Por Rafael Romo, editor en jefe de Asuntos Latinoamericanos de CNN
AYOTZINAPA, México (CNN) – Estudiantes, padres, amigos y habitantes de Ayotzinapa, una población en el sur de México, exigen justicia en el caso de un estudiante asesinado que, según ellos, fue torturado de una forma horrible.
El asesinato de Julio César Mondragón, las muertes a balazos de otros tres estudiantes y la desaparición de otros 43 en Iguala, en el estado mexicano de Guerrero, ha conmocionado a todo el país.
Lo que le pasó a Mondragón es difícil de describir.Los que lo conocían están tan furiosos como asustados. El cuerpo del estudiante universitario de 22 años fue encontrado en una calle de Iguala en las primeras horas del 27 de septiembre. Le habían desollado la cara y sacado los ojos, según los testimonios que le dieron testigos y familiares a CNN.
Autoridades mexicanas confirmaron los testimonios.
Mondragón era estudiante en la escuela rural para maestros en Ayotzinapa, Guerrero. Sus compañeros dicen que en la noche del 26 de septiembre un grupo de unos 100 estudiantes, incluyendo Mondragón, decidieron viajar a Iguala, a unos 120 kilómetros al norte, para realizar una protesta.
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Según autoridades, los estudiantes, quienes viajaban en autobuses y una camioneta, fueron atacados por oficiales de la policía, quienes les dispararon.
Jesús Murillo Karam, procurador general de justicia de México, dice que los policías estaban bajo el mando de una organización criminal que tenia profundos nexos con los gobiernos municipales de Iguala y Cocula, una población ubicada a unos 20 kilómetros al suroeste de la primera.
Seis personas, incluyendo tres estudiantes, murieron en la balacera. Aldo Gutiérrez Solano, un estudiante de 19 años que recibió un balazo en la cabeza, continúa en estado de coma. Cuarenta y tres estudiantes que fueron secuestrados siguen desaparecidos.
El incidente de Iguala ha provocado protestas en todo México, algunas violentas. También se han registrado actos de vandalismo en el estado de Guerrero. Algunos manifestantes han bloqueado carreteras y casetas de peaje en ciudades como Chilpancingo, la capital. También han cerrado el acceso a centros comerciales en el balneario de Acapulco.
El exalcalde de Iguala, José Luis Abarca y su esposa, María de los Ángeles Pineda, fueron arrestados el martes. Habían estado escondidos en una deteriorada casa ubicada en un barrio pobre de la Ciudad de México.
Autoridades mexicanas dicen que son “los probables autores intelectuales” del ataque contra los estudiantes. También se busca al director de seguridad publica Felipe Flores.
Abarca y Pineda eran conocidos por la prensa mexicana como “la pareja imperial”. Sus enemigos políticos dicen que gobernaban Iguala como si fuera un feudo.
A casi un mes del incidente de Iguala, el gobernador de Guerrero, Ángel Aguirre, quien fue criticado por no actuar con celeridad tras los secuestros, pidió licencia para ausentarse del cargo, que le fue concedida.
“Oí gritos y pensé que era él”
Neri de la Cruz, un estudiante de 18 anos en la escuela para maestros, dice que Mondragón era uno de sus mejores amigos. Se reunían con frecuencia en su dormitorio o iban a eventos junto con otros de sus compañeros.
“Cuando vi la foto de volada lo reconocí porque ese compañero era especial. Se acercaba a mí para pedirme chance de ir a su casa por días, unos tres, cuatro días, porque necesitaba trabajar para darle sustento a su familia”, dice de la Cruz.
De la Cruz era uno de los estudiantes que iba a la protesta. Dice que cuando empezó el tiroteo, Mondragón se fue corriendo. “Más tarde escuche gritos y pensé que era él, pero no lo pude encontrar”, dice de la Cruz.
El joven De la Cruz fue uno de los primeros que vio la foto del cadáver de Mondragón. Le cuesta trabajar hablar sobre los horrendos detalles, pero dice que exigir justicia públicamente para Mondragón es la mejor forma de honrar su memoria.
“Cuando vi la foto me di cuenta de que no tenia la piel de su cara y que le habían sacado los ojos,” dice de la Cruz. “Lo reconocí por la ropa que traía puesta”.
La esposa de la victima, una mujer de 24 años, le dijo a CNN que identificó el cuerpo mediante la identificación de señas particulares como lunares en pies y pecho. Declinó a concedernos una entrevista diciendo que teme por su seguridad y la de su hija. CNN respeta su privacidad.
Julio Cesar Mondragón, dijo su esposa por teléfono, soñaba con obtener una educación superior. Empezó a estudiar en la escuela para maestros en Ayotzinapa en julio, casi al mismo tiempo que nació su primera hija.
“Mi bebe ahora crecerá sin la protección de un padre”, dijo la viuda de Mondragón.