Por David McKenzie
FRONTERA ENTRE CHINA Y COREA DEL NORTE (CNN) — Lee se talla la barbilla con su índice; su rostro está oscurecido bajo una gorra azul. Vamos en un taxi a un lado de un río helado cerca de la sombría frontera de China con Corea del Norte.
Él viaja con las bandas de contrabandistas chinos o cabezas de serpiente. Le dieron alimento y ropa cuando escapó. Lee habla con frases entrecortadas.
“Era un soldado”, cuenta. “Hice algo en la base y tuve que huir”.
Lee no dice qué hizo y no podemos dar su nombre real por su seguridad. Quiere proteger a su esposa y a su hijo que están en Corea del Norte. Sin importar cuál fue la razón, se sintió obligado a escapar, igual que miles antes que él.
Lee: “Yo fui guardaespaldas de Kim Jong Il”: desertor de Corea del Norte
Las autoridades de Naciones Unidas, los activistas por los derechos humanos y los contrabandistas dicen que los refugiados norcoreanos se enfrentan a un viaje abrumador para obtener asilo en Corea del Sur. Cruzar a China suele ser la parte más fácil de todo el proceso.
“Todos sabemos cómo escapar a China. Mucha gente de Corea del Norte sabe cómo hacerlo”, dice Lee.
Una red clandestina
Durante años, una red clandestina sacó a los refugiados como Lee.
Las organizaciones benéficas y los grupos evangélicos de Corea del Sur operaban una especie de tren subterráneo para sacar a los norcoreanos de Dandong, una próspera ciudad fronteriza en China. Pero en los últimos años, el gobierno chino ha endurecido los controles fronterizos y ha emprendido una campaña contra estos grupos.
Ahora, los refugiados dependen de los cabezas de serpiente.
“Tienen que operar en la clandestinidad”, dice Jeremy Douglas, representante regional de la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC), “porque si salen de Corea del Norte y se hacen notar, los enviarán a casa”.
China tiene la estricta política de enviar a los refugiados de vuelta al régimen autocrático del que escaparon. De hecho, China no considera que los norcoreanos que escapan sean refugiados. Los llaman “migrantes económicos ilegales”.
Yonhap, la agencia noticiosa surcoreana, reportó en octubre que la policía china había arrestado a 11 desertores norcoreanos mientras trataban de entrar a Myanmar, que colinda con el sur de China. Uno de ellos tenía apenas siete años. Los expertos explican que si atrapan y deportan a los norcoreanos, se enfrentan a una larga serie de abusos a los derechos humanos.
“Las personas a las que repatrian a la fuerza desde China usualmente terminan sujetas a tortura, detención arbitraria, ejecución sumaria, abortos forzados y otras formas de violencia sexual”, según se afirma en un reporte crítico sobre la situación de los derechos humanos en Corea del Norte.
En el reporte se pide a China que dé a la ACNUR, la agencia de la ONU para los refugiados, acceso a los norcoreanos desertores, algo que China no permite actualmente.
“China está, francamente, violando desvergonzadamente sus obligaciones internacionales”, dice Phil Robertson, de Human Rights Watch. “China ratificó la Convención sobre los refugiados y debería estar tratando como refugiados a estas personas que huyen de Corea del Norte”.
Temor a una oleada de norcoreanos
En un documento que envió a la ONU, China rechazó las “acusaciones infundadas” del reporte de la Comisión de Investigación sobre Corea del Norte e insinuó que la investigación estaba politizada.
China no permitió que la comisión de la ONU investigara la situación en el interior del país.
Robertson señala que China teme que entren grandes cantidades de norcoreanos al país si flexibiliza sus reglas respecto a los desertores. El Partido Comunista teme que haya inestabilidad en Corea del Norte o dentro de sus propias fronteras, así que el argumento tiene peso.
A causa de las políticas de China, el viaje a Seúl es desalentador.
“La gente procedente de Corea del Norte tiene que aprovechar las redes de contrabando para salir. Son vías preestablecidas para un paso seguro; una cantidad constante de personas está emprendiendo el viaje”, dice Douglas, de la UNODC.
Dice que los norcoreanos a menudo tratan de viajar en grupos reducidos.
Según Human Rights Watch, los norcoreanos cambian de autos regularmente y hacen el viaje a Laos por tierra. Viajar en tren o avión es imposible porque no tienen documentos.
Sin embargo, el año pasado, el gobierno de Laos alarmó a los grupos de derechos humanos cuando envió de vuelta a un grupo de jóvenes desertores a Corea del Norte a través de China.
Si los norcoreanos logran pasar la frontera hacia China y de alguna manera se las arreglan para evadir a las fuerzas de seguridad chinas por miles de kilómetros, entonces deben meterse a hurtadillas al territorio de Laos y luego llegar a Tailandia.
“Tailandia es la tierra prometida”, dice Robertson, porque deportan a Corea del Sur a los norcoreanos que encuentran allá.
“Tailandia considera que pueden enviar a los norcoreanos a Corea del Sur porque la constitución de Corea del Sur establece que todos los coreanos son ciudadanos del Sur”, explica.
Sin embargo, aunque lleguen a Corea del Sur, la historia no ha terminado, dice Robertson. Hay que pagarles a los contrabandistas. El gobierno surcoreano da “dinero para empezar” a los desertores, que como su nombre indica, es efectivo que debería ayudarles a establecerse. Sin embargo, muchos usan el dinero para pagar su deuda con los contrabandistas e intermediarios. Robertson dice que si no pueden pagar, el contrabando se puede transformar en tráfico de personas.
Sin embargo, Lee apenas empieza su largo viaje. Dice que los contrabandistas chinos le dieron ropa y alimento y espera reunirse con nosotros en Seúl algún día.
A pesar de todos los riesgos, está decidido a lograrlo.
“Si existe la oportunidad en el futuro, reunámonos para hablar”, dice.