Varios integrantes de la familia bin Laden perdieron la vida en un accidente de aviación, cerca de Londres.

Peter Bergen es analista de seguridad nacional de CNN, vicepresidente de New America Foundation y profesor de práctica de la Universidad Estatal de Arizona. Él es el autor de “Manhunt: The Ten-Year Search for bin Laden - From 09/11 to Abbottabad”.

(CNN) – Seymour Hersh es uno de los gigantes del periodismo de investigación. Al inicio de su carrera, él dio a conocer la historia de la masacre de My Lai durante la cual cientos de civiles desarmados murieron a manos de soldados estadounidenses en Vietnam en 1968.

Hersh obtendría aún más reconocimiento luego del 11 de septiembre, al dar a conocer (junto con “60 Minutes”) la historia de abusos que soldados estadounidenses cometieron contra prisioneros en la cárcel de Abu Ghraib en Iraq para The New Yorker en 2004.

Ahora surge otro informe de Hersh en el que asegura que “La hostoria de la Casa Blanca (sobre la redada llevada a cabo por los Navy SEAL de EE.UU. en 2011 en Paquistán que le dio muerte a Osama bin Laden) podría haber sido escrita por Lewis Carroll”.

El artículo de Hersh fue publicado en el London Review of Books, no en el New Yorker, donde ha sido un colaborador desde 1993.

Debido a la estatura de Hersh, su artículo acerca de la redada de bin Laden atrajo tanta atención el domingo cuando fue publicado inicialmente, que el sitio web del London Review of Books colapsó.

¿Un encubrimiento masivo?

El principal argumento de Hersh en su nuevo informe es que, a diferencia de lo que funcionarios de la administración de Obama afirmaron tras el operativo contra bin Laden, los funcionarios estadounidenses y pakistaníes tenían pleno conocimiento acerca del paradero de bin Laden en la ciudad de Abbottabad, al norte del país, cooperaron en su captura y luego acordaron un encubrimiento masivo de todo esto, lo cual involucra a funcionarios en varios niveles distintos del gobierno de ambas naciones.

Estas son las principales afirmaciones que se hacen en el artículo de Hersh, las cuales en gran medida se basan en lo que indica un único funcionario de inteligencia retirado y no identificado de Estados Unidos:

• El operativo llevado a cabo en 2011 por los Navy SEAL en el complejo de Abbottabad donde bin Laden se escondía al norte de Paquistán no fue un tiroteo en el que los miembros de la unidad SEAL ingresaron a una situación peligrosa y desconocida, sino un ardid en el que el ejército de Paquistán había tenido a bin Laden cautivo en Abbottabad durante cinco años y simplemente lo puso a disposición de los SEAL, quienes llegaron al complejo en helicóptero la noche de la redada.

• Un funcionario de la poderosa agencia de inteligencia del ejército de Pakistán, el Servicio de Inteligencia (ISI, por sus siglas en inglés), acompañó a los SEAL en la redada y les mostró el complejo de Abbottabad, y los únicos disparos que se produjeron esa noche fueron los que los SEAL dispararon para matar a bin Laden.

• Un “desertor” en la Embajada de Estados Unidos en Islambad le avisó a la CIA que bin Laden vivía en el complejo de Abbottabad, y no era cierto —a pesar de las declaraciones de varios funcionarios estadounidenses después de la redada— que la CIA había rastreado al servicio de mensajería de bin Laden hasta el complejo de Abbottabad y que había desarrollado argumentos circunstanciales en relación a que bin Laden vivía ahí.

• Arabia Saudita financiaba el mantenimiento de bin Laden en su complejo de Abbottabad.

• Un médico del ejército paquistaní obtuvo una muestra de ADN de bin Laden que demostró que estaba en Abbottabad, una prueba que fue proporcionada a Estados Unidos para que toda la supuesta incertidumbre —mencionada por funcionarios de la administración de Obama después de la redada— acerca de si bin Laden en realidad vivía en el complejo fuera mentira.

• La “mentira más descarada”, según Hersh, fue que “dos de los líderes militares de más alto rango de Pakistán —el general Ashfaq Parvez Kayani, jefe de personal del ejército, y el general Ahmed Shuja Pasha, director general del Servicio de Inteligencia de Pakistán (ISI, por sus siglas en inglés)— nunca fueron informados” de antemano sobre el operativo que Estados Unidos llevó a cabo en el complejo de bin Laden.

En resumen, según el relato de Hersh, el presidente Barack Obama y muchos de sus principales asesores mintieron sobre casi todo lo referente a lo que se considera como uno de los logros más destacados del presidente: autorizar a la redada en la que Bin Laden fue asesinado.

La evidencia

La versión de Hersh del operativo contra bin Laden es un fárrago de tonterías que va en contra de una multitud de recuentos de testigos oculares, datos inconvenientes y el simple sentido común.

Empecemos con la afirmación de que los únicos disparos que se produjeron en el complejo de Abbottabad fueron los que mataron a bin Laden. Eso ignora el hecho de que los dos SEAL que fueron parte de la misión, Matt Bissonnette, autor de “No Easy Day” y Robert O’Neill, han dicho públicamente que varias personas más murieron esa noche, entre ellas dos guardaespaldas de bin Laden, uno de sus hijos y la esposa de uno de los guardaespaldas. Su versión se complementa con muchos otros funcionarios estadounidenses que han hablado oficialmente conmigo o con otros periodistas.

Yo fui la única persona ajena en visitar el complejo de Abbottabad donde bin Laden vivía antes de que el ejército pakistaní lo demoliera. El complejo fue destrozado, quedó lleno casi por todas partes de vidrio roto, y varias áreas quedaron rociadas con agujeros de balas donde los SEALS le dispararon a miembros del séquito y la familia de bin Laden, o en un caso, intercambiaron fuego con uno de sus guardaespaldas. La evidencia en el complejo demostró que muchas balas fueron disparadas la noche de la muerte de bin Laden.

El sentido común te diría que la idea de que Arabia Saudita cubriera los gastos de bin Laden mientras vivía en Abbottabad es simplemente irrisoria. El principal objetivo de bin Laden era derrocar a la familia real saudí; como resultado de esto, su ciudadanía saudí fue revocada en 1994.

¿Por qué habrían los saudíes de pagar por el mantenimiento de su enemigo más mortal? En realidad, ¿por qué no habrían de hacer que sus aliados más cercanos, los pakistaníes, se hicieran de la vista gorda mientras enviaban a sus asesinos a Pakistán para acabar con él?

El sentido común también te diría que si los pakistaníes tenían cautivo a bin Laden y el gobierno de EE.UU. hubiera tenido conocimiento de esto, el camino más sencillo para ambos países no habría sido lanzar un operativo militar estadounidense en Pakistán, sino que le entregaran a bin Laden de forma discreta a los estadounidenses.

De hecho, los pakistaníes han hecho esto en varias ocasiones con otros líderes de al Qaeda, como Jálid Sheij Mohammed , el comandante de operaciones de los ataques del 11 de septiembre, quien fue puesto bajo custodia de Estados Unidos tras una redada en la ciudad pakistaní de Rawalpindi en 2003. Lo mismo ocurrió con Abu Faraj al-Libi, otro líder clave de al Qaeda a quien igualmente los pakistaníes pusieron bajo custodia estadounidense dos años después.

¿Por qué ocultarlo?

El sentido común también te diría que si los funcionarios estadounidenses se hubieran enterado de que los funcionarios pakistaníes ocultaban a bin Laden ahí, no hay razón por la que los estadounidenses hubieran tenido que encubrirlo. Después de todo, en la época de la redada contra bin Laden, las relaciones entre Estados Unidos y Pakistán se encontraban en un punto bajo histórico, debido a que los pakistaníes recientemente habían encarcelado a Raymond Davis, un contratista de la CIA que había asesinado a dos pakistaníes. ¿Qué tenían los funcionarios estadounidenses que perder al decir que bin Laden estaba siendo protegido por los pakistaníes, incluso si fuera cierto?

El hecho es que los altos funcionarios pakistaníes que Hersh afirma que protegían a bin Laden estaban tan sorprendidos como el resto del mundo por el hecho de que el líder de al Qaeda vivía en Abbottabad. La noche de la redada contra bin Laden, los funcionarios estadounidenses estaban monitoreando las comunicaciones de altos funcionarios militares de Pakistán como Kayani y Pasha, y sus reacciones de desconcierto confirmaron que los pakistaníes no habían tenido ni idea de la presencia de bin Laden ahí, según varios funcionarios con los que hablé mientras me informaba para “Manhunt”, un libro acerca de la búsqueda de bin Laden.

En su artículo, Hersh señala correctamente que inmediatamente después de la redada contra bin Laden, funcionarios de la Casa Blanca hicieron inicialmente algunas afirmaciones falsas acerca del operativo —por ejemplo, que bin Laden utilizó a sus esposas como escudos humanos durante la redada— pero rápidamente fueron corregidas.

La única fuente que Hersh menciona por nombre en su artículo de 10.000 palabras es Asad Durrani, quien era el jefe del ISI durante la década de 1990, alrededor de dos décadas antes de que se llevara a cabo la redada contra bin Laden. Hersh describe a Durrani como una persona que en general respalda sus conclusiones.

Cuando le envié un correo electrónico a Durrani luego de que el artículo de Hersh fuera publicado, Durrani dijo que “no había evidencia de ningún tipo” en relación a que el ISI sabía que bin Laden se estaba ocultando en Abbottabad, pero que él aun así podía “hacer una evaluación en relación a que esto podría ser verosímil”. Esto de ninguna forma es un buen respaldo para una de las principales afirmaciones del artículo de Hersh.

Durrani añadió que él cree que “el operativo contra bin Laden no podría haberse llevado a cabo sin nuestra cooperación”. Esto pasa por alto el hecho de que los miembros de la unidad SEAL volaban en helicópteros furtivos a través de puntos ciegos en los radares de defensa de Pakistán, y la fuerza aérea pakistaní prácticamente no tenía la capacidad de volar de noche cuando ocurrió la redada. Por lo tanto, el operativo contra bin Laden se llevó a cabo de manera relativamente sencilla sin la cooperación pakistaní, según varios funcionarios estadounidenses con conocimiento sobre el operativo.

Por supuesto, todo tipo de cosas son verosímiles, pero tanto en el periodismo como al momento de escribir un artículo, uno busca evidencia, no verosimilitud.

Hersh ha tenido una carrera exitosa. Uno espera que no termine con un artículo sobre la administración de Obama y la redada contra bin Laden que parece tratarse de cómo Frank Underwood de “House of Cards” forma una alianza impura con Carrie Mathison de “Homeland” para producir una versión pakistaní de Watergate.