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Por Ruben Navarrette, colaborador de CNN

Nota del editor: Ruben Navarrette es colaborador de CNN y un columnista sindicado a nivel nacional con el Washington Post Writers Group. Síguelo en Twitter: @rubennavarrette. Las opiniones expresadas en este comentario son exclusivamente las del autor.

(CNN) – De la misma manera que la miseria, al fracaso le encanta tener compañía. Mira el debate sobre la inmigración y la manera en que ambos liberales y conservadores (y funcionarios electos de ambos partidos) lo echaron a perder.

El presidente Barack Obama fracasó en el asunto de la política de inmigración. Pero ahora que parece estar a punto de tomar acción ejecutiva para arreglar algo de lo que salió mal respecto al sistema de inmigración del país, los republicanos en el Congreso suenan como si estuvieran a punto de reaccionar de forma exagerada y unirse a él en ese fracaso.

A los conservadores les gusta agitar a su rebaño presentando el relato de que Obama es un firme partidario de la “amnistía” y que el Presidente ha ido siempre al mismo paso de los defensores de la reforma de inmigración.

Eso es ficción. Ha sido una relación inestable. Esto se debe a que Obama pertenece a esa ala del Partido Demócrata que no se ha interesado en la legalización de los indocumentados y en la creación de una mayor competencia en el mercado de trabajo para los trabajadores estadounidenses.

Obama no cumplió con su promesa de campaña de hacer de la reforma uno de los temas más importantes y socavó la confianza entre las comunidades de inmigrantes y las fuerzas del orden público al ampliar 100 veces el programa conocido como Comunidades Seguras, el cual persuade a la policía local para que haga cumplir la ley federal de inmigración. Trató de eludir a los críticos que querían que frenara las deportaciones afirmando que él no tenía el poder para actuar “como un rey”. Posteriormente, cambió de opinión e hizo justamente eso durante su campaña de reelección del 2012, cuando dio a conocer la Acción Diferida para los Llegadas en la Infancia (DACA, por sus siglas en inglés).

Obama llegó a un récord deportando a 2 millones de personas en cinco años, con lo que dividió a cientos de miles de familias, fracasó al encargarse efectivamente de los miles de niños refugiados que atravesaron la frontera Estados Unidos-México el verano pasado. Luego rompió otra promesa cuando dijo que llevaría a cabo una acción ejecutiva en cuanto a la inmigración antes de las elecciones intermedias pero lo pasó por alto.

Ahora, según informes de prensa que se parecen a un globo de ensayo de la Casa Blanca, podría ser que Obama tome medidas unilaterales a principios de esta semana, para ofrecerle a varios millones de inmigrantes ilegales un indulto temporal para evitar la deportación y quizás incluso darles permisos de trabajo a algunos de ellos.

Si esto se llega a concretar, se demostrará que estoy equivocado. Hace unos meses, dije que esto nunca sucedería y ahora parece que podría suceder.

Las opciones incluyen algunos elementos de sentido común: la eliminación de Comunidades Seguras; la ampliación del DACA a través de la eliminación de las restricciones en cuanto a la manera en que los solicitantes antiguos pueden ser y cuándo tendrían que haber llegado; la reafirmación de que la prioridad de la aplicación de la ley debe ser erradicar a los criminales violentos y no a las amas de casa y estudiantes; y la ampliación de los programas de visa para los cónyuges inmigrantes de los ciudadanos estadounidenses.

Pero es el último punto de la lista el que realmente puede echar a perder los planes: la acción diferida para los padres de los ciudadanos estadounidenses y los residentes legales permanentes, lo cual podría resultar en que hasta 4 o 5 millones de personas obtengan el indulto temporal para evitar la deportación. Cuando los estudiantes universitarios indocumentados que están amparados bajo la Ley Dream empezaron a exigir un trato especial, la exigencia estaba basada en la simple idea de que ellos habían sido traídos a este país cuando eran niños, y por lo tanto, no decidieron violar la ley de manera deliberada.

Esto es bastante justo. Pero no se puede decir lo mismo de sus padres, quienes intencionalmente incumplieron con la ley. ¿Y ahora qué?   ¿Acaso existe un nuevo argumento?

Además, si Obama le ofrece a los padres una acción diferida, esto le dará validez a la situación en la que los conservadores siempre han insistido: que los hijos de los inmigrantes ilegales en los Estados Unidos pueden ser utilizados para evitar que sus padres sean deportados.

Ese nunca ha sido el caso. Los padres son deportados todo el tiempo, y sus hijos, ciudadanos estadounidenses, pueden irse con ellos o bien permanecer en este lado de la frontera y ser colocados bajo cuidado temporal. Los republicanos han estado equivocados todo el tiempo. Ahora, si Obama llega demasiado lejos, podría probar que están en lo correcto.

Si el Presidente continúa en el curso de acción propuesto, ambos lados necesitarán calmarse.

Los de la izquierda deben abstenerse de celebrar la victoria. Al ponerle fin al monstruo de la deportación, el presidente simplemente estaría apagando el fuego que él inició. Además, esto es sólo un indulto temporal que requeriría que los indocumentados se entreguen a los agentes del orden público, se les tomen las huellas y todo lo demás. Y todo podría ser revocado por el próximo presidente.

Por último, esto no es lo que Obama prometió hace tiempo cuando trabajó dinámicamente junto con el Congreso para aprobar la legislación que mejoraría de forma permanente la vida de millones de personas. Esta no es la reforma. Es una “reforma superficial”.

Sin embargo, al mismo tiempo, los de la derecha tienen que refrenar su desdén. En la era posterior al 9/11, los conservadores no deberían necesitar un recordatorio de algo que nos han estado diciendo durante años: ¿qué tan amplia puede ser la envergadura del poder ejecutivo del presidente?   Como líder del poder ejecutivo, Obama tiene naturalmente el poder de establecer las prioridades para la aplicación de la ley de inmigración.

Los republicanos no tienen problemas para eludir las críticas recordándoles a los votantes latinos que Obama está a cargo de las deportaciones. Así que, en lugar de amenazar los berrinches suicidas de una paralización o impugnación del gobierno, los conservadores deberían callarse la boca y dejar que él se haga cargo de las deportaciones. Eso no sólo significa decidir quién se va, sino también quién se queda.

Además, a los republicanos les gusta ser implacables cuando hablan acerca la inmigración ilegal y la necesidad de mantener el “estado de derecho”, pero esa consigna significaría más viniendo de ellos si dejaran de huir del cumplimiento de esas leyes que tienen como objetivo la raíz de la inmigración ilegal: los empleadores estadounidenses que contratan a los indocumentados, muchos de los cuales contribuyen a las campañas de reelección de los legisladores republicanos.

Lo que Obama tiene en mente no es un milagro compasivo ni la llegada del apocalipsis. Simplemente se trata de un ejercicio legítimo del poder que cualquier presidente tendría bajo la Constitución y nuestro sistema de gobierno.

Sé que no es atractivo, inspirador o incendiario. No contribuirá con la recaudación de fondos de los partidos. Pero tiene la ventaja de que es real.