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Nota del editor: Victoria Arbiter es comentarista de la realeza en CNN. 

(CNN) — Al igual que los jóvenes y apasionados observadores de la realeza de la actualidad, enamorados con el mero ser de la duquesa de Cambridge, cuando era joven yo también me sentía cautivada por Diana, la princesa de Gales.

Pertenecía a una raza rara: era asombrosamente hermosa, inmediatamente accesible, inteligente, encantadora y enternecedoramente traviesa… era una en un millón.

Claro que eso fue mucho antes de las entrevistas, del “habíamos tres en este matrimonio, así que estaba un poco atestado” y los libros reveladores que afirman que hubo intentos de suicidio y traiciones, pero en ese entonces yo no estaba consciente de sus infamias y sus escándalos. Simplemente la adoraba… aún la adoro.

Mientras el mundo espera el inminente nacimiento del segundo bebé de Guillermo y Catalina, los posibles nombres se han vuelto tema de especulación descontrolada y de debates acalorados. Los nombres de niñas son los que más revuelo han causado, ya que al parecer se cree que la pareja espera a una princesa.

Si las suposiciones son correctas, será la primera princesa de Cambridge que nazca en la familia real en 182 años. El nacimiento de cualquier bebé es razón para celebrar, pero en vista de los cambios recientes en las leyes de sucesión, su llegada sería histórica.

Al elegir un nombre, los miembros de la realeza suelen recurrir al árbol genealógico y no a una desgastada copia del libro 1.001 nombres para bebés como lo hace el resto de nosotros.

Tradicionalmente eligen nombres dinásticos y hay muchos de dónde elegir: Isabel, Alicia, Victoria y Carlota han sido de los más populares, pero el favorito sentimental entre los apostadores sigue siendo Diana.

En una encuesta reciente del programa estadounidense The Today Show, el 32% de los participantes predijo que el nombre era seguro; en Reino Unido, las probabilidades de que la bebé lleve el nombre de su difunta abuela, según los apostadores, cambian casi a diario, mientras Diana se vuelve una opción cada vez más popular.

Una vez dicho eso, en caso de que la pareja reciba a una niña, esperaría que no decidan llamarla Diana.

Hoy en día, el nombre de Diana es tan divisivo como la mismísima institución de la monarquía. Mientras que algunas personas prácticamente la santificaron, otras han sido vehementemente críticas, la han acusado de haber sido infantil, de estar trastornada y de ser egoísta.

A diferencia de la creencia popular, a la reina le caía muy bien Diana, pero si le pusieran ese primer nombre a la niña, se percibiría como una bofetada para la monarquía.

En los años que han pasado tras el mordaz ataque de Earl Spencer contra los Windsor durante el funeral de Diana, el país lo ha superado y se ha celebrado el legado de Diana. Ella se ha vuelto parte de la historia de la realeza. Su recuerdo ha persistido y la familia real goza de un renovado sentido de popularidad.

Por respeto a la reina, a Carlos, a Camila y a la misma niña, la pareja simplemente no debería hacerlo.

El nombre de Diana conjura reacciones tanto negativas como positivas en todo el mundo; sin importar cuál sea tu opinión, me parece que el nombre sería una carga enorme para una recién nacida.

Desde que murió Diana hace 18 años, Guillermo ha honrado la memoria de su madre privada y públicamente. Ha asumido muchos de sus mecenazgos y sigue defendiendo sus causas.

Richard Chartres, obispo de Londres, amigo cercano de Diana y albacea de su testamento, dio el discurso en su boda en 2011. Se eligió para la boda real el himno ‘Guide Me O Thou Great Redeemer’, que se cantó tanto en el funeral de Diana en 1997 como en la conmemoración del décimo aniversario de su muerte, en 2007.

Le pidieron a Julia Samuel, otra amiga íntima de Diana, que fuera la madrina del príncipe Jorge. Guillermo eligió el palacio de Kensington, el hogar de su infancia, como residencia primaria de su familia y es posible que el reconocimiento más público de la memoria de su madre haya sido que dio a Catalina el anillo de compromiso de Diana.

Guillermo no necesita darle el nombre de su madre a su segunda hija para honrarla; lo hace al ser buen esposo y padre.

Aún extraño a Diana. Era única y no creo que el mundo vuelva a ver a alguien como ella.

Las comparaciones con su difunta suegra ya son la cruz con la que Catalina carga. ¿No deberían ahorrarle la misma suerte a una niñita?

La muerte trágica y prematura de Diana y su estatus de símbolo garantizarán que su memoria viva a lo largo de las futuras generaciones. Ella no querría que su nieta languideciera a su sombra.

Ella querría que saliera al mundo, que dejara su propia huella y que ayudara a los menos afortunados, que enriqueciera la vida de los demás y que creara su propia identidad única… con el nombre de Alicia, Isabel, Victoria, Carlota o, mi favorito, Alejandra.