Por Meera Senthilingam
(CNN) — “Solo hace falta un virus para que una persona resulte infectada”, explica el Dr. John Mascola. Esto se aplica a cualquier infección viral pero en este caso, Mascola se está refiriendo al VIH y a sus continuos esfuerzos para desarrollar una vacuna contra el virus. “Ha sido tan difícil hacer una vacuna contra el VIH/SIDA”.
Esas eran las palabras de muchos de los que trabajaban en el área del desarrollo de la vacuna contra el VIH hasta que los resultados de un ensayo realizado en 2009 en Tailandia sorprendieron a todos. “El campo se activó”, dice Mascola, director del Centro de Investigación de Vacunas del Instituto Nacional de Alergias y Enfermedades Infecciosas (NIAID, por sus siglas en inglés), a medida que describe el cambio de atmósfera en la comunidad de las vacunas.
El ensayo incluyó a más de 16.000 voluntarios y fue el ensayo clínico más amplio alguna vez realizado para encontrar una vacuna contra el VIH. También fue el primero en demostrar protección alguna contra la infección. Dos vacunas desarrolladas con anterioridad, conocidas como ALVAC-HIV y AIDSVAX, se utilizaron juntas: la primera preparaba una respuesta inmunológica contra el VIH y la segunda funcionaba como dosis adicional una vez disminuía la inmunidad. El dúo redujo el riesgo de contraer VIH en un 31,2%; se trataba de una reducción leve, pero era un buen comienzo.
Hasta la fecha, solo cuatro vacunas han llegado al punto de que se realicen pruebas para medir su eficacia e identificar sus niveles de protección contra el VIH. Solo ésta demostró protección alguna. “Ese ensayo fue fundamental”, dice Mascola. “Antes de eso no sabíamos si una vacuna podría ser posible”.
En años recientes, ha habido hallazgos paralelos igual de fundamentales en el campo de la prevención contra el VIH, entre ellos el descubrimiento de que las personas que con regularidad toman su tratamiento antirretroviral (TARV) reducen sus probabilidades de propagar el VIH en 96%, y que los hombres que están circuncidados reducen su riesgo de contraer la infección heterosexualmente en aproximadamente un 60%.
A partir de estos descubrimientos se ha mejorado tanto el acceso a los tratamientos antirretrovirales como las campañas para aumentar las circuncisiones en la población de alto riesgo y aunque el número de nuevas infecciones está disminuyendo, no decrece con suficiente rapidez.
En 2013, se calculaba que había 35 millones de personas infectadas con VIH a nivel mundial. Aún hubo 2,1 millones de nuevas infecciones en 2013, y por cada persona que inició el tratamiento contra el VIH el año pasado, 1,3 personas resultaban infectadas con el virus de toda la vida, según UNAIDS. La vacuna sigue siendo esencial para controlar la epidemia.
Una bestia complicada
Los científicos como Mascola han dedicado sus carreras a encontrar una vacuna y su camino ha sido arduo debido a la intrínsecamente complicada naturaleza del virus, su aptitud para mutar y cambiar constantemente a fin de evadir la respuesta inmunitaria, y su habilidad para atacar las mismas células inmunitarias que deberían bloquearlo.
Existen nueve subtipos de VIH que circulan en distintas poblaciones alrededor del mundo, según la Organización Mundial de la Salud, y una vez está dentro del cuerpo, el virus puede cambiar constantemente. “Dentro de un individuo tienes millones de variantes”, explica el Dr. Wayne Koff, asesor científico principal de la Alianza Internacional por una Vacuna contra el SIDA (IAVI por sus siglas en inglés).
El VIH invade el cuerpo al adherirse y matar a las células CD4 en el sistema inmunológico. Estas células son necesarias para enviar señales a fin de que otras células generen anticuerpos en contra de virus como el VIH, y si son destruidas, es posible que el VIH ocasione infecciones crónicas que durarán toda la vida en las personas afectadas.
El sarampión, la poliomielitis, el tétano, la tos ferina -por nombrar algunos ejemplos- tienen vacunas disponibles fácilmente para proteger a las personas de sus infecciones posiblemente mortales. Pero su biología es aparentemente simple en comparación al VIH. “Para las más antiguas, identificas el virus, lo inactivas o lo debilitas y lo inyectas”, dice Koff. “Engañas al cuerpo para que piense que está infectado con el virus real y cuando estás expuesto, se da una fuerte respuesta inmunológica”. Ésta es la premisa de todas las vacunas, pero la variabilidad del VIH significa que el objetivo cambia constantemente. Se necesita una nueva ruta, y se debe comprender la verdadera biología del virus. “En el caso del VIH, el viejo enfoque empírico no va a funcionar” , dice Koff.
Los científicos que trabajan en esto ahora han identificado regiones conservadas del virus que no cambian tan fácilmente, lo que las convierte en blancos principales para ser atacados por los anticuerpos. Cuando el éxito del ensayo de Tailandia fue estudiado a profundidad, a nivel molecular, la protección pareció reducirse a atacar a algunas de estas regiones conservadas. Ahora es momento de ir más allá.
En enero de 2015, el leve éxito de Tailandia será aplicado en Sudáfrica, donde más del 19% de la población adulta vive con VIH. El país está en segundo lugar solo detrás del estado fronterizo de Suazilandia en cuanto a las tasas más altas de VIH en el mundo. “La vacuna de Tailandia se hizo para cepas de VIH que circulan en dicho país”, dice el Dr. Larry Corey, investigador principal de la Red de Ensayos de Vacunas contra el VIH (HVTN, por sus siglas en inglés), la cual dirigirá el próximo ensayo en Sudáfrica. La cepa, o subtipo, en este caso fue el subtipo B. “Para Sudáfrica, hemos formado una cepa con características comunes a la que circula en la población”. Esta región del mundo tiene el subtipo C.
Un componente adicional, conocido como un adyuvante, también está siendo incorporado para estimular un nivel de inmunidad más fuerte y con suerte, de mayor duración. “Sabemos que la durabilidad en el ensayo de Tailandia disminuyó”, dice Corey. Si los ensayos de seguridad salen bien en 2015, habrá ensayos más grandes relacionados al efecto de protección al año siguiente. Una vacuna ideal es la que ofrecería protección durante toda la vida, o al menos durante una década, como es el caso de la vacuna contra la fiebre amarilla.
Un ataque amplio
La emoción que le ha dado un nuevo ímpetu a los investigadores surge no solo de un ensayo levemente exitoso, sino también de éxitos recientes que se han alcanzado en el laboratorio, e incluso de los mismos pacientes con VIH. Algunas personas con VIH producen anticuerpos de forma natural que son efectivos en atacar al virus del VIH en muchas de sus formas. Debido a la alta variabilidad del VIH, cualquier tipo de medios para atacar a estas partes conservadas del virus serán atesoradas y el oro recién descubierto se presenta como estas células inmunológicas, conocidas como “anticuerpos ampliamente neutralizantes”. Los científicos, entre ellos Koff, se dan a la tarea de identificar estos anticuerpos y descubrir si se unen a la capa externa del virus.
La envoltura exterior, o capa de proteína, del VIH es lo que utiliza el virus para adherirse, y entrar, a las células dentro del cuerpo. Estas mismas proteínas de las capas son lo que los desarrolladores de vacunas quisieran que nuestros anticuerpos atacaran, para impedir que el virus entre a nuestras células. La clave podría encontrarse en los “anticuerpos ampliamente neutralizantes” porque, como su nombre lo indica, tienen un área amplia y pueden atacar a muchos subtipos de VIH. “Habremos encontrado el talón de Aquiles del VIH”, dice Koff.
De 1.800 personas infectadas con VIH, Koff y su equipo encontraron que el 10% formaba alguno de estos anticuerpos y solo el 1% tenía anticuerpos extremadamente amplios y potentes contra el VIH. “Los llamamos neutralizantes de élite”, dice respecto al último grupo. Sin embargo, el problema es que los anticuerpos se forman demasiado tarde, cuando las personas ya están infectadas. De hecho, usualmente solo se forman un tiempo después de la infección. El objetivo de los equipos que trabajan en el desarrollo de vacunas es hacer que el cuerpo los produzca antes de la infección. “Queremos los anticuerpos antes de la exposición al VIH”, explica Koff. La forma de hacer esto radica en los aspectos básicos: engañar al cuerpo para que crea que está infectado.
“Podemos empezar a producir vacunas que son muy similares al virus mismo”, dice Mascola. Los equipos de su centro de investigación han obtenido información detallada de la estructura del VIH en los últimos años, en especial de la capa exterior, donde se desarrolla toda la acción. Sintetizar solo la capa exterior de un virus en el laboratorio e inyectarle esto a los humanos como vacuna podría “ocasionar una suficiente respuesta inmunológica en contra de un rango de tipos de VIH”, dice Mascola. La vacuna no contendría el virus en sí, o cualquiera de su material genético, lo que significa que quienes la recibieran no tienen riesgo de contraer el VIH. Pero por ahora, esta nueva área sigue siendo precisamente eso… nueva. “Necesitamos resultados en humanos”, dice Mascola.
Es necesario hacer rondas de desarrollo, pruebas de seguridad y pruebas formales en poblaciones de alto riesgo, pero si todo sale bien, “dentro de 10 años podría haber una vacuna de primera generación”. Si se observa una mejora en la protección en Sudáfrica, podríamos contar con una vacuna de primera generación mucho antes.
Generando un impacto
Cuando se crean vacunas, el nivel deseado de protección por lo general es del 80 al 90%. Sin embargo, la elevada carga del VIH y el impacto posiblemente beneficioso de menores niveles de protección justifica que se otorgue la autorización a un porcentaje más bajo. “Más del 50% merece la autorización desde una perspectiva de salud pública”, dice Koff, lo que significa que a pesar de que haya menos protección de cualquier contacto con el virus del VIH, incluso una vacuna parcialmente efectiva salvaría vidas con el tiempo.
A partir de entonces, la próxima generación incorporará mayores avances, como los anticuerpos neutralizantes, para tratar de elevar la protección al 80 o 90% deseado.
“Esa es la historia de la investigación de vacunas; las desarrollas en el transcurso del tiempo”, dice Corey. Él ha trabajado en el campo por más de 25 años y ha sido difícil. “No pensé que tomaría tanto tiempo o que sería tan difícil… pero ha sido interesante”, reflexiona. Pero hay una luz al final del túnel. Así es.
“No se ha logrado controlar un virus sin una vacuna”, concluye cuando explica por qué, a pesar del TARV, la circuncisión y una mayor conciencia, aún sigue habiendo una fuerte necesidad de una intervención única como una vacuna. “La mayoría de las personas que la transmiten ni siquiera saben que la tienen”, dice. “Para reducir esa epidemia y decir que la has controlado, son necesarias las vacunas”.