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Por Brandon Griggs y Todd Leopold

(CNN) — Para muchos espectadores de ala derecha, la película American Sniper (“Francotirador”), de Clint Eastwood, es una película patriota que celebra a un héroe de guerra y no se aleja de la verdad en relación a la amenaza terrorista.

Para algunos de la izquierda, glorifica una guerra injusta mientras le rinde homenaje a un asesino incorregible que tiene una opinión simplista del mundo, del bien contra el mal.

¿Cuál se acerca más a la verdad? Ninguna, dicen los creadores de la película.

En entrevistas recientes, Eastwood, el guionista Jason Hall y el protagonista Bradley Cooper han dicho que están consternados por los intentos de atribuirle significados políticos a lo que principalmente ven como una representación del francotirador de la unidad Navy SEAL, Chris Kyle, y el impacto que la guerra de Iraq tuvo en él.

La película “ciertamente no tiene nada que ver con ningún partido político o cosa parecida”, le dijo Eastwood al Toronto Star. “Estos sujetos que son soldados profesionales, personal de la Marina o lo que quieras, se involucran por una razón particular… y no hay ningún aspecto político ahí aparte del hecho de que muchas cosas suceden en zonas de guerra”.

“Para mí y para Clint, esta película siempre fue el análisis de un personaje acerca de qué tan difícil es la situación para un soldado…”, le dijo Cooper al Daily Beast. “Pero no puedo controlar de qué manera la gente va a usar esta película como una herramienta, o lo que ellos escojan y elijan (argumentar)”.

No, no puede.

Desde que “Francotirador” batió los récords de la taquilla con la increíble cantidad de 107 millones de dólares el fin de semana pasado, todos parecen tener una opinión al respecto.

Expertos, veteranos y críticos de Internet de ambos lados del espectro político pasaron la semana pasada analizando los 132 minutos de la película, y la autobiografía escrita por Kyle en la que se basa, en busca de material para los argumentos políticos.

“No hay nada que se acerque a la igualdad moral en ‘Francotirador’, solamente la verdad: que no hay un equivalente entre los bárbaros iraquíes que fijan el blanco en personas inocentes, y los héroes estadounidenses que fijan el blanco en quienes atacan a personas inocentes”, escribió John Nolte en Breitbart.com, un sitio web de derecha que califica a la película de ser una “obra maestra que está a favor de la guerra contra el terrorismo”.

“Eastwood… hace que el interés moral sea casi inexistente”, contrarrestó David Edelstein de la revista New York. “Las personas a las que Kyle dispara siempre representan un “mal salvaje y despreciable”, y el costo mental y físico para otros estadounidenses simplemente viene con el territorio. Es una película de plataforma republicana”.

Muchos otros, desde Michael Moore y Seth Rogen (a la izquierda) hasta Sarah Palin y Kid Rock (a la derecha) han dado su opinión. Algunas personas incluso recurrieron a Twitter para decir que la película hacía que quisieran matar árabes y musulmanes.

Toda la controversia sin duda está atrayendo a más personas a la película. Pero los creadores de “Francotirador” dicen que muchos de estos espectadores están pasando por alto el punto central.

“Las personas ven el afiche de la película, en el que aparece un sujeto y la bandera estadounidense, y saben que Clint Eastwood —quien participó en ‘Harry el Sucio’, y en la convención republicana— la dirigió. Así que piensan que se trata de algo patriotero”, le dijo Hall, el guionista, a Time.com.

“Desafiaría eso en gran medida”, agregó. “Chris fue un hombre que creyó en algo y por lo tanto fue útil para un gobierno que necesitaba que fuera a la guerra. El costo para él fue su salud física, su salud mental y casi su familia”.

Arte, incomprendido

“Francotirador” no es el primer trabajo artístico que ha generado opiniones contrarias en nuestras guerras culturales y políticas.

En 1984, la canción “Born in the U.S.A.” de Bruce Springsteen, escrita desde el punto de vista de un despectivo veterano de Vietnam en un mundo sin salida, resultó siendo celebrada por su coro provocador.

Durante la campaña presidencial de ese año, nada menos que Ronald Reagan elogió al rockero de Nueva Jersey por su “mensaje de esperanza”.

A Springsteen, un desafiante partidario de los rechazados, no le hizo gracia.

“Creo que las personas tienen la necesidad de sentirse bien sobre el país en el que viven”, dijo en una entrevista en aquella época. “Pero lo que está pasando, en mi opinión, es que la necesidad —lo cual es algo bueno— está siendo manipulada y explotada”.

Otro ejemplo es “Wall Street: el poder y la avaricia”, de Oliver Stone, una película inspirada en el padre de Stone, un agente íntegro muy parecido al personaje Lou Mannheim de la película, interpretado por Hal Holbrook. Sin embargo, el personaje que obtuvo reconocimiento fue Gordon Gekko (interpretado por el ganador del Óscar, Michael Douglas), un explotador inescrupuloso, quien como es bien sabido, expresó lo siguiente: “La avaricia, a falta de una palabra mejor, es buena”.

Gekko se convirtió en un modelo a seguir para una generación de aspirantes de “Amos del universo”.

Incluso hoy en día, las personas que tienen la esperanza de dar el gran golpe mantienen a mano las citas de Gekko, aforismos por los que pueden guiarse.

Finalmente, tenemos “This Land is Your Land”, la famosa canción popular de Woody Guthrie, la cual es recordada por generaciones de estudiantes como un himno a la gloria estadounidense. Sin duda, lo es —Guthrie realmente celebra los “valles dorados” y los “desiertos de diamantes”— pero la canción también fue una reacción a una canción que Guthrie detestaba: “God Bless America”, de Irving Berlin, particularmente como la cantaba Kate Smith.

Guthrie no ocultó sus lealtades en un verso que rara vez se canta. “En la sombra de la torre vi a mi pueblo / cerca de la oficina de asistencia he visto a mi pueblo / mientras están ahí de pie hambrientos, me hago la pregunta / ¿esta tierra fue hecha para ti y para mí?”

‘El precio es el hombre’

Sí, “Francotirador” anima a las audiencias mostrarse del lado de Kyle y otros soldados mientras responden en horror al 11 de septiembre, enfrentan a peligrosos insurgentes que tratan de bombardearlos y localizan a un francotirador enemigo que es especialmente letal. Y sí, termina con imágenes de la vida real de 2013 en las que aparecen miles de estadounidenses en las carreteras, agitando banderas mientras pasa el cortejo fúnebre de Kyle.

Pero en maneras sutiles, el mensaje de la película, y la moral, no se presenta tan en blanco y negro.

En una escena, Cooper, en el papel de Kyle, expresa su consternación por el hecho de que su primer asesinato como francotirador no es un soldado enemigo, sino un niño que sostenía una bomba. Otra escena muestra a una madre que llora en el funeral de su hijo, un veterano de la guerra de Iraq, mientras lee en voz alta una carta escrita por él en la que cuestiona el punto de la guerra.

Para cuando regresa de su cuarto período de servicio en Iraq, Kyle evidentemente ha perdido su apetito por la guerra. Se ha separado y alejado de su esposa.

Y al igual que en su película “Los imperdonables”, ganadora del Óscar, Hall y Eastwood —quien ha dicho que se opuso a la invasión de Iraq— parece menos interesado en glorificar el acto de matar, que en explorar el precio físico que le cobra a los hombres que lo hacen.

“El costo es el hombre, el precio es el hombre, y es este hombre y todos los soldados que luchan”, le dijo Hall a Variety. “Si entendiéramos eso, quizá no nos apresuraríamos tanto en ir a la guerra”.

Si hay un mensaje en “Francotirador”, puede ser que los estadounidenses podrían lograr entender de mejor manera por lo que pasan nuestros veteranos, y cuidar de ellos cuando regresan.

Por otro lado, quizá el mensaje de “Francotirador” es el que tú quieras.

“Es la guerra de un solo hombre, no de la nación”, escribió Scott Beauchamp, un veterano de la guerra de Iraq (quien está muy familiarizado con la controversia), en Mic. “Mientras otras películas de guerra tienen mensajes claros y abiertos que nos permiten abordar los problemas de frente, ‘Francotirador’ es como una clave vacía, a la espera de que proyectemos en la pantalla las emociones ya existentes”.