(CNN) – El consejo estándar: nunca lo hagas. A menos que alguien muera. Entonces está bien.
Cuando se trata de llorar en el trabajo la suposición por defecto es que hacerlo hará que la gente piense que eres débil si eres hombre y demasiado emocional si eres mujer.
Pero hay una nueva escuela de pensamiento emergente: somos humanos. Sucede. Y los líderes más inteligentes lo entienden.
“Las emociones no son realmente permitidas en las empresas estadounidenses”, dijo la exejecutiva de Recursos Humanos Cynthia Shapiro, autora de Corporate Confidential.
Bueno, algunas sí.
Por un lado, los empresarios quieren que aportes pasión a tu trabajo. Sin embargo, esperan que dejes tus emociones más negativas en la puerta. (Excepto la ira, que a menudo es más aceptable en situaciones de alta presión que las lágrimas).
“Es una locura. Hemos construido este mundo falso y raro”, dijo Jim Whitehurst, presidente ejecutivo del fabricante de software de código abierto Red Hat y el exdirector de operaciones de Delta Airlines.
Si quieres la inspiración, la emoción y el entusiasmo de un empleado, por definición, quieres a alguien que sea emocional y todo lo que ello implica, según Whitehurst, que acaba de escribir The Open Organization: Igniting Passion and Performance.
Las lágrimas pueden ser un indicador de que alguien está totalmente interesado en su trabajo.
“Alguien que no está comprometido nunca llorará en el trabajo. Alguien que sí, entrará en la zona roja en algún momento”, dijo la psicóloga organizacional Liane Davey.
Pero más que eso, hay valiosa información de negocios que puede ser ser cosechada cuando alguien llora, dijo Davey, quien ayuda a equipos ejecutivos corporativos disfuncionales a trabajar mejor juntos.
“Las lágrimas son datos emocionales”, dijo. Son una señal de que algo realmente importante está pasando.
Davey cuenta la historia de una ejecutiva de una empresa de tecnología que acabó llorando de frustración frente al presidente ejecutivo y sus colegas. Toda la atención y los recursos estaban siendo dirigidos a una pequeña división de la empresa, mientras que la división dirigida por la ejecutiva frustrada —que era la fuente de ingresos más grande— recibía poco reconocimiento. Eso le dificultaba hacer que su equipo siguiera sintiéndose comprometido y valorado, ya que nadie les lanzaba un hueso.
El CEO y el equipo ejecutivo escucharon su mensaje y terminaron dándole las gracias por ello, dijo Davey.
Las lágrimas, por supuesto, también pueden humanizar. Como ejecutiva de recursos humanos, Shapiro tuvo que despedir a mucha gente a quien había contratado. Terminaba llorando al hacerlo.
Luego se reprochaba a sí misma por ello. “Pero resultó estar bien porque podían ver que me importaba”, dijo Shapiro.
Los beneficios para la salud no deben ser minimizados tampoco. El llanto es la manera del cuerpo de aliviar rápidamente el estrés.
Whitehurst, que estaba en Delta cuando se declaró en quiebra y tuvo despidos masivos, dijo que el proceso habría sido más saludable si sus altos ejecutivos hubieran llorado cuando se sentían abrumados. En cambio, su estrés era expresado a través de dolores en el pecho e insomnio.