Por Shannon Britton
(CNN) — A los 27 años de edad, pesaba más de 220 kilos y decidí someterme a una cirugía de bypass gástrico. Sé lo que podrías estar pensando: “Oh, elegiste el camino fácil”.
Déjenme decirles: someterse a una cirugía bariátrica no es nada fácil. Esto implica un compromiso total de cambio de estilo de vida.
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Antes de mi cirugía hace casi tres años, me reuní con mi cirujano, nutricionistas, entrenadores físicos y un psicólogo. Asistí a clases y aprendí sobre comidas, ejercicios y cómo cambiaría mi cuerpo. Aprendimos acerca de la cirugía plástica… a cuántos pacientes que pierden peso los operan porque tienen demasiada piel adicional colgando de su cuerpo en lugares extraños.
Estaba preparada, o eso creía.
Me operaron el 23 de noviembre de 2011, un día antes del Día de Acción de Gracias. Desde entonces, he perdido 122 kilos.
Pero para lo que no te preparan es para la forma en que cambias emocionalmente después de perder una gran cantidad de peso. Al principio, pensaba que tendría una confianza recién descubierta. Estaría más delgada e iba a querer correr desnuda por ahí. Está bien, quizá no desnuda, pero tenía esta fantasía en mi cabeza de que un día me despertaría con un cuerpo que amaba y me sentiría cómoda poniéndome me un bikini… que no me avergonzaría de mi cuerpo ni nada parecido.
Las personas me aceptarían más debido a que ya no me verían como una persona obesa y poco saludable. Salir en citas sería más fácil. La ropa me tallaría mejor. Ya no juzgaría a otras personas que fueran extremadamente obesas porque yo también fui enorme una vez.
Vaya, estaba equivocada.
Primero que nada, aunque me siento increíble y me está empezando a gustar cómo me veo, hay días en los que odio mi cuerpo. No me gusta cómo cierta ropa se me pega a mi exceso de piel, por lo que ésta resalta (es algo peor que una lonja). Odio la forma en que la piel cuelga de mis brazos, muslos, espalda y estómago. Odio que costará al menos 15.000 dólares (si no es que más) en la cirugía plástica para deshacerme de estas últimas 15 o 20 kilos de mi cuerpo.
También tengo estrías y cicatrices de la cirugía en mi abdomen y estómago, así que tener relaciones íntimas con mi novio puede ser intimidante en ocasiones. Sabía a lo que me estaba metiendo cuando decidí hacer esto, pero ese conocimiento no borra la inseguridad que siento cuando salgo de la ducha, o cuando un extraño o un niño se ríen debido a que no entienden por qué mi cuerpo es así.
Mis relaciones también cambiaron. Cuando recién me sometí a la cirugía, el chico con el que estaba era mi mejor amigo de siete años. Él me encontraba atractiva con mis 220 kilos, aunque no estoy segura de por qué. Pero una vez bajé mis primeras 30 kilos, él se fue.
Mi cirujano me explicó que esto es común entre sus pacientes que se han sometido a una cirugía bariátrica. Por alguna razón, puede afectar a tu pareja psicológicamente cuando tú eres la que baja de peso, cuando aumenta tu confianza y empiezas a recibir más atención. Pero la experiencia me enseñó que alguien que sienta celos de algo que me haga mejor persona, más fuerte y saludable nunca se interesó verdaderamente por mí.
Después de eso, salir en citas fue difícil, hasta que conocí a mi novio actual hace seis meses. La mayoría de chicos se asustaban porque temían llevarme a cenar, temían hacerme romper mi nueva dieta, y cuando veían una foto de cómo era antes, se empezaban a preguntar qué pasaría si subía de peso de nuevo.
¿Qué más me ha sorprendido acerca de perder peso? Nunca nadie me dijo que me molestaría cuando personas con obesidad severa recibieran atención especial porque eligen tener sobrepeso… como cuando programas de televisión muestran a personas que están felices de pesar 272 kilos, o personas que publican videos en YouTube en los que profesan su amor por su sobrepeso.
No me malinterpreten, creo que es genial que las personas se sientan cómodas en su propia piel, porque muchas veces yo no me siento así. Pero para mí, tener sobrepeso no fue una elección. Entonces, supongo que me costaba identificarme con ellos.
La obesidad es debilitante para tu salud. Utilicé la cirugía de bypass gástrico como herramienta para salvar mi vida, para que no desarrollara diabetes, para que no me diera un ataque cardíaco a la edad de 35 años, y con suerte, para disminuir mi riesgo de desarrollar cáncer. Ahora no tengo tolerancia hacia las excusas respecto a no poder alimentarse de forma saludable y ejercitarse.
Verás, esta es la conclusión: lo más importante que nadie te dice acerca de la pérdida de peso es que con el tiempo, la cifra que marca la pesa ya no importa.
Lo que importa es cómo te sientes, cómo te ves y qué tan feliz eres. Sé que con mi peso actual, todavía soy obesa por definición médica, pero estoy bien de salud. A través de mis días buenos y malos, ahora me siento más feliz que nunca. Cuando se me hace difícil o siento que estoy a punto de volver a mis viejos hábitos, saco una fotografía de cómo solía verme.
Y me recuerdo a mí misma que nada sabe tan bien como sentirse bien de salud.