(CNN) — Una combinación de fuerzas iraquíes convergió en Ramadi en un esfuerzo por revertir la exitosa toma de la ciudad por parte de ISIS.
El primer ministro de Iraq, Haider al Abadi, prometió un contraataque “en unos cuantos días”, mientras el gobierno busca lidiar con el episodio más humillante en su guerra contra ISIS desde que Mosul cayó hace casi un año.
ISIS ha tenido un mes exitoso, tanto en Iraq como en Siria. La captura de Ramadi y Palmira, en Siria, se deben a sus tácticas y su estructura, a la debilidad o el agotamiento de sus oponentes y al apoyo o la presencia de suficientes sunitas en ambos países. También podría haberse beneficiado, de acuerdo con algunos analistas, de las descaradas luchas por el poder en Bagdad.
No obstante, tomar Ramadi y conservarla son cosas completamente diferentes. Las pruebas de batallas previas indican que ISIS no es tan bueno para la defensa como para la ofensiva y las fuerzas iraquíes siguen siendo superiores en número. Pero entre más tiempo se atrincheren los combatientes de ISIS en cualquier parte, más difícil será expulsarlos; las Fuerzas de Seguridad de Iraq (FSI) claramente no son capaces de encargarse de la misión por sí solas.
En Siria, la toma de Palmira da a ISIS acceso a los caminos principales hacia Homs y Damasco y a los campos petroleros cercanos. También sirve como confirmación de que ISIS optó por concentrarse en el territorio que está bajo el control del régimen de Al Asad, en el oeste y el centro de Siria, luego de una serie de derrotas a manos de las fuerzas kurdas del norte que cuentan con el respaldo de las fuerzas aéreas de la coalición.
‘Impactar y asombrar’
El término se acuñó en 2003 con el fin de describir el poderío tecnológico de la invasión de Estados Unidos en Iraq. Pero también puede aplicarse a la forma en la que ISIS se conduce en el campo de batalla y ataca al enemigo con una gran fuerza explosiva.
En febrero, los comandantes kurdos que estaban cerca de Mosul dijeron a CNN que ISIS había enviado más de una docena de pipas de combustible como enormes bombas suicidas hacia sus posiciones. Usaron una táctica similar para romper las líneas de defensa de las FSI en Ramadi.
Michael Knights, analista del Instituto Washington para las Políticas de Cercano Oriente que ha pasado mucho tiempo en Iraq, dice que “no sorprende que las FSI en Ramadi sucumbieran al golpe contundente, es decir, a veintiocho coches-bomba en tres días —incluidos seis enormes camiones blindados de quince toneladas usados como bombas—, en un solo ataque”.
También se rumoró que miles de combatientes de ISIS habían llegado a Ramadi procedentes de Siria, que probablemente se desplegaron porque ISIS usa constantemente las redes sociales para sembrar el terror.
La amenaza de ISIS tiene otra dimensión psicológica: los soldados enemigos saben que los matarán a sangre fría —probablemente de formas grotescas— si los capturan. Fueron despiadados con los soldados enemigos y con otros adversarios en Tikrit, en junio de 2014; en los alrededores de Hit, a principios de este año, y en Palmira, en Siria, la semana pasada. Las ejecuciones sumarias en masa son parte de su estilo de guerra. Tras tomar una base militar siria cerca de Raqqa, en julio de 2014, decapitaron a docenas de soldados sirios y publicaron videos del acto barbárico.
Según el Observatorio Sirio para los Derechos Humanos, emprendieron un reinado del terror parecido en los alrededores de Palmira: han ejecutado a cientos de soldados capturados y a simpatizantes del régimen.
Un nuevo estilo de guerra
Los analistas militares están impresionados por las tácticas militares y la flexibilidad de ISIS. Un alto mando kurdo dijo a CNN a principios de este año que era un enemigo “formidable” que exigía respeto. Cuenta con comandantes experimentados y conocedores de la región que sirvieron en las fuerzas armadas de Saddam Hussein, así como veteranos de las guerras de Chechenia y Afganistán.
ISIS ha perfeccionado el arte de “despistar” al enemigo con ataques señuelo complejos y señales contradictorias sobre sus intenciones, con lo que ha llevado a sus enemigos de un lado a otro. Mientras se preparaban para atacar Ramadi, también emprendieron operaciones ofensivas en los alrededores de Baji y en el norte de Bagdad, con lo que desviaron o retrasaron a los refuerzos de las FSI para Ramadi.
Pocos analistas esperan que ISIS ataque Bagdad. Saben que sería una misión imposible por su número de combatientes y la vasta población chiita de la capital. Pero una campaña devastadora de ataques suicidas y de ataques en los alrededores de la ciudad (en los alrededores de Abu Ghraib, por ejemplo), mantendría aún más ocupadas a las fuerzas iraquíes.
Metin Gurcan, analista turco, destacó “el mando fluido y descentralizado (de ISIS) y su estructura de control; las tácticas militares híbridas novedosas que combinan las tácticas de guerra convencional con las tácticas terroristas, (y) el uso efectivo de plataformas armadas en las operaciones ofensivas”.
Recientemente han usado esas tácticas en el centro de Siria, empezando por las emboscadas estilo insurgencia a tropas del gobierno para detectar debilidades y matar a los cautivos. Luego, a mediados de mayo, emprendieron una ofensiva más convencional para tomar territorios.
También es más difícil ubicar a ISIS porque sus unidades son muy pequeñas y veloces. Gurcan dice que frecuentemente despliega “equipos de entre ocho y diez hombres que ejecutan operaciones de inspección y captura edificio por edificio, manzana por manzana en terrenos urbanos”.
Débiles divididos y desconfiados
Tanto en Iraq como en Siria, ISIS es uno de los elementos más disciplinados del campo de batalla. Entre sus oponentes están las coaliciones de facciones rebeldes sirias; las fuerzas armadas sirias que se desintegran en su cuarto año de guerra, y un Ejército iraquí debilitado.
Parece que ISIS calculó que a causa del agotamiento y la deserción en las fuerzas armadas sirias, este es el momento ideal para concentrarse en atacar al régimen más que en una guerra desgastante contra los kurdos del noroeste y en las batallas fratricidas contra otros grupos yihadistas como al Nusra. Aunque no hay indicios de que las fuerzas armadas sirias quedarán sobrepasadas, ciertamente están bajo presión. El régimen empezó a combatir la deserción y a compensar a las familias de los soldados muertos en combate. También confía más que antes en la milicia chiita libanesa Hezbollah y en el respaldo de Irán.
La ventaja de Iraq
En Iraq, las unidades que tienen la misión de defender Ramadi superaban en número a ISIS. Sin embargo, las pruebas indican que la combinación de fuerzas (Policía, milicias tribales y el Ejército) tenía un mal mando, su estado de ánimo estaba decaído y, en algunos casos, estaban mal equipados.
“En los 11 meses que han pasado desde que Mosul cayó, solo se han levantado unas cuantas fuerzas poco numerosas en Ramadi: una brigada débil de 2,000 policías federales y una nueva unidad de 1,000 paramilitares tribales”, dice Michael Knights.
Los combatientes tribales sunitas están motivados a defender Ramadi, pero no estaban bien integrados a las otras unidades y les faltaba el armamento antitanque necesario para lidiar con los camiones-bomba de ISIS. Las tribus sunitas pasaron un año pidiendo más armas al gobierno federal… con poco éxito, dicen, a pesar de las constantes promesas.
Algunos observadores creen que no es accidental que no se hayan entregado armas a las milicias sunitas. Creen que sencillamente a algunos políticos chiitas no les importaba que Ramadi cayera porque no representaba amenaza alguna al territorio chiita. Tampoco querían que las tribus sunitas se transformaran en unidades de combate efectivas. Recuperar Ramadi dependería entonces de desplegar a una milicia chiita conocida como Unidades de Movilización Popular, algo que el primer ministro Abadi ha tratado de evitar.
“El impacto que causó la caída de Ramadi ayudó a dar el último empujón para poner fin a la resistencia de Estados Unidos y de Abadi a incorporar a las milicias a las fuerzas de seguridad iraquíes y al mismo tiempo conservar su estructura intacta”, de acuerdo con el sitio Middle East Briefing.
Eso es exactamente lo que está ocurriendo: las milicias chiitas están tomando la iniciativa para rodear Ramadi y para prepararse para expulsar a ISIS de la ciudad de Baji y de la refinería que está más al norte.
Sin embargo, ISIS se aprovecha de que los sunitas de Iraq desconfían del gobierno de Bagdad.
Los sunitas están entre la espada y la pared
El que decenas de miles de civiles sunitas hayan huido de Ramadi hacia un destino incierto en el desierto abrasador es un buen indicio de que la mayoría le tiene pavor a ISIS. Pero al mismo tiempo, algunas tribus sunitas dudan en luchar por Iraq.
El viceprimer ministro de Iraq, Saleh al Mutlaq (quien es sunita), dijo el lunes 25 de mayo a CNN: “¿Después de esto, qué? ¿Van a vivir en una zona que se reconstruirá? ¿Habrá reconciliación? ¿Los incluirán en el gobierno?”.
Los políticos estadounidenses ven el mismo dilema. Como dijo esta semana un algo funcionario estadounidense: “La integración rápida de las tribus sunitas a la lucha, junto con otras fuerzas iraquíes, es esencial ya que serán los más interesados en luchar por sus territorios”.
ISIS aún puede gobernar
A pesar de los cientos de ataques aéreos contra su infraestructura militar, ISIS sigue funcionando como un gobierno rudimentario en ciudades como Mosul y Tal Afar en Iraq y Raqqa en Siria. Proporciona seguridad —en sus propios términos— y servicios básicos, además de que ha mostrado ser capaz de recaudar dinero para financiarse. Constantemente publican videos de “la vida normal” en lugares como Mosul: calles ordenadas, mercados en funcionamiento, hospitales abiertos. La realidad seguramente es menos amable, pero a un año de haber caído en manos de ISIS, Mosul aún tiene más de un millón de habitantes.
Los ataques aéreos han degradado el control de ISIS sobre los campos petroleros y gaseros de Siria e Iraq, pero ISIS sigue tomando fuentes de energía: el caso más reciente fue la toma de los campos gaseros sirios de al Hil y al Ark, además de unas minas cercanas de fosfato. También han desarrollado un lucrativo tráfico de antigüedades en el mercado negro.
ISIS también concentró sus esfuerzos en el alto Éufrates y en el río Tigris y ahora controla grandes tramos de ambos ríos, recursos esenciales tanto para Iraq como para Siria. Si ISIS se toma en serio el volverse un Estado autosustentable, el acceso al agua es vital.
Aprovechándose de los enemigos
ISIS puede apuntalar su control de territorios, tanto en Siria como en Iraq, porque puede aprovecharse de los diferentes enemigos con diferentes objetivos y mover combatientes y provisiones a través de las fronteras internacionales. En septiembre de 2014, perdieron el cruce de Rabia entre Siria e Iraq, al norte de Mosul, pero lo compensaron con el fortalecimiento de su control en Anbar y al tomar el último puesto fronterizo que el gobierno sirio aún controlaba en al Tanf.
Jessica McFale, del Instituto para el Estudio de la Guerra, escribió que aunque los iraquíes expulsaran a ISIS de Mosul (ciertamente un objetivo lejano), “ISIS será una amenaza permanente a Mosul si persiste su dominio en el desierto de Jazeera, en el oeste de Iraq. Este es un desenlace seguro mientras ISIS controle el este de Siria”.
Sin embargo, la defensa de ISIS es vulnerable
El deseo de ISIS de atacar (incluso cuando está defendiendo sus triunfos) podría ser su talón de Aquiles. Ha enviado soldados a situaciones fútiles (en los alrededores de Kobani en Siria en 2014 y en Eski Mosul en enero de este año) aunque las probabilidades estaban en su contra. Sin embargo, en otras ocasiones (notablemente en Tikrit) terminó retirándose para salvar a sus hombres y usaron francotiradores, docenas de explosivos improvisados y barricadas (puentes derribados, trincheras y barras de contención) para frenar el avance del enemigo.
Michael Knights dice que ISIS sufre de “‘agitación táctica’ crónica, una necesidad casi patológica de tomar la iniciativa y atacar al enemigo” aun cuando era muy improbable que tuviera éxito, como ocurrió en las regiones kurdas a principios de este año.
Metin Gurcan escribió en el sitio Al-Monitor que hasta ahora ISIS se ha beneficiado de la falta de cercanía en la coordinación de los ataques aéreos y de las operaciones terrestres de importancia. Recomendó “un apoyo aéreo cerrado que solo puede proporcionarse a través de la colaboración intensa entre las tropas terrestres y las unidades aéreas”. Pero eso conllevaría riesgos y un compromiso que se ha evadido hasta ahora.
También tiende a abarcar más de lo que puede controlar
Cuando las unidades de ISIS avanzaron rápidamente por Iraq en 2014, tomaron miles de kilómetros cuadrados de territorios kurdos que a final de cuentas no pudieron conservar. En vista de la cantidad de combatientes y de su amplia distribución geográfica, tanto en Iraq como en Siria, el grupo es propenso a abarcar más de lo que puede controlar, a que se corten sus líneas de comunicación y a que se dividan sus territorios, particularmente por su intención ambiciosa de avanzar hacia el centro de Siria, zona rodeada por un mosaico de facciones más complejo.
Aunque se aceptaran los estimados más altos sobre la capacidad de combate de ISIS —unos 100,000 combatientes, de acuerdo con algunos observadores iraquíes— es una zona muy extensa para conservar y gobernar.
Si la cifra real es mucho menor, como indica una fuente de información de inteligencia estadounidense, parece que la tarea es insostenible, especialmente si son precisos los cálculos de Estados Unidos sobre la muerte de unos 6,000 combatientes de ISIS en los ataques aéreos que se llevaron a cabo entre agosto y enero.
No hay duda de que la dirigencia de ISIS sigue decidida a extender su califato en Iraq y Siria, lo que consideran un paso hacia una presencia regional más amplia. Frecuentemente hablan de “permanecer y expandir” en sus publicaciones. Pero combate desde los suburbios de Bagdad y los límites de Damasco, en la frontera de Siria con Turquía y Líbano. Según el Observatorio Sirio para los Derechos Humanos, ISIS controla unos 95,000 kilómetros cuadrados en Siria.
Ubicación, ubicación…
Y su credibilidad depende de conservar las ciudades. Un califato que comprenda a Mosul, Raqqa, Ramadi y Palmira exige una atención que no exige un califato limitado al desierto de Anbar. Además, conservar y administrar las ciudades requiere grandes cantidades de recursos, a menos que los habitantes se vayan o los expulsen.
ISIS aún debe conservar una zona densamente poblada ante una ofensiva terrestre concertada. Defender Ramadi podría ser la prueba más dura. Mucho depende de la integración de la milicia chiita Hashd a la contraofensiva iraquí y de la cooperación con los combatientes sunitas poco equipados para recuperar su territorio (el que en un principio dieran a la operación el nombre de un personaje religioso chiita muy venerado no es el mejor de los presagios).
Aunque se pudiera recuperar Ramadi, será un gran desafío persuadir a los desplazados de que regresen a casa, establecer un gobierno y brindar servicios. ISIS tiene la política deliberada de destruir los lugares de los que se retira. Pero si no se está a la altura del desafío, ISIS volverá.