Robert John Young es profesor de Conservación de Vida Silvestre de la Universidad de Salford. Las opiniones expresadas en este comentario son exclusivamente las del autor. CNN está mostrando el trabajo de The Conversation, una colaboración entre periodistas y académicos para proporcionar análisis de noticias y comentarios. El contenido es producido únicamente por The Conversation.
(CNN) - Algunos chimpancés salvajes de África occidental son abstemios, mientras que otros son bebedores asiduos dada la oportunidad consumen el equivalente a tres pintas de cerveza lager por día.
Estos hallazgos han sido reportados en un estudio científico que respalda la hipótesis que hay monos borrachos, lo que sugiere que los seres humanos y sus parientes primates se sienten atraídos por el olor del alcohol porque en nuestra historia evolutiva común este indica la presencia de fruta llena de energía, aunque fermentada.
Eso podría ayudar a explicar por qué las personas y algunos primates se vuelven adictos al alcohol.
El último estudio, publicado en la revista Royal Society Open Science, describe cómo un grupo de chimpancés salvajes en Guinea ocasionalmente encontró y allanó los sitios de producción de alcohol de palma.
A menudo bebían desde el desayuno hasta el anochecer aunque, curiosamente, solo en una ocasión se observó que uno de ellos había bebido demasiado.
Como siempre le digo a mi grupo de investigación mientras nos dirigimos a nuestro “happy hour” los viernes, el alcohol en dosis adecuadas aumenta la creatividad y, por supuesto, ayuda a que nos relajemos. Al parecer, los chimpancés también podrían estar regulando su ingesta.
La mayoría de nosotros hemos experimentado las consecuencias de no regular la ingesta de alcohol y me gustaría ilustrar esto en conferencias sobre el comportamiento social, citando un estudio de 1970 en el que se usaron cerdos para estudiar el alcoholismo en los seres humanos.
A los cerdos encerrados en grupos de siete se les dio acceso a una gran cantidad de alcohol tres veces al día. Sin embargo, a diferencia de los chimpancés, estos cerdos se excedieron desde el primer día.
Los cerdos tienen un orden jerárquico bastante rígido, el cual por supuesto es difícil de mantener cuando todo el mundo está borracho.
En ese experimento, después de unos días, el cerdo que era tercero en la jerarquía recobró la sobriedad y se convirtió en el macho dominante del grupo. El cerdo anteriormente dominante, al percibir su pérdida de estatus, también “se rehabilitó” y recuperó su lugar en la cima de la cadena alimenticia.
Esta situación hacía caer de nivel su jerarquía social, a excepción de los que estaban en la parte inferior de la misma que parecían sentir que no tenían nada que perder si se embriagaban.
Por lo tanto —para las especies que necesitan mantener su estatus social y para las que la politiquería es importante— poder controlar su consumo de alcohol es vital.
Los cercopitecos verdes que viven libres en la isla caribeña de San Cristóbal también han desarrollado el gusto por el alcohol y son tristemente célebres por robar los cócteles de los turistas.
Los estudios han demostrado que si se les ofrece la posibilidad de elegir entre el agua azucarada y el alcohol, estos optan por este último. Y beberán lo suficiente para cambiar su comportamiento, pero no lo necesariamente suficiente como para emborracharse.
Volviéndose un poco canallas
Una serie de estudios sobre el consumo voluntario de alcohol en primates y roedores que se ha llevado a cabo en el laboratorio han demostrado que las manipulaciones, como separar a los individuos de su grupo social durante períodos de tiempo considerables, pueden inducir a un aumento significativo en el consumo de alcohol.
Este patrón de conducta de consumo de alcohol puede volverse algo habitual para un individuo que anteriormente ha estado estresado o ansioso. En cierta medida, esto explica por qué las personas podrían recurrir al alcohol… pero no necesariamente beber en exceso. Si bebes en exceso con regularidad, como los cerdos mencionados anteriormente, perderías toda tu posición social.
Por otra parte, los estudios sobre la adicción que utilizan una variedad de medicamentos altamente adictivos a base de morfina, han demostrado que las ratas de un ambiente enriquecido (mucho espacio, estímulos y oportunidades para interacciones sociales) no suelen recurrir a drogas de libre acceso para “doparse”.
Pero las que fueron trasladadas del paraíso de ratas a un ambiente estresante (régimen de aislamiento en una pequeña jaula sin estímulos) donde se volvieron adictas a los narcóticos, por lo general dejaron su adicción. Uno no puede evitar sentir que se pueden aprender lecciones importantes de este tipo de estudios.
La pregunta entonces es, ¿además de los humanos, qué especies —si las hay— beben con frecuencia hasta intoxicarse?
Recuerdo que cuando era niño veía videos de asombrosos elefantes que se habían emborrachado al comer frutas de amarula fermentada. Pero al parecer, este documental era un montaje.
Los fisiólogos han calculado que para que los elefantes se emborrachen tendrían que comer fruta de amarula fermentada a una velocidad cuatro veces mayor que la velocidad de su consumo natural durante todo un día: así que, aunque es posible, es poco probable que eso ocurra con frecuencia.
El bebedor más empedernido parece ser una especie de escandentios de Malasia, que bebe néctar alcohólico natural en dosis que intoxicarían a los seres humanos. Pero ellos no parecen emborracharse, quizás debido a la larga asociación evolutiva entre estos animales y el alcohol.
Todo esto sugiere que si la hipótesis del mono borracho es correcta, es probable que los seres humanos y nuestros ancestros no frecuentaran los bares de la naturaleza.
Pero como señala la primatóloga de Berkeley, Katherine Milton, simplemente pudiera ser que a los seres humanos les gusten los efectos intoxicantes del alcohol, sobre todo porque su uso a menudo es promovido por la cultura y beber en exceso no es mal visto en todas las sociedades.