CNNE 160810 - yazidi women

(CNN) – Existe una clase especial de infierno reservado para las mujeres que caen en las garras de los combatientes yihadistas de hoy en día.

Todos estamos familiarizados con la brutalidad de ISIS, el autoproclamado Estado Islámico, o Boko Haram, los terroristas nigerianos que han prometido lealtad a ISIS.

Esta nueva ola de grupos islamistas violentos blanden con orgullo métodos medievales de crueldad a través de la tecnología moderna como herramienta de reclutamiento e intimidación.

Pero hay algo muy distinto acerca de la forma en la que tratan a las mujeres.

Los jefes yihadistas tienen una estrategia que va más allá del campo de batalla. La forma en la que tratan a sus víctimas femeninas juega un papel importante en su ambiciosa estrategia radical.

Matar al enemigo, los hombres, es una táctica para ganar batallas y conquistar territorio. Lo que le hacen a las mujeres tiene un propósito completamente distinto: es parte del plan más amplio de construir un “califato”, un estado gobernado por la sharia con todo y controles y normas que se remontan al siglo VII o, más bien, a la interpretación del grupo de cómo era la vida en los primeros días del Islam.

Las chicas yazidíes que escaparon de ISIS después de su asedio al monte Sinjar describen cómo fueron enviadas a bodegas de esclavas junto con otros cientos de mujeres. Allí, fueron colocadas en fila en grupos de 50, y fueron exhibidas para que los combatientes de ISIS eligieran de entre ellas, algunas para el matrimonio; otras, para la esclavitud sexual.

Los relatos que contaron a los periodistas o a los trabajadores de derechos humanos están confirmados por los médicos que han examinado a las chicas y dicen que han encontrado pruebas de repetidos abusos sexuales.

Una investigación de Human Rights Watch encontró “un sistema de violación y abuso sexual organizado, esclavitud sexual y matrimonio forzado por las fuerzas de ISIS”, acciones que el grupo dice, “son crímenes de guerra y pueden ser crímenes contra la humanidad”.

En Nigeria, Boko Haram también tiene un enfoque muy específico hacia las mujeres. Las 276 estudiantes que fueron secuestradas hace un año son una pequeña parte de las 2.000 mujeres y niñas secuestradas por el grupo desde 2014, según Amnistía Internacional. Allí, también, las mujeres son trasladadas de casa en casa y de pueblo en pueblo, son obligadas a convertirse cuando no son musulmanas y las preparan para casarlas con los yihadistas.

Se trata de un fuerte cambio desde la previa generación de yihadistas, cuando Osama bin Laden dirigía al Qaeda. Las mujeres no eran una parte importante de los planes inmediatos de al Qaeda porque al Qaeda, a diferencia de ISIS, veía el establecimiento de un califato como una meta lejana, una para las generaciones futuras.

Por el contrario, ISIS participa enérgicamente en la creación de esas estructuras sociales. Y si quieres construir una nueva sociedad, necesitas algo más que soldados. También necesitas mujeres. Las mujeres son indispensables para establecer una comunidad que funcione, incluso una cuyas leyes son brutalmente represivas. Incluso si a las mujeres las ven como propiedad de los hombres, ellas aun así son necesarias, no solo para cocinar, limpiar y tener relaciones sexuales, sino para cuidar la casa y criar a los niños; es por eso que llevan a cabo las metódicas capturas, agresiones y represiones.

No es casualidad que Boko Haram se haya enfocado en las estudiantes, como hicieron en Chibok, o que los islamistas Al-Shabaab de Somalia mataran a decenas de mujeres en la masacre ocurrida en la Universidad de Garissa en Kenya.

Como en los conflictos anteriores, las mujeres son despojos de la guerra y la violación es un arma de guerra. Es una forma de humillar a enemigo, una “recompensa” para los soldados y una táctica de limpieza étnica.

Durante la guerra de Bosnia de la década de los noventa, los expertos dijeron que los soldados serbios se dedicaban a cometer violaciones sistemáticas, con la idea de que los bebés de las mujeres bosnias musulmanas que habían sido violadas serían serbios. En Darfur, las milicias apoyadas por el gobierno fueron acusadas de utilizar las violaciones en masa para humillar a los grupos no árabes.

Pero esto es diferente. A las mujeres no las abusan y desechan simplemente. ISIS y Boko Haram las están esclavizando e incorporando a la vida diaria de los territorios que gobiernan, sometiéndolas a las asfixiantes restricciones y maltratos que han dado lugar a que muchas de ellas intenten suicidarse, según algunas de las que han escapado. Éste es un fenómeno que recuerda a Afganistán durante el dominio de los talibanes, otro grupo islamista que logró tomar el control y e imponer indescriptibles leyes sobre las mujeres.

ISIS hace todo lo posible para demostrar que la forma en la que tratan a las mujeres, incluso el hecho de que vendan a prisioneras yazidíes como esclavas, es aceptable según la ley islámica. Su revista en línea cita escritos islámicos que proclaman: “Conquistaremos su Roma, romperemos sus cruces, y esclavizaremos a sus mujeres, con el permiso de Alá”.

El peor destino se reserva para quienes no son musulmanas, como las yazidíes, pero las mujeres musulmanas en las áreas ocupadas por los islamistas han visto el desastre. Desde Mosul, la segunda ciudad más grande de Iraq, una ciudad moderna hasta que fue conquistada por ISIS el año pasado, las mujeres dicen “Nos han quitado la libertad” y describen sus vidas llenas de opresión y miedo.

La brutalidad de los nuevos yihadistas es más que simple sadismo. Si es locura, es una locura que sigue un método. Y cuando se trata de las mujeres, el método es uno cuyo objetivo es controlarlas a fin de establecer la sociedad que tienen en mente, una donde algunas mujeres dicen que no vale la pena vivir.