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Por Daisy Carrington, para CNN

(CNN) – Hace unos 5.000 años, la isla de Madagascar se habría asemejado a una novela de ciencia ficción.

Extraños bosques espinosos, lémures del tamaño de un gorila, hipopótamos pigmeos, cocodrilos con cuernos y aves tipo elefante cuyos huevos eran 180 veces el tamaño de los que hoy encontrarías en tu refrigerador; a todo esto se le llamaba el hogar de la isla africana… eso fue así hasta que llegaron los seres humanos.

“Si hubieras ido a Madagascar justo cuando las poblaciones humanas empezaban a crecer, habrías encontrado un lugar muy diferente a lo que encuentras en la actualidad”, dice Laurie Godfrey, paleontóloga de la Universidad de Massachusetts, Amherst.

Godfrey es parte de un equipo internacional que recientemente descubrió uno de los más increíbles alijos de fósiles que hasta la fecha se hayan encontrado en la isla en tres cuevas inundadas. El hallazgo está siendo considerado como el mayor cementerio submarino de Madagascar.

País de las maravillas de la aventura  

Las tres cuevas —Malaza Manga, Aven y Mitoho— se encuentran sumergidas debajo del Parque Nacional Tsimanampetsotsa.

Su potencial paleontológico fue descubierto por primera vez por el buceador australiano Ryan Dart. Cuando Dart vio lo que estaba allá abajo, contactó a su colega Phillip Lehman, un buzo de la Sociedad Espeleológica de la República Dominicana.

“Pensé, en el peor de los casos, que habíamos encontrado un gran sitio para practicar surf”, recuerda Lehman.

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En cambio, lo que encontró eran los restos de un mundo perdido.

“Las formaciones son literalmente impresionantes. Hay formaciones geológicas cristalizadas que salen de las paredes, salen hacia un lado como si fueran espaguetis. Nunca antes había visto algo igual”.

Con financiamiento y apoyo logístico de la National Geographic Society, la Fundación Nacional para la Ciencia y de los Parques Nacionales de Madagascar, el grupo que al final Lehman logró formar hizo una exploración inicial de la cueva que resultó ser oro.

‘Limpios como huesos de pollo’  

“Los materiales que encontramos en las cuevas son casi prístinos”, dijo asombrado Alfred Rosenberger, paleontólogo de primates del Brooklyn College, a quien Lehman contactó por primera vez después de su inmersión inicial.

“Solo imagina: los huesos allí tendidos en la superficie, pisoteados por animales grandes o atropellados y aplastados por camiones. Estos huesos no tienen ningún tipo de daño. Se ven frescos como los huesos de pollo en la mesa”.

También es poco común encontrar huesos de animales individuales agrupados tan estrechamente. Por lo general, dice Rosenberger, los huesos se encuentran a una distancia de varios metros y unirlos puede ser un tipo de rompecabezas.

En la cueva de Mitoho, dice que incluso encontraron dos fosas —el felino carnívoro que la franquicia de películas “Madagascar” hizo popular— una encima de la otra, rodeada de grandes depósitos de huesos más pequeños.

Rosenberger considera que esta probablemente era una guarida.

“Creemos que estos chicos podrían haber estado en la cueva por su cuenta, comiendo algo y algo catastrófico, como una inundación, los arrastró al mismo tiempo”, piensa.

Traslape con los humanos  

Aunque son únicos y ahora están extintos, increíblemente los animales descubiertos en las cuevas se extinguieron hace muy poco, al menos en términos paleontológicos. Ciertas señales dan indicios de que coexistieron con los humanos… quienes habitaron primero la isla en el año 500 a.C.

“Sabemos que tenemos algunos (fósiles) que se encontraban en la región durante el período humano, porque hemos introducido especies allí, como ratas y civetas indias, que no son nativas de Madagascar”, explica Godfrey.

Godfrey y sus colegas creen que el impacto humano probablemente jugó un papel importante en la erradicación de las especies nativas de Madagascar, aunque solo existen suposiciones sobre la causa exacta.

“Podría haber sido la caza o la modificación del hábitat… por ejemplo, luego de que la gente introdujo ganado en Madagascar y que empezaron a quemar algunas áreas para la agricultura”, reflexiona. Sin embargo, pronto ella podría tener una respuesta más clara, cuando su equipo finalmente realice las pruebas en los fósiles y muestras recuperadas.

“Ahora contamos con formas de averiguar la causa de la extinción. Por ejemplo, puedes determinar en gran medida el historial de incendios de un área mediante la medición del grado de micropartículas de carbón que hay en el sedimento”, explica.