Nota del editor: El artículo a continuación contiene spoilers. Si aún no has visto el episodio final de ‘Mad Men’, quizá deberías detenerte aquí.
(CNN) – Y en el episodio final de Mad Men, Don Draper se volvió parte del universo.
Esta no era necesariamente la conclusión que esperaban muchos de los fans de la serie, quienes imaginaron que él saltaría por una ventana (como la silueta de Draper en los créditos de apertura) o que se convertiría en el secuestrador D.B. Cooper.
En lugar de eso, estaba sentado en una de las costas de California, dándole la bienvenida al amanecer de un nuevo día, con “una nueva esperanza… nuevas ideas y un nuevo yo”.
Si ese no era el final dramático que muchos esperaban, encaja con el estilo de la serie, la cual se enfocaba más en una acumulación lenta de detalles basados en los personajes que en importantes eventos sorpresivos de la trama. Además, en su afán por amarrar acertadamente varios cabos sueltos, en realidad eso no encajaba con la serie.
Pero el tumulto de los años 60 había terminado, y los años 70 —la “Década del yo”, según la famosa frase de Tom Wolfe— giraban en torno a encontrar nuevas sendas. Cada personaje tuvo al menos un momento destacado en el capítulo final que se transmitió el domingo:
1. Roger Sterling elige la esperanza sobre la experiencia.
Roger, el hombre divorciado dos veces (John Slattery) probablemente nunca pensó que se volvería a casar. Después de todo, este es un tipo que se divertía mucho jugueteando con mujeres a las que les duplicaba la edad cuando inició la mitad de la temporada actual. Obviamente, sintió cierta conexión con Marie Calvet, madre de la exesposa de Don, y los dos parecían sentirse cómodos con la química natural que existía entre ellos en su escena final.
Por supuesto, Roger se aseguró de velar por sus propios intereses, en el sentido de dejar establecido en su testamento que parte de su fortuna era para el hijo que tuvo con Joan. No, él no tuvo otro ataque cardíaco, aunque, una vez más, murmuró, “¿Estás tratando de matarme?” Quién sabe si logrará ver la década de 1980.
2. Joan Harris, magnate
Obviamente, la vida doméstica no es para Joan (Christina Hendricks). Dado que tuvo la oportunidad de tener acceso a su Rolodex (una especie de libreta de direcciones, chicos) para encontrar contactos con el fin de hacer una película para Dow de Ken Cosgrove, ella sale adelante y se convierte en productora. Esto no le agrada a su novio, Richard, quien cree que él siempre estará en segundo lugar frente al trabajo de Joan.
Joan invita a Peggy para que participe en el asunto, pero Peggy prefiere la vida de la publicidad…
3. ¿Olson y Rizzo?
En lo que podría haber sido la determinación más sorprendente de Mad Men —sino fuera porque la serie normalmente le dio un giro cínico al romance— Stan Rizzo (Jay R. Ferguson) le confesó su amor a Peggy Olson (Elisabeth Moss) y ella le correspondió. Esta es la misma Peggy Olson que rechazó un viaje relámpago a Europa de un pretendiente a principios de año y ha tenido dificultades estableciendo un equilibrio entre el trabajo y el amor.
Pero cuando Stan se declaró, Peggy de repente abrió su corazón.
“Quiero estar contigo. Estoy enamorado de ti”, le dijo.
Luego de un inicial “¿Qué?”, Peggy se derritió.
“Creo que también estoy enamorada de ti”, dijo. “Realmente lo estoy”.
En un mundo de televisión diferente, los dos obtendrían su propia comedia: “Peggy ama a Stan” o “Diferencias creativas”. Y sus hijos siempre comerían en Burger Chef.
4. La tristeza de Sally
El único personaje que realmente enfrentaba un futuro sombrío era Sally (Kiernan Shipka), hija de Don. Su madre está muriendo. Sus hermanos podrían ser enviados para que vivan con familiares. Y su padre está vagando en el oeste, con solo un poco de dinero y una sola bolsa de J.C. Penney.
En su escena final, Sally se da cuenta de que se ha convertido en adulta. Sus padres y su padrastro están perdidos. Shipka, cuya actuación ha sido un deleite, muestra que tiene valor y compasión cuando le habla a su hermano y le ofrece enseñarle a cocinar. Ella sabe que tendrá que hacer muchas de esas cosas en los próximos años.
5. El nuevo día de Don
Los aficionados que estaban apostando que Don (Jon Hamm) regresaría a Nueva York antes de que terminará Mad Men, perdieron la apuesta. En lugar de eso, el personaje apareció inicialmente en Utah, compitiendo en un auto en el Salar de Bonneville, luego se fue a California, donde terminó asistiendo a un seminario de conciencia con su vieja conocida, la sobrina de Anna Draper, Stephanie Horton. Ella lo llama “Dick”, su antiguo nombre. Es como si él estuviera probando su antigua vida de nuevo, o quizá se estaba preparando para una nueva.
Don —o Dick— parece perdido en el seminario, incapaz de abrirse. La vida en el este continúa sin él. Luego escucha una historia de un hombre que se siente invisible, que describe un sueño en el que él se encuentra en un estante del refrigerador, viendo a otros vivir cuando se abre la puerta… y luego “la puerta se cierra de nuevo. La luz se apaga”.
El hombre se echa a llorar.
Sin embargo, para Don una luz se ha encendido. Él abraza al hombre. Ha encontrado una conexión.
¿Y qué de esa última escena? Cuando Don dice “om” en el amanecer en el Pacífico, la escena es interrumpida por el famoso comercial de Coca-Cola de 1971, en el que un grupo multicultural canta “Me gustaría enseñar al mundo a cantar”.
¿Acaso eso da a entender que Don regresa a Nueva York, se une al “ejército de Coca-Cola” de McCann y crea uno de los comerciales más legendarios de la historia? ¿O acaso significa que su vida personal —y de negocios— continúa, y que el anuncio de Coca-Cola solo es otro argumento de venta corporativa de McCann, y Don ha permanecido en California para convertirse nuevamente en otra persona?
“Puedes regresar a casa”, le dijo Peggy anteriormente a Don en una llamada telefónica.
Quizá lo hizo.