(CNN) – Frente a la nueva realidad sobre las relaciones Estados Unidos y Cuba, los pequeños comerciantes y sus iniciativas pueden esperar mejores tiempos en la isla, en un proceso que se da poco a poco.
Entre ellos, los restaurantes privados conocidos como ‘paladares’.
Fue una telenovela brasileña la que dio nombre a estos restaurantes, que nacieron tímidamente, a comienzos de los años noventa y a la sombra de las primeras reformas económicas del gobierno. Algunos son verdaderas joyitas con las que los restaurantes del estado no pueden competir.
En La Guarida, uno de los restaurantes más famosos de los muchos paladares que hay en La Habana, la mayoría de los platos fuertes valen entre 15 y 20 dólares, muy razonable para los turistas, pero demasiado caros para la mayoría de los cubanos.
Enrique Núñez, el dueño, dice que consigue casi todo de los mercados locales, pero si quieres algo especial, tienes que viajar y traerlo.
Núñez abrió su local hace 18 años, cuando las reglas para tener un restaurante privado eran muy estrictas. Los restaurantes solo podían atender a 12 clientes a la vez. Las opciones en el menú eran limitadas. Y solo la familia inmediata podía preparar y servir los platillos.
Cuba relajó sus normas hacia 2011, limitando solo el numero de sillas.
Hoy, La Guarida tiene dos licencias, de 50 asientos por cada una, lo que le permite recibir 100 comensales.
El restaurante, con tantos aspectos de un negocio capitalista, sobrevive con éxito en el país comunista.
“Hay que saber las reglas y luego hay que saber cómo jugar con esas reglas. No trates de cambiar nada”, dice Núñez.
El gobierno comunista, dice, toma mas del 50 % de las ganancias. Pero eso no es lo que le quita el sueño a este emprendedor, dino el hecho de que en Cuba profesionales muy preparados —como abogados— tengan que ser meseros y saloneros mientras que otros, como los médicos, no pueden costear comer en este sitio.