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(CNN Español) – ¿Es posible elaborar un helado de la máxima calidad, sin utilizar frío artificial?

Este fue uno de los primeros pensamientos que me vino a la cabeza cuando, hace varios meses, me invitaron a formar parte de la Expedición BBVA al Himalaya. La expedición está liderada por el mítico alpinista español Carlos Soria que, a sus 76 años, está a punto de ser la persona con más edad de la historia en ascender las 14 montañas más altas del mundo.

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El reto que pusieron ante mí no era sencillo, aunque me resultó de lo más atractivo: elaborar todo el plan de alimentación de los alpinistas en su ascenso a la cumbre del Annapurna (8.091 metros), la montaña más peligrosa del mundo.

Para ello, desde El Celler de Can Roca —el restaurante que dirijo junto a mis hermanos Joan y Josep—, diseñamos una serie de menús basados en la técnica de la liofilización, que permitirán a Carlos Soria y todo su equipo alimentarse de manera sencilla y nutritiva, usando solamente agua caliente para elaborar recetas tan variadas como guacamole, arepas con tinga de pollo, crema catalana, arroz de anguila o cuscús de ciervo.

Para mí, además, el reto suponía un doble desafío, ya que Carlos Soria y la expedición me invitaron a viajar con ellos hasta el campo base del Annapurna, para mostrarles in situ cómo cocinar los platos que les íbamos a llevar desde nuestro restaurante de Girona. Jamás pensé que un cocinero como yo, acostumbrado a viajar constantemente y cocinar en muchos lugares distintos, iba a tener la oportunidad de hacerlo en un sitio tan maravilloso, y a la vez tan inhóspito, como es el Himalaya.

Ahí fue cuando me vino a la cabeza la idea. Yo, además de repostero, soy heladero. Me encanta hacer helado, y muchas de las ideas de repostería que pienso para El Celler de Can Roca las transformo posteriormente en helados. ¿Sería posible hacer un helado en el Annapurna, de forma natural, aprovechando el frío glacial?

La respuesta la encontramos en el propio campo base. A partir de una receta de helado de chocolate que llevé desde mi heladería Rocambolesc, aproveché las bajas temperaturas para elaborar una mezcla en medio de la nieve, que repartí en varios recipientes para sacar provecho mejor el punto de congelación.

El ambiente hizo el resto: a unos 15 grados bajo cero, el helado adquirió la textura necesaria, y sólo hizo falta realizar un raspado, que repartimos en raciones individuales. Acompañado de unos toppings traídos también directamente de Girona, todos los miembros de la expedición, incluidos los sherpas, pudieron disfrutar del que seguramente es el helado natural elaborado a más altitud de la historia.

Para mí fue un placer observar a Carlos Soria y el resto de expedicionarios disfrutar de un helado al pie de una de las montañas más bonitas del mundo. El sol nos acompañó a la hora del almuerzo, así que el postre tuvo aún más sentido para todos. Como dijo el propio Carlos Soria: “Yo creía que lo había visto todo después de 40 años viniendo al Himalaya, pero comer un helado recién hecho supera cualquier cosa que hubiera podido imaginar”.

Sólo me falta agradecer a todos los miembros de la expedición el trato que me dispensaron los días en que estuve con ellos en el Himalaya. El intenso frío y las incomodidades merecieron la pena. Vivir junto a ellos y aprender cómo sobreviven en un escenario tan complicado ha sido una experiencia que recordaré siempre. Ojalá tengan suerte y puedan alcanzar la cumbre del Annapurna.

Y si no, al menos que vuelvan sanos y salvos para, a su regreso, poder comer con ellos otro helado.