(CNN) — Si lo ves jugando con su papá en el jardín trasero, Alasdair Howell podría parecer como cualquier otro niño de 10 años.
Pero las manos que utiliza para lanzar la pelota, un día podrían valer millones.
El niño prodigio empezó a tocar el piano cuando tenía tres años, a los seis se presentó en el prestigioso Royal Festival Hall de Londres, y ahora que apenas ha llegado a la edad de dos dígitos, ha sido nombrado por el célebre pianista Lang Lang como una futura estrella.
“Es un hobby, pero me gusta mucho y creo que es parte de mí”, dice Howell, quien practica su arte de una hora y media a dos horas al día.
Sus presentaciones públicas empezaron antes de que pudiera sentarse en el banco del piano fácilmente, pero su compostura ante el instrumento dejó una impresión duradera en la audiencia… y en Lang.
“Vi a este pequeño bebé sentado en el piano, y sus manos casi eran como las de Chopin. Tocó para mí, él era muy pequeño… y pensé que era un niño muy lindo y que tenía potencial”.
El futuro de Howell se encuentra, literalmente, en sus propias manos, y eso significa cuidar de ellas, incluso cuando juega en el jardín.
“No hemos hablado de asegurarlas”, dijo el padre de Alasdair, Richard. “No sé qué tan práctico será, pero sin duda me preocupo por ellas”.
“Hemos patinado un par de veces y eso simplemente me aterroriza; me preocupo por sus manos y le digo que no se puede convertir en un bateador de cricket, tiene que tener cuidado con sus manos”.
Y no son solo sus manos las que sienten la presión; existen otros efectos secundarios de ser una estrella infantil.
“Una vez eres un niño prodigio, eso significa que tus padres y maestros probablemente te pondrán más atención que a otro niño”, explica Lang.
“Cuando recibes mucha atención es algo bueno, pero también crea presión”.
Lang Lang se ha convertido en una superestrella mundial a través de una combinación de su impresionante talento y personalidad extravagante.
Él es uno de los pocos artistas clásicos de hoy que puede llenar salas de conciertos alrededor del mundo; se presentó para presidentes, primeros ministros y una audiencia global en los Juegos Olímpicos de Beijing.
Lo que ha llegado a conocerse como el “efecto Lang Lang” inspiró a millones de niños chinos a empezar a tocar el piano.
Él alberga una pasión para transmitir su entusiasmo por el instrumento y su música a una generación más joven por medio de su trabajo como embajador de UNICEF y su propia fundación de música.
“Cuando veo a esos niños tocando en el escenario o en la clase me emociono porque realmente me trae recuerdos. Tengo muchas ganas de ayudarlos a lograr sus sueños, porque sé que antes teníamos el mismo sueño”.
Los jóvenes músicos como Alasdair sostienen las esperanzas de la industria discográfica respecto a que la música clásica desafiará a los pesimistas y asegurará un futuro brillante para esta rica herencia musical.
“Creo que hasta dónde llegue Alasdair realmente va a depender de él”, dice su padre, Richard. “Solo podemos llegar hasta cierto punto para apoyarlo, y tiene 10 años ahora, como lo dijo Lang, las edades de 10 y 20 años es vital para el desarrollo de cualquier músico”.