Por Dominik Sipinski

(CNN) — Con hasta 300 días de lluvia por año, las Islas Feroe no van a convertirse en el próximo gran lugar donde pasar las vacaciones de verano.

Pero, ahora más que nunca, los turistas se sienten atraídos por el paisaje indemne, la idiosincrásica arquitectura y una simplicidad tranquilizante.

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Situadas en la Corriente del Golfo en el Atlántico Norte, a medio camino entre Noruega e Islandia, las 18 islas que componen las Islas Feroe tienen 600 millas (965 kilómetros) de carreteras y una población de ovejas que supera significativamente a las personas.

Muchos llegan, al igual que yo, con un conocimiento limitado de este remoto archipiélago.

Los guías turistas mencionan las Islas Feroe solo de pasada.

Pero las islas, un territorio de Dinamarca con una superficie total inferior a la de Londres y con solo 49.000 habitantes (y 70.000 ovejas), se están convirtiendo cada vez más en una parada de descanso para los viajeros que se dirigen a Islandia.

En cuanto llegué, conocí a Barour, un interno de la oficina de turismo local.

Mientras bebía una de las cervezas más caras de mi vida (10 dólares por un cuarto de litro) en el bar de un hotel en la capital Tórshavn, él me instruye sobre los sitios locales que debo visitar.

Tjornuvik es la localidad más al norte de la isla de Streymoy.

“Desde ahí, verás donde los gigantes islandeses lanzaron una cuerda para remolcar las Islas Feroe hacia su isla”, dice Barour.

Creación mitológica

Según el mito local, las criaturas de Islandia eran tan celosas de la belleza natural de las Islas Feroe que querían tener las islas para sí mismas.

Sin embargo, dos gigantes que nadaron durante la noche a través del océano lucharon para mover las islas.

Cuando salió el sol, se convirtieron en piedra.

Así es como Risin y Kellingin (“El Gigante” y La Bruja”), dos farallones al norte de la isla de Eysturoy, cada uno de unos 230 pies (70 metros) de altura, fueron creados, dice la leyenda.

A pesar del tamaño relativamente pequeño de las Islas Feroe, las distancias aquí son sorprendentemente largas y los autobuses públicos pasan con poca frecuencia.

Un cámper llevado por medio de un ferry o un auto de alquiler contratado localmente hace que viajar a las islas sea mucho más fácil.

Conducir alrededor de las Islas Feroe es una experiencia emocionante.

Las carreteras a menudo llanas y estrechas de un solo carril pasan a través de los alrededores estilo Tierra Media, lo que hace que el viaje por carretera sea perfectamente pintoresco.

Tal es el caso con la carretera a Tjornuvik, un parche tallado en roca en la cima de un acantilado casi vertical, con bahías de paso estrechas y ovejas que deambulan por las carreteras.

El camino hacia Saksun, a pocos kilómetros al sur de Tjornuvik, es menos exigente, pero igualmente inolvidable.

Once kilómetros de curvas ligeras en un frondoso valle conducen a una iglesia aislada con vista a un fiordo y rodeada de cascadas.

Tejados verdes

Dispersas a lo largo de estos caminos hay muchas casas con techos de grama.

Estas surgieron como una solución pragmática para las viviendas (ver galería), pero ya se han convertido en un símbolo para las islas.

Las casas se han construido así durante más de mil años, proporcionando protección contra la lluvia y aislamiento térmico.

Las largas horas de luz del día (aunque rara vez luz solar directa) en el verano permiten una exploración exhaustiva del norte de las Islas Feroe.

Las islas principales están conectadas por túneles subacuáticos y un puente: “El único puente sobre el océano Atlántico”, bromea Barour.

Al conducir por otro camino de ensueño desde Gjogv, conocido por su puerto natural en una quebrada, es evidente que si bien las Islas Feroe son una maravilla para una breve visita, la vida aquí es difícil.

Mientras espero el tan esperado atardecer del día casi polar, las hermosas islas comienzan a parecer monótonas.

La falta de perspectivas, la soledad y la lejanía son problemas para los jóvenes de las Islas Feroe y muchos se van a estudiar al extranjero.

Pero no todo es malo, dicen los que regresan.

“Tienes familiares cercanos y personas que te ayudan aquí, y el ambiente es tan anti-estresante”, dice Bodil, una mujer feroesa, de la isla de Eysturoy.

A pesar del clima tan imprevisible que, según un dicho local, Vivaldi habría podido componer “Las cuatro estaciones” en un solo día aquí, las Islas Feroe pueden encantar fácilmente a un turista con su belleza inusual.

Cómo llegar

La única aerolínea que ofrece vuelos regulares al aeropuerto de las Islas Feroe, Atlantic Airways, conecta al archipiélago principalmente con Copenhague y Billund, en Dinamarca.

Algunos vuelos salen hacia Noruega e Islandia.

Durante el verano, también hay conexiones poco comunes a Londres, Barcelona y Milán.

Un ferry semanal es otra opción para aquellos que estén dispuestos a soportar tres días en el normalmente agitado Mar del Norte.