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Por Lynn Ringenberg
(CNN)– En una dramática advertencia al mundo, el Boletín de los Científicos Atómicos anunció el jueves que el emblemático Reloj del Juicio Final se ha adelantado dos minutos. Esta nueva configuración de tres minutos para la medianoche indica que “la probabilidad de una catástrofe mundial es muy alta”, dijo Kennette Benedicto, directora ejecutivo del Boletín, que fue fundada por ex físicos del Proyecto Manhattan después del bombardeo atómico de Japón.

El Reloj del Juicio Final es un indicador universalmente reconocido de la vulnerabilidad del mundo a la catástrofe de las armas nucleares, el cambio climático y otras amenazas globales emergentes.
Aunque puede ser más fácil pensar “ojos que no ven, corazón que no siente”, la revista lleva alertando desde 1947 de que las armas nucleares siguen siendo una grave amenaza para la supervivencia de la humanidad.

La configuración original del reloj era de siete minutos para la medianoche, y ahora hemos permitido que nuestro mundo cambie a una configuración de tres minutos para la medianoche, algo que no se veía desde 1984, durante uno de los períodos más peligrosos de la Guerra Fría.

Todavía hay 16.300 armas nucleares en el mundo, muchas en estado de alerta, capaces de ser lanzadas en menos de 15 minutos.

No puede existir una respuesta médica o humanitaria significativa para un ataque nuclear, ya sea planificado o accidental. Los escándalos de corrupción y engaño, los valores morales casi inexistentes y los fallos de seguridad nos ponen a todos en riesgo y han asediado las fuerzas militares nucleares de Estados Unidos.

Según Eric Schlosser, autor de “Command and Control”, desde 1950 hasta 1968 ocurrieron más de 1.000 percances en los que el arsenal nuclear de Estados Unidos se vio involucrado.

¿Y quién sabe qué sucesos escalofriantes que implican a arsenales extranjeros han ocurrido? La seguridad nuclear no debería depender en que la buena suerte continúe indefinidamente.

El ajuste del Reloj del Juicio Final también se ocupa de la vasta escala del peligro.

Una investigación reciente publicada por Physicians for Social Responsibility (Médicos por la Responsabilidad Social) indica que incluso una guerra nuclear “limitada, regional”, por decir algo, entre la India y Pakistán, tendría profundas repercusiones en la salud de todos nosotros.

Si se utilizaran 100 bombas o armas del tamaño de la de Hiroshima en una guerra así, los efectos climáticos tendrían un impacto devastador en la agricultura mundial y pondrían a 2.000 millones de personas en riesgo de morir de hambre.

Se ha hecho evidente que estas armas no tienen utilidad militar y que son demasiado peligrosas para mantenerlas a mano.

Pero podemos cambiar esto.

Recientemente, un movimiento civil a nivel mundial y los gobiernos han mostrado un renovado interés en el desarme nuclear. En octubre, 155 de los gobiernos del mundo, lo que representa el 79% de las naciones del mundo, apoyaron una resolución de la ONU que exige la eliminación de las armas nucleares.

El mes pasado, en un poderoso mensaje personal a la Conferencia de Viena acerca del impacto humanitario de las armas nucleares, el papa Francisco declaró que “las armas nucleares son un problema mundial que afecta a todas las naciones e impacta las generaciones futuras y el planeta que es nuestro hogar. Se necesita una ética global si queremos reducir la amenaza nuclear y trabajar hacia el desarme nuclear”.

Además, aseguró: “Estoy convencido de que el deseo de paz y de fraternidad asentado en la profundidad del corazón humano dará fruto en formas concretas para garantizar que las armas nucleares se prohíban de una vez por todas, para el beneficio del planeta en el que todos vivimos”.

El presidente Barack Obama prometió luchar por un mundo libre de armas nucleares, pero parece ser que su gobierno no recibió el memorando.

El plan actual consiste en gastar 355.000 millones de dólares en los próximos 10 años para mantener y modernizar el arsenal nuclear de EE.UU. y 1 billón de dólares en los próximos 30 años. Este es un derroche absurda del dinero de los contribuyentes en armas que nunca deberían ser utilizadas. Ha llegado la hora de que Estados Unidos –tanto en palabras como en obras– apoye la eliminación mundial de las armas nucleares.

En la nueva configuración también influyó el informe respecto a que el año pasado fue el más cálido jamás registrado en la Tierra. Esto pone de relieve las advertencias científicas de que el calentamiento implacable de nuestro planeta plantea profundos riesgos a largo plazo para la civilización y para el mundo natural.

A menos que cambiemos nuestra conducta, el agravamiento del cambio climático seguirá afectando negativamente a la salud pública, desde los trastornos relacionados con el calor, el empeoramiento de los problemas respiratorios como las alergias y el asma, más enfermedades infecciosas, la pérdida de cosechas por sequías o inundaciones que tienen como consecuencia la desnutrición, hasta los trastornos de salud mental tales como el trastorno de estrés postraumático y la depresión.

Nuestros líderes políticos tienen una obligación moral con nuestros hijos, nietos y futuras generaciones para dejarles un planeta libre de armas nucleares y un planeta que no tenga daños irreparables debido a los estragos del cambio climático.