Los hermanos Willian Takahiro Higuchi y Wagner Yoshihiro Higuchi practican sumo en Sao Paulo.

(CNN)- Cualquier fin de semana encontrarás a los hermanos Higuchi estirándose alrededor de un dohyō de arcilla antes de horas de intensa práctica, y todo con la esperanza de formar parte del equipo nacional de lucha sumo de su país.

Pero ellos no se están entrenando en Japón, el lugar en donde hace siglos se originó este deporte. En cambio, están luchando en un país conocido por su amor por el fútbol y la samba… Brasil.

Mientras crecían, a Willian Takahiro Higuchi y Wagner Yoshihiro Higuchi (conocidos como Taka y Yoshi) no les llamaba la atención la lucha sumo debido a sus extenuantes exigencias físicas. Fue su padre, quien era luchador de sumo antes de emigrar a Brasil, quien se rehusó a dejarlos abandonar el deporte.

“Puesto que mi padre era de Japón, quería mantener la cultura”, dice Yoshi. “Es por eso que nos hacía hablar japonés en casa y seguir muchas otras costumbres japonesas”.

La familia de su padre partió de Japón en la posguerra, en 1959. La familia era parte de la gran afluencia de inmigrantes japoneses que finalmente se establecieron en Brasil a mediados de la década de 1900.

Hoy en día, Brasil es el hogar de aproximadamente 1,5 millones de japoneses étnicos, lo que hace que esta sea la población más grande fuera de Japón. Los hermanos Higuchi son parte del grupo “Nikkei” de Sao Paulo que vive en Liberdade, el distrito brasileño japonés de la ciudad, en donde incontables establecimientos manejados por japoneses se ven alineados en las calles. El negocio de los hermanos, propiedad de la familia, Bar Kintaro, es uno de ellos.

Cuando Taka y Yoshi no trabajan en el bar hasta tarde en la noche, se preparan para las competencias de sumo –tanto nacionales como internacionales– justo a la vuelta de la esquina. A lo largo de los años, los hermanos se han entrenado con luchadores e instructores de sumo japoneses y profesionales, y han ganado la fortaleza y las habilidades técnicas que la mayoría de los amateurs no poseen.

“Cuando estás frente a un oponente más grande, logras ganar utilizando técnica”, dice Yoshinori Makiyama, un árbitro de sumo y amigo de la familia desde hace mucho tiempo, quien solía competir con el patriarca Higuchi. “No hay manera en la que puedas utilizar solamente la fuerza”.

El club local de sumo de Sao Paulo ha crecido hasta contar con brasileños de todos los orígenes. A pesar de la historia de este deporte, la cual destaca que es exclusivo para hombres, ahora más mujeres participan, entre ellas Luciana Watanabe, la novia de Yoshi.

Watanabe, como una de las primeras luchadoras amateur, ha ganado la atención de los medios de comunicación por sus logros en el sumo, entre ellos artículos en revistas y entrevistas con Globo, la cadena de televisión brasileña.

“Les enseño a los niños y les digo que el sumo no es un deporte solo para hombres”, dice Watanabe. “También es para las mujeres”.

En la medida en que más atletas femeninas hacen sus primeras incursiones en este deporte, el cual es tradicionalmente dominado por los hombres, la Confederación Brasileña de Sumo ofrece competencias anuales tanto para hombres como para mujeres en múltiples divisiones según el peso. Justo el otoño pasado, los hermanos Higuchi y Watanabe representaron a Brasil en el Mundial de Sumo celebrado en Kaohsiung, Taiwán. El trío tiene la esperanza de calificar nuevamente este año.

Mientras tanto, ellos les enseñan lucha sumo a los niños pequeños, sentando las bases para una nueva generación de luchadores de sumo brasileños.

Taka recuerda la disciplina y dedicación que les inculcó su difunto padre.

“Ahora doy clases de sumo para continuar con el legado”.