La foto muestra a presuntos militantes de ISIS. (Archivo).

Nota del Editor: Brian Fishman es miembro de investigación antiterrorista del Programa de Seguridad Internacional en New America Foundation. Síguelo en @brianfishman. Las opiniones expresadas son exclusivamente las de él.

(CNN) - A pesar de que la campaña de bombardeos dirigidos por Estados Unidos se ha llevado a cabo durante meses, el denominado Estado Islámico de Iraq y Siria ha conquistado la ciudad iraquí de Ramadi.

Es un revés importante y debería obligar a los legisladores para que evalúen si nuestra estrategia —la cual a corto plazo se reduce a contener y afectar a ISIS mientras que reafirmamos un gobierno estable en Iraq— está funcionando. Lo que no se debería hacer es dar lugar a llamados mal concebidos para insertar a más tropas estadounidenses en Iraq.

La actual campaña está lejos de ser perfecta, pero los estadounidenses deberían tener mucha desconfianza de los políticos que prometen soluciones militares simples y rápidas en cuanto al problema de ISIS. Desafortunadamente, eso es exactamente lo que parece estar sucediendo.

El miércoles, el exgobernador de Nueva York, George Pataki, argumentó que debía haber una postura militar más agresiva contra ISIS, pero explicó que él no “quiere que los vean desplegando a millones de soldados, invirtiendo 10 años y un billón de dólares para tratar de crear una democracia sino que envíen tropas, destruyan los centros de entrenamiento y destruyan los centros de reclutamiento”.

No se tiene exactamente claro lo que Pataki quiso decir con esto, aunque a simple vista, podría parecer una posición intermedia: una postura militar más agresiva, pero sin metas políticas presuntuosas que fueron la característica distintiva de la primera invasión de Iraq. El problema es que a pesar de que se oye bien, enmarcar las posibilidades como estas crea una opción que no es realmente viable.

Una expansión relativamente menor de la misión militar de Iraq no permitirá derrotar a ISIS. Sin embargo, lo que posiblemente signifique esto es que matarán a los estadounidenses. Y eso también es una fórmula para que la misión se dirija lentamente hacia un compromiso militar más prolongado y extenso.

Estados Unidos cuenta con una potencia militar para aplastar a ISIS en el campo de batalla, pero solo debemos hacerlo sabiendo con claridad que es posible que sea una batalla larga, sucia y costosa.

Durante “el aumento repentino” de las tropas estadounidenses en Iraq en el 2007, Estados Unidos contaba aproximadamente con 150.000 estadounidenses en tierra para combatir contra el predecesor de ISIS y convencer a los sunitas de Iraq a que abandonaran el grupo, el cual se autodenominó el Estado Islámico de Iraq.

Pero cuando el Estado Islámico de Iraq –conocido anteriormente como Al Qaeda en Iraq– se puso a la defensiva, tres años después aún tenía 800 miembros y era uno de los grupos terroristas más poderosos del planeta.

Cinco años más tarde, él mismo se autodenominó ISIS y estaba de nuevo a la ofensiva, en gran medida porque el primer ministro iraquí, Nouri al-Maliki, tomó medidas enérgicas con los sunitas de Iraq al punto que muchos que habían abandonado el Estado Islámico de Iraq corrieron de regreso a los brazos de ISIS.

El ISIS actual es significativamente más fuerte que lo que era el Estado Islámico de Iraq en 2007: tiene más soldados, está mejor organizado y opera en un área mucho más extensa en ambos lados de la frontera entre Iraq y Siria.

Se necesitaron 150.000 estadounidenses para acorralar al Estado Islámico de Iraq en el 2007; ¿cuántos necesitará actualmente?

Estados Unidos no debería descartar ninguna opción para enfrentar a la organización que ha crecido para convertirse en una extremadamente peligrosa… incluyendo operaciones militares a gran escala.

Sin embargo, ninguna opción ofrecerá seguridad a largo plazo si no existe más estabilidad política, tanto en Iraq como en Siria.

Hemos comprobado qué sucede cuando una solución militar no está respaldada con una estrategia política integrada (esto es, sostenible): se llama ISIS, y actualmente nos estamos enfrentando a eso.

A la larga, cualquiera que sea el curso de acción que tomemos para confrontar a ISIS, los estadounidenses necesitarán mantenerse en el mismo a largo plazo.

Gran parte del fracaso con la guerra en Iraq es que a los estadounidenses se les prometió una lucha relativamente sencilla; sin embargo, la guerra se ha prolongado más y más. La guerra en Iraq no era la pelea en la que los estadounidenses se alistaron.

Los líderes políticos necesitan aprender de esa experiencia: a los estadounidenses no los convencerán con un cebo para hacerlos cambiar. Esa es una fórmula para un costoso fracaso.

Por supuesto, los estadounidenses no necesariamente tienen que estar de acuerdo en relación al mejor método para luchar contra ISIS. Pero lo que debemos comprender acerca del conflicto que arde furiosamente en Iraq y Siria, es que está basado en la disfunción política y tomará mucho tiempo solucionarlo.

Así que, mientras nos dirigimos a la temporada de campañas electorales, nuestros líderes políticos, en lugar de hacer promesas vacías sobre arreglos a corto plazo, deben optar por enfocarse en armar de valor al pueblo estadounidense para ese esfuerzo más prolongado.

Esperemos que los votantes, ya sean democráticos, republicanos o independientes, recompensen a los candidatos que lo hagan así.