Por Barak Barfi
Nota del editor: Barak Barfi es un investigador en New America Foundation, donde se especializa en asuntos árabes e islamitas. Ha fungido como el consejero principal de la familia de Steven Sotoloff, un periodista estadounidense asesinado por ISIS. Las opiniones expresadas en este comentario son exclusivamente las del autor.
(CNN) — A pesar de enfrentar una fuerte campaña de ataques aéreos, el Estado Islámico continúa movilizándose a lo largo de Siria. Esta semana, intensificó su asedio en la ciudad kurda siria de Kobani. Aunque es demasiado pronto como para descartar la estrategia estadounidense cuyo propósito es “degradar y en última instancia destruir” a ISIS al apoyarse en los ataques aéreos y los rebeldes sirios, la semana de apertura fue un completo fracaso.
Para que la operación sea un éxito, Washington debe aprovechar el apoyo de un grupo que ha rechazado: los kurdos sirios.
Para entenderlo mejor, ISIS es la fuerza de combate más poderosa en todo el norte y el este de Siria. Sus principales competidores islamistas se han ido debilitado en los últimos meses. La brigada salafista Ahrar al-Sham ha visto sus acciones desplomarse después de que Qatar redujera su financiación y tras la muerte de su líder. ISIS sacó a la filial de al Qaeda, Jabhat al-Nusra, de sus bastiones orientales de Deir al-Zour. Y la brigada Tawhid ha estado a la deriva desde la muerte de su líder el año pasado.
Pero Washington no tiene sus esperanzas puestas en estos grupos desagradables desde el punto de vista político para desplazar a ISIS. En lugar de ello, ha armado a las brigadas más pequeñas y menos poderosas de la organización paraguas independiente conocida como el Ejército Libre Sirio y ha anunciado un programa para capacitar a 5.000 rebeldes en Jordania y Arabia Saudita.
Equipar al Ejército Libre Sirio tuvo un comienzo difícil. Fuentes en Turquía me dijeron este verano que una brigada intentó vender misiles TOW antitanques suministrados por Estados Unidos a Jabhat al-Nusra por 25.000 dólares este año.
Proporcionar dinero, armas y entrenamiento a las unidades del Ejército Libre Sirio no derrotará a ISIS.
En su lugar, requerirá un cambio fundamental en el pensamiento del Ejército Libre Sirio. Una de las fortalezas principales de ISIS es su cohesión de la unidad. Sus cuadros están unidos ideológicamente, luchando por la causa del Islam. Estos vínculos doctrinales aseguran que las unidades no se separen cuando son puestas a prueba.
En contraste, las brigadas del Ejército Libre Sirio a menudo luchan por ganancias materiales y estatus social. En una situación de combate, sus fuerzas a menudo se desintegran y ya no actúan como un equipo. Fui testigo de esto por mí mismo, cuando pasé tiempo con ellos en el frente en 2012 y 2013.
También hay desafíos más mundanos. No hay grupos de rebeldes que puedan enfrentar a ISIS en su bastión sirio de Raqqa. En el verano de 2013, el contingente más fuerte de la ciudad del Ejército Libre Sirio, una alianza independiente conocida como la Brigada no. 11 en su mayoría cedió ante Jabhat al-Nusra.
Cuando comenzaron los enfrentamientos entre ISIS y otras organizaciones a finales de 2013, ISIS expulsó a Ahrar al-Sham de la ciudad.
Hoy en día, tiene un absoluto dominio en Raqqa.
Para rodear y atacar la ciudad, los grupos del Ejército Libre Sirio tendrían que viajar aproximadamente 160 kilómetros desde sus bastiones del noroeste en Alepo e Idlib. Las limitaciones logísticas (estas brigadas rara vez luchan más allá de sus regiones de origen) harían que el reabastecimiento de las unidades de ataque con municiones, alimentos y combustible no sea viable.
Y si Washington espera un levantamiento civil para derrocar a ISIS en Raqqa, podría tener que esperar hasta que el Armagedón que los yihadistas predicen ocurra en Siria. Los medios de comunicación occidentales han representado las zonas controladas por ISIS como mercados de esclavos donde una población civil aterrorizada vive en constante temor. Pero existe evidencia de que muchos de ellos no albergan tal temor. Algunos habitantes de Raqqa con los que hablé vía Skype y en Turquía dijeron que muchas personas en la ciudad apoyan a ISIS.
¿Y por qué habrían los sirios de someterse a un grupo que busca controlar la mayoría de facetas de sus vidas? Porque, como todo el mundo sabe, lo dijo el presidente Bill Clinton en broma: “Es la economía, tonto”.
En un país devastado por la guerra donde los civiles deben hacer fila durante horas para conseguir pan, donde tienen que soportar cortes de energía constantes y pasan apuros para conseguir combustible, los habitantes de Raqqa viven en una isla paradisíaca de materias primas. Los campos petroleros de ISIS proporcionan gas, sus presas suministran electricidad, y su burocracia eficiente asegura que las abarroterías cuenten con suficientes reservas de productos básicos. El presidente Barack Obama puede creer que ISIS “ciertamente no es un estado”, pero los sirios bajo su control están agradecidos por sus servicios estatales.
Lo más importante es que el grupo garantiza seguridad en un país donde no hay ninguna. El caos y el saqueo que caracteriza a las zonas controladas por el Ejército Libre Sirio son una pesadilla lejana. Mientras la ciudad de Aleppo, que se encuentra bajo el control parcial de los rebeldes, podría ser un escenario para una secuela de “Mad Max”, la ciudad de Raqqa, controlada por ISIS, es un campo de sueños.
Las únicas otras zonas controladas por los rebeldes que tienen un mínimo de orden son aquellas que están bajo el control del partido político kurdo llamado Partido de la Unión Democrática (PYD). El grupo gobierna la ciudad del norte en Qamishli y los pueblos que la rodean. A diferencia de Aleppo, la economía no ha colapsado, y los residentes no cortan los árboles en busca de calor. Y en contraste a Raqqa, los kurdos seculares no han expulsado a los cristianos de Qamishli, sino los han protegido.
Por otra parte, los temores de Turquía respecto a que un enclave kurdo proporcionaría un refugio seguro para los kurdos turcos del Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK) han resultado infundados. El Partido de la Unión Democrática ha asegurado que haya calma en la frontera, y un agradecido gobierno turco ha correspondido al reunirse con sus líderes.
Pero el mayor activo del Partido kurdo de la Unión Democrática es su buena voluntad de combatir a ISIS.
Mucho antes de que las brigadas del Ejército Libre Sirio estuvieran dispuestas a enfrentar a los yihadistas, el Partido kurdo de la Unión Democrática hizo de la batalla en su contra su objetivo principal. Y mientras los grupos del Ejército Libre Sirio que reciben armas desde Washington, como la brigada Hazm y la División no. 13, han condenado los ataques aéreos estadounidenses, el Partido kurdo de la Unión Democrática les ha dado la bienvenida.
Sin embargo, a pesar de esta coincidencia de intereses, Washington ha rechazado al grupo. Se niega a reconocer al Partido kurdo de la Unión Democrática o a apoyarlo, debido a sus vínculos con el Partido de los Trabajadores del Kurdistán, una organización designada como terrorista por el Departamento de Estado desde 1997.
En un país donde Estados Unidos tiene tan pocos aliados, hacer un cambio en la política sería un hecho justificado. Depender de las unidades insignificantes del Ejército Libre Sirio no será suficiente para derribar al gigante de ISIS. Trabajar con el Partido kurdo de la Unión Democrática podría ayudar a Washington a alcanzar su objetivo de destruir la organización.