Por Jake Wallis Simons, para CNN

(CNN) – Cuando de vello facial se trata, hay pocos defensores más apasionados que Phill Olsen.

Como “fundador y auto nombrado capitán” del Beard Team USA, fue el responsable de traer el deporte de la competencia de barbas a Estados Unidos en 2003.

Desde entonces, las cosas han, digamos, crecido.

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“Es realmente asombroso”, dice Olsen a CNN desde su hogar en California. “El interés en todo el mundo por la barba ha aumentado”.

“Ves más y más vello facial por todos lados, y cada vez, siento que es una pequeña victoria para mí. Los hombres finalmente se están liberando”.

El extraño mundo de las ‘competencias de barbas’

El 25 de octubre, se llevará a cabo el Campeonato Mundial de Barbas y Bigotes en Portland, Oregón.

Se espera que más de 300 “barbudos” compitan en una variedad de categorías, entre ellas la “la barba completa natural”, “diseño de barba completa con bigote”, “estilo imperial” y “estilo libre”. Se espera que miles de personas más vengan por el espectáculo.

“Los hombres son competitivos. Está en nuestra misma naturaleza”, dice Olsen. Así que ¿por qué no habríamos de competir por nuestras barbas? Es nuestra cualidad masculina excepcional; es lo único que podemos hacer que la mayoría de mujeres no pueden”.

La escala de este evento es emblemática en relación al gran resurgimiento de la cultura de la barba en el transcurso de los últimos años.

Para Olsen (quien luce una barba estilo Wookiee de 30 centímetros), lo que impulsa la creciente popularidad de las barbas masculinas son las políticas sexuales.

“Durante siglos, los hombres han sido presionados por las mujeres para que se afeiten sus rostros a fin de parecerse más a las mujeres”, dice.

“Finalmente, nos hemos dado cuenta de que debemos expresar nuestra masculinidad de forma natural, al dejarnos crecer la barba”.

Entonces, ¿qué piensa de los hombres que se afeitan?

“No desprecio a los que están bien afeitados”, dice con magnanimidad. “Simplemente siento lástima por ellos, porque no experimentan la majestuosidad de darse cuenta de todo el potencial masculino que poseemos”.

“En cuanto a quienes tienen una barba incipiente, aún deben pasar por lo que es la humillación casi diaria de mantenerla a ese nivel. Pero al menos han dado el primer paso, y no se han emasculado por completo”.

La barba como declaración social

Esta pogonofilia militante podría parecer un poco extrema.

Pero según el Dr. Allan Peterkin, el autor que reside en Toronto de “One Thousand Beards: A Cultural History of Facial Hair”, la barba siempre ha sido un símbolo social poderoso y a menudo controvertido.

“Ha sido solo desde hace poco que los hombres han tenido una opción respecto al vello facial”, dice. En la época victoriana, ciertas barbas o patillas eran la insignia de un caballero, o quizá de un deportista. Era algo conocido”.

En épocas anteriores, el clima era incluso más severo. Alejandro Magno prohibió la barba para que no supusiera una desventaja en el combate; varios gobernantes, entre ellos el rey Enrique VIII, Isabel I y Pedro el Grande, implementaron un “impuesto a la barba”, lo que la convirtió en un firme indicador de afluencia y estatus social (en Rusia a principios del siglo XVIII, los hombres barbados debían portar un “símbolo de barba” para demostrar que ya habían pagado).

“Tradicionalmente, los hombres han tomado sus indicadores del arreglo físico de las figuras de autoridad, como el rey, los políticos o los clérigos”, dice el Dr. Peterkin. “Las autoridades nos decían qué es ser un hombre y cómo deberíamos vernos”.

Al Underwood, ex competidor en el Campeonato Mundial de Barba y Bigote

“Hubo muchas declaraciones arbitrarias sobre el vello facial, que afirmaban que era pecaminoso, virtuoso o lo que fuera”.

“Siempre fue por razones de control. Los hombres mostraban su lealtad, y un indicio de su clase, en sus rostros”.

En muchas partes del mundo, éste sigue siendo el caso. La barba es de vital importancia en la mayoría de sociedades islámicas por ejemplo, y en Turquía, el tamaño y el giro del bigote muestra las afiliaciones políticas de la persona.

Cómo el vello facial puede ser usado para rebelarse

Por estas razones, el vello facial o la falta del mismo, tradicionalmente también puede significar subversión.

“Oscar Wilde era un hombre bien afeitado cuando todos sus contemporáneos tenían una gran barba victoriana”, dice Peterkin. “Con el simple hecho de hacer lo opuesto, haces una declaración. Hoy en día, tener barba es un tanto rebelde porque se aparta de lo tradicional”.

En el período de la posguerra, la exigencia militar de afeitarse denotaba decencia. Luego llegaron los beatniks, y los hippies, y el bigote de los setenta de Freddy Mercury, seguido por la barba incipiente de los ochenta y la barba de candado estilo grunge de los noventa.

“Entonces todo se salió de control”, dice Peterkin. “En este período posmoderno todo es aceptado, desde las barbas con recorte profesional hasta la locura hipster”.

“Los hombres en Occidente tienen más libertad de hacer lo que quieran y mantener sus empleos, y éste simplemente no fue el caso para nuestros padres y abuelos”. Podemos expresarnos de cualquier manera, y dejar crecer nuestro vello facial de más formas que antes”.

Hoy en día, muchos hombres se dejan crecer la barba para reflejar una transición en sus vidas, como un cambio de carrera o un divorcio.

Al Gore, por ejemplo, se dejó crecer la barba después de perder las elecciones presidenciales en 2000. Al hacer esto, cambió su rostro público, demostrando que se estaba convirtiendo en un académico donde las barbas son bienvenidas.

¿Cómo cambia la barba la forma en la que la gente te percibe?

Pero a pesar de la atmósfera que tolera más y más el vello facial, estudios han demostrado que tener barba altera radicalmente la forma en la que te perciben… y no necesariamente para bien.

Se ha argumentado que un hombre barbado parece estar más seguro de su fuerza (debido a que una barba de la que puedes tirar es una desventaja en una pelea) y de su sistema inmune (debido a que una barba puede fomentar el desarrollo de parásitos, chinches y pulgas de playa). También es percibido como alguien que tiene un estatus social más alto.

Sin embargo, varios estudios han sugerido que la barba hace que un hombre se vea más masculino y agresivo, de edad más avanzada y, en términos generales, menos atractivo para las mujeres.

“Tener barba es una declaración audaz, incluso hoy en día”, dice el Dr. Peterkin. “Es por eso que evoca tanta emoción. Y es por eso que casi nunca ves a un político o a un banquero con barba. No se pueden dar el lujo de alejar a una parte importante de la población”.

Phil Olsen discrepa enérgicamente. “Soy abogado”, dice, “y nunca he recibido un comentario negativo sobre mi barba, por parte de ningún cliente, juez o abogado contrario”.

“No ha sido un obstáculo, sino un activo en mi trabajo. Es una distinción, algo que ayuda a que la gente me recuerde”.

“Demuestra que la persona está dispuesta a ser un individuo, a destacarse, arriesgarse, a ser audaz. En muchas profesiones, eso debería aumentar el aprecio con el que la persona cuenta dentro de la comunidad”.

¿Hemos llegado al punto máximo de la barba?

¿A dónde vamos ahora en términos de la barba? El Dr. Peterkin cree que la naturaleza de la moda es tal que después de cada pico habrá una depresión, y pronto veremos una disminución en el nivel del entusiasmo por el vello facial.

Sin embargo, Olsen piensa que la revolución apenas está comenzando.

“Las personas tienen que darse cuenta de que no todas las barbas son creadas iguales”, dice. “Hay una barba adecuada para cada rostro. Pueden cepillarlas, limpiarlas y arreglarlas”.

“Tan pronto como las personas empiecen a comprender que tener una barba no es lo mismo que no cepillarse los dientes o no tomar una ducha, y que hay algo para todos, el cielo es el límite”.

“Los hombres necesitan liberarse. Me gustaría ver que aumenten los campeonatos de barbas y con el tiempo, lleguen a estar al nivel de las Olimpíadas”.