(CNN) -— Rubén García Villalpando se dirigía a casa después del trabajo la tarde de un viernes de febrero, pero nunca llegó a los suburbios de Dallas donde vivía con su esposa y cuatro hijos.
El soldador de 31 años murió esa noche luego de que un policía le disparara dos veces en el pecho. García Villalpando estaba desarmado, pero en los primeros reportes sobre el enfrentamiento, la policía dijo que el altercado se dio luego de que desobedeciera las órdenes de un policía en el tráfico.
No fue sino hasta horas después de la muerte que su esposa recibió una llamada de la policía para comunicarle lo que había ocurrido.
Ahora, las preguntas no dejan de dar vueltas en la mente de Marta Romero.
¿Cómo podrán sus hijos crecer sin su padre? ¿Las autoridades tomarán el caso con seriedad o lo descartarán por el estatus migratorio de su marido y el hecho de que el hombre que abrió fuego contra él era un uniformado en vez de un civil? ¿Qué pasó esa noche, que provocó esa tragedia?
“Si mi esposo hubiera matado al oficial de policía, estaría en la cárcel”, dijo. “Pero como fue al contrario, ¿dejarán las cosas así porque un oficial mató a un hombre, porque mató a un ilegal? ¿Cuáles son los derechos humanos entonces? Ahora, un animal tiene más derechos que un hombre”.
Rubén García Villalpando es uno de los tres mexicanos que han muerto a manos de la policía en Estados Unidos en el último mes, desatando las críticas de la Secretaría de Relaciones Exteriores y los llamados para que el departamento de Justicia estadounidense investigue. La presión para que las autoridades realicen una investigación profunda en este caso controversial también llega desde el otro lado de la frontera.
En la reunión del consejo de la ciudad en Grapevine, Texas, la semana pasada, Romero y sus hijos se encontraron entre el grupo con manifestantes que pedían Justicia para Rubén y entonaban cánticos de “¡Manos arriba! ¡No disparen!”—la frase que empezó como un llamado a la acción luego de la muerte de Michael Brown en Ferguson, Missouri, y que ahora se ha convertido en un grito de protesta contra la violencia policial en todo el país.
La policía dice que es demasiado pronto para decir exactamente qué ocurrió esa noche. Los investigadores han entrevistado a docenas de testigos y planean compartir sus hallazgos con los fiscales. No se han levantado cargos.
“No sé si creer en las autoridades aquí o no”, dijo Romero, “porque si un oficial de policía actuó así, ¿qué puede hacer otro? No lo sé. Quiero confiar en ellos porque son quienes nos cuidan en esta ciudad. Pero no sé qué pueden hacer.”
El caso tiene una prueba con la que los investigadores no contaban en el caso de Michael Brown: la grabación de un cámara de video.
Pero la policía no la ha hecho pública.
“Más información será publicada mientras la investigación continúa. Esta información adicional puede ofrecer más luz sobre las acciones del señor Villalpando esa noche”, indicaron la policía y los oficiales de la ciudad de Grapevine la semana pasada. “Estamos esperando el momento de que la comunidad pueda ver la grabación del incidente, que creemos que contestará muchas preguntas y corregirá algunas concepciones erróneas sobre lo que ocurrió”.
La familia de García Villalpando dice haber visto el video y señala que, pese a que no se muestra el tiroteo, es claro que no existía una buena razón para que el policía abriera fuego. El hombre estaba desarmado, dijeron, tenía las manos en el aire y no hizo nada para amenazar al oficial que lo detuvo.
Policía: Una persecución precedió el tiroteo
Todo empezó, dice la policía, cuando una alarma de robo se disparó el 20 de febrero en un negocio en Grapevine.
El oficial Robert Clark, del departamento de policía local vio el auto del mexicano en el área y empezó a seguirlo. Pronto, de acuerdo con los oficiales, la vigilancia se volvió una persecución de alta velocidad, donde el oficial seguía a García Villalpando de Grapevine al pueblo contiguo de Euless, Texas.
En un comunicado de la policía de Grapevine, lanzado luego el tiroteo, se mencionó que la grabación de la cámara muestra el vehículo de García Villalpando “esquivando el tráfico y conduciendo hacia la carretera en un intento por evadir al oficial Clark”.
Finalmente, Villalpando salió del vehículo.
Su familia cree que el hombre no se detuvo en primera instancia porque estaba asustado. Era un migrante ilegal que había vivido en Estados Unidos durante 15 años y sabía que cualquier encuentro con la policía podría terminar con una deportación que lo separara de sus hijos, indicó Romero.
El anuncio del presidente estadounidense Barack Obama sobre que los migrantes indocumentados padres de niños con ciudadanía estadounidense podrían tener permisos laborales como parte de una nueva acción ejecutiva les dio esperanza, pero también aumentó sus nervios para asegurarse de mantenerse libres de problemas hasta que saliera el papeleo, comentó.
“Estaba nervioso. Sabía que tener problemas con la autoridad era serio… No podemos tener un registro criminal”, dijo. “Eso era lo que él tenía en mente. ‘¿Qué me pasará ahora? Esto no va a estar bien; van a deportarme’”.
“¿Me va a matar?”
Fernando Romero dijo que se conmocionó al escuchar lo que García Villalpando dijo en el video mientras salía de su auto.
“Mi cuñado estaba fuera del auto con las manos en alto”, dijo “y lo primero que preguntó fue ‘¿Me va a matar?’”
No hay ruido de pelea ni de algún altercado, pero lo que se escucha, dice, son los gritos del policía mientras García Villalpando se acerca a él con las manos en alto.
Es difícil escuchar exactamente qué se dijo, de acuerdo con Romero; la familia cree que el oficial hizo un comentario sobre que García Villalpando estaba borracho.
La policía de Euless, que conduce la investigación, dijo a CNN que el video tiene lenguaje soez.
El Departamento de Policía de Grapevine niega la aseveración de la familia a propósito de que García Villalpando no hizo nada amenazados, diciendo que “contrario a instrucciones claras”, continuó caminando hacia el oficial luego de que le pidieran detenerse.
Pero hay un elemento clave que no se muestra en el video, dicen la policía y los familiares: el momento del disparo.
A pesar de eso, Fernando Romero dice que el sonido de los balazos es claro, a pesar del sonido del tráfico.
Su hermana, la viuda de Rubén García Villalpando, estaba tan devastada tras ver el video que tuvo que sacarla de la estación.