corte Suprema del estado, el prisionero rebatió el uso del anestésico midazolam, señalando que había tenido problemas en recientes ejecuciones de Estados Unidos y que violaría su garantía constitucional a no ser ejecutado de una forma cruel e inusual.
Mayra Cuevas, Ross Levitt y Michael Pearson contribuyeron a este reporte