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Por Jen Christensen

(CNN) — Es medicina antigua con un giro que suena a algo de ciencia ficción.

Dipanjan Pan, un científico en la Universidad de Illinois en Estados Unidos, y su equipo dicen que puede que encontraran una forma de impedir el crecimiento del cáncer, según un artículo presentado en la conferencia de la Sociedad Americana de Cáncer esta semana.

El trabajo está en sus primeras etapas, pero mostró éxito al detener el crecimiento de la célula del melanoma y el cáncer de mama en las pruebas de laboratorio. La técnica de Pan utiliza nanotecnología para ofrecer un elemento sintetizado similar al veneno encontrado en abejas, serpientes y escorpiones.

Textos antiguos muestran cómo los médicos utilizaron veneno para tratar enfermedades durante años. En el año 14 a.C., el escritor griego Plinio el Viejo describió el uso de veneno de abeja como una cura para la calvicie. Los médicos utilizaron piquetes de abeja para tratar la gota del emperador Carlomagno en el año 700. La medicina china tradicionalha utilizado el veneno de rana para luchar contra los cánceres de hígado, pulmón, colon y páncreas. Los médicos alternativos en Cuba utilizaron el veneno de escorpión para atacar los tumores cerebrales.

El problema general con inyectarle a alguien veneno es que puede haber efectos secundarios perjudiciales. Por ejemplo, los piquetes de abeja duelen y pueden inflamarse debido a la melitina, la toxina principal en el veneno de abeja, que además destruye membranas celulares. También puede causar que la sangre se coagule, dañar el músculo del corazón y dañar las células nerviosas saludables.

Las propiedades en el veneno que destruyen las células del cáncer pueden tener el mismo efecto en las células saludables; casi en la misma forma que la quimioterapia causa daño de células, y efectos secundarios dolorosos, mientras trata el cáncer.

Pero el laboratorio de Pan desarrolló una técnica para separar las proteínas y péptidos importantes en el veneno para que puedan utilizarse para detener el crecimiento de las células cancerígenas. Su laboratorio encontró una forma de sintetizar estas células útiles.

“Debido a que es sintética, no hay ambigüedad” en lo que la sustancia contiene, dijo Pan.

El material sintético entonces es proporcionado a las células cancerígenas por medio de nanotecnología. Al “camuflar toda la toxina como una parte de la nanopartícula”, dijo Pan, sobrepasa las células saludables y es atraída solo a las células cancerígenas. En otras palabras, está tan apretujada en la nanopartícula que no se escapa y causa otros problemas.

Añadida a las células cancerígenas, estas nanopartículas con el veneno sintetizado pueden alentar o detener el crecimiento de las células cancerígenas, y a final de cuentas podrían impedir que el cáncer se expanda.

Las partículas en el veneno de abeja parecen detener específicamente las células madre del cáncer.

“Eso es en lo que estamos interesados; aquellas son las células responsables de la metástasis y también son responsables de hacer que las células del cáncer crezcan de nuevo”, dijo Pan. “Si podemos atacarlas mejor al utilizar esta técnica, potencialmente tenemos un mejor tratamiento de cáncer”.

A diferencia de la quimioterapia, esta técnica más dirigida, en teoría, solo afectaría las céulas cancerígenas. Si tiene éxito, el agente natural encontrado en el veneno se volvería la base de toda una legión de medicamentos que luchan contra el cáncer.

La investigación de Pan se basa en un creciente cuerpo de investigación científica que muestra que las toxinas en el veneno pueden combatir las células cancerígenas sin dañar las células saludables. Por ejemplo, el médico Samuel Wickline en la Universidad de Washington en St. Louis, Estados Unidos, ayudó a desarrollar “nanoabejas” que también son analizadas para ver si pueden proporcionar una versión sintetizada de la toxina encontrada en el veneno de abeja para atacar las células cancerígenas en el cáncer de próstata.

Próximamente el laboratorio de Pan probará el veneno sintetizado y la combinación de nanotecnología en las células cancerígenas en ratas y cerdos. Si tiene éxito, entonces probarán la técnica en humanos. Predice que eso podía pasar en los próximos tres a cinco años.