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Por LZ Granderson

Nota del editor: LZ Granderson es colaborador de CNN, escritor sénior de ESPN y catedrático de la Universidad Northwestern. Fue investigador en el Instituto Hechinger y sus artículos han recibido reconocimientos de la Asociación de Noticias en Internet, de la Asociación Nacional de Periodistas Negros y de la Asociación Nacional de Periodistas Gay y Lesbianas. Síguelo en Twitter en @locs_n_laughs.

(CNN)— El talentoso, carismático y guapo Neil Patrick Harris condujo brillantemente la ceremonia de los Oscar de este año a través de los temas potencialmente explosivos de la crítica política y el humor irreverente. De hecho, es casi imposible no ver a Harris bajo los reflectores luego de haber conducido varias de las ceremonias de los premios más prestigiosos del mundo del entretenimiento y de haber posado en la portada de la revista Architectural Digest con su esposo, David Burtka.

Todo esto dificulta que recordemos que esta exestrella infantil fue un actor que temía salir del clóset hasta hace poco. De muchas formas, la carrera de Harris, así como la carrera resucitada de la conductora de los Oscar de 2014, Ellen DeGeneres, son recordatorios de cómo estamos aprendiendo a tratar mejor a los demás, de cómo estamos aprendiendo a dar espacio a quienes son diferentes a nosotros.

La Suprema Corte está por emitir un fallo respecto a los matrimonios homosexuales, así que Harris no solo fungió como conductor de los Oscar, sino como recordatorio tácito de lo que aún hay por hacer en nombre de la igualdad.

La noche de los Oscar estuvo llena de esa clase de recordatorios. Uno de los ejemplos es el aleccionador discurso de aceptación de John Legend, que tocó los ataques recientes y sistemáticos en contra de los derechos electorales de los estadounidenses y la desproporcionada tasa de encarcelamiento de hombres negros.

“Nina Simone dijo que es deber del artista reflejar la época en la que vivimos”, dijo mientras sostenía la estatuilla que comparte con Commonpor Mejor canción original, Glory, de la cinta Selma.

Selma es hoy porque la lucha por la justicia se lleva a cabo hoy… Hay más hombres negros bajo el control de las autoridades correccionales que los que había como esclavos en 1850”.

Durante su discurso de aceptación de Mejor actriz de reparto en la cintaBoyhood, Patricia Arquette puso a sus pies a Meryl Streep y a otras personas cuando se tomó unos minutos para criticar la brecha de género en los salarios.

“A todas las mujeres que han dado a luz, a todos los contribuyentes y ciudadanos de esta nación, hemos luchado para que todos los demás gocen de igualdad de derechos… ¡es nuestro momento de tener igualdad salarial de una vez por todas e igualdad de derechos para las mujeres en Estados Unidos de América!”, dijo.

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Luego llegó el ganador de Mejor guion adaptado, Graham Moore (Código Enigma), con sus palabras de aliento para quienes se sienten relegados.

“Me gustaría que este momento fuera para ese niño o niña que se siente raro o diferente, que no encaja en ninguna parte… Sí encajas”, dijo. “Te juro que sí, sí encajas. Sigue siendo raro. Sigue siendo diferente. Cuando sea tu turno y estés de pie en el escenario, por favor transmite el mismo mensaje a la siguiente persona que pase”.

Los discursos de aceptación con tintes políticos no son nada nuevo en los Oscar. Pero estos se sintieron diferentes. No se trató de un actor engreído que hubiera secuestrado el programa para emitir un mensaje personal, sino del reconocimiento de los diálogos tan reales que estamos sosteniendo en este momento.

Hasta un puñado de referencias a la inmigración se abrieron paso en el escenario cuando el director/guionista de Birdman, Alejandro González Iñárritu, reconoció que siguió los pasos de otro mejor director latino, Alfonso Cuarón.

Más tarde, cuando aceptó el Oscar a la Mejor película, Iñárritu habló más directamente: “a quienes viven en este país, quienes son parte de la más reciente generación de inmigrantes, rezo porque los traten con la misma dignidad y respeto que a los que llegaron antes y construyeron esta increíble nación de inmigrantes”.

Los aficionados de Selma tal vez sigan molestos por los desaires que sufrió la cinta (que trata de la campaña de Martin Luther King, hijo, por la igualdad de derechos electorales para las personas negras) antes de la noche de los Oscar (la única estatuilla que ganó fue la de mejor canción), pero la ceremonia retomó de muchas formas los temas bellamente retratados en la cinta, tanto explícitos como tácitos.

Las opiniones recogidas en este texto pertenecen exclusivamente a LZ Granderson