Nota del editor: Andrés Oppenheimer es colaborador de CNN, co-ganador del Premio Pulitzer y del Premio Rey de España y columnista de El Nuevo Herald. Las opiniones expresadas en esta columna son exclusivas del autor.
Cuando el presidente Barack Obama y el primer ministro japonés Shinzo Abe se reunieron la semana pasada en Washington para negociar la creación de un mega bloque comercial de la Cuenca del Pacífico, la mayoría de los países latinoamericanos no le prestaron ninguna atención a la noticia. Sin embargo, deberían estar siguiendo esto muy de cerca, porque podría ser un huracán comercial que sacudirá a todas las economías de la región.
El planeado Acuerdo de Asociación Transpacífico (TPP) comenzaría con 12 países, incluyendo algunas de las mayores economías del mundo, y trataría de contrabalancear el creciente poderío económico de China. Si se materializa, será el acuerdo comercial, regulatorio y de inversiones más grande del mundo.
Además de los Estados Unidos y Japón, las negociaciones del Acuerdo de Asociación Transpacífico incluyen a Taiwán, Singapur, Australia, Canadá, México, Perú y Chile. El acuerdo podría ayudar a algunos países de América Latina — en particular a México — , pero podría dejar a Brasil, Argentina y Venezuela aún más aislados de la economía global.
La reunión entre Obama y Abe en la Casa Blanca fue descrita por funcionarios estadounidenses como fundamental para desbloquear las disputas entre los dos países sobre automóviles y cuestiones agrícolas que habían estancado las negociaciones para el TPP, iniciadas hace tres años. Japón, la tercera economía más grande del mundo, es una pieza clave del acuerdo.
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