Con cinco terminales y solo dos pistas de aterrizaje —cada una maneja 19 millones más pasajeros al año que cualquier otro aeropuerto del mundo— Heathrow está perpetuamente congestionado (Marc Forster-Pert).

(CNN) – Mientras ven por las ventanas de la torre de control de Heathrow, Jason Cooper y su equipo deberían estar comiéndose las uñas y limpiándose el sudor de la frente.

En un día cualquiera, ellos tienen el control de una de las pistas más transitadas de los aeropuertos del planeta, ya que deben guiar a decenas de miles de personas en tierra y en el aire.

Un movimiento en falso podría dar lugar al desastre: en el mejor de los casos, la costosa pérdida de un espacio de aterrizaje; en el peor de los casos, una verdadera tragedia para la aviación y una enorme interrupción en el espacio aéreo europeo.

Por lo tanto, es igualmente sorprendente y reconfortante haber visto, durante una reciente visita de CNN, que la atmósfera dentro de la torre de Heathrow, el aeropuerto más grande del Reino Unido, es casi tan tranquila como el movimiento zen.

“Hay presión, pero no estrés”, dice Cooper, quien maneja el Red Watch, uno de los tres grupos de control de tráfico aéreo (ATC) que trabajan en la torre de Heathrow día y noche. “Creo que la mayoría de nosotros disfrutamos la presión”.

Bajo su mando hoy en día hay una mezcla aparentemente jovial de hombres y mujeres de diversas edades, todos vestidos con ropa informal.

Ellos hacen su trabajo de manera calmada y eficiente, hablan por auriculares de radio y ocasionalmente platican unos con otros.

Sin embargo, afuera la actividad es incesante.

Acto de equilibrio en la cuerda floja

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Con cinco terminales y solo dos pistas de aterrizaje —cada una maneja unos 19 millones más pasajeros al año que que cualquier otro aeropuerto del mundo— Heathrow está perpetuamente congestionado.

Aviones como el enorme Airbus A380 se ubican en pistas de rodaje para el despegue, mientras el cielo se mantiene lleno de un interminable desfile de aviones que entran o salen a destinos alrededor del mundo.

Los controladores de la torre tienen la tarea de mantener los embotellamientos en niveles mínimos; se trata de un acto de equilibrio en la cuerda floja que requiere de un impresionante conjunto de dispositivos.

A 87 metros sobre Heathrow, la torre ofrece vistas impresionantes que se extienden por varios kilómetros sobre terreno plano. Incluso en el día nublado para la visita de CNN es posible distinguir las torres del distrito financiero de Londres, casi 30 kilómetros al este, y el castillo Windsor al oeste.

Esa increíble vista —la que Cooper llama “la mejor ventana de oficina” en la región— es una parte esencial del trabajo. Los controladores necesitan una confirmación visual de todos los despegues y aterrizajes, y solo recurren al radar, radio y computadoras cuando el clima complica las cosas.

Dentro de la torre hay dos niveles: un estrado central elevado donde dos controladores de las pistas norte y sur se sientan espalda contra espalda, y un anillo inferior ocupado por los controladores en tierra que se encargan de los aviones desde que arrancan hasta que se ubican en su posición en la pista y vice versa.

(La compañía de control de tráfico aéreo NATS tiene un genial panorama de 360 grados de la torre en su sitio web: http://bit.ly/1Hzo7N7).

Por ley, los controladores solo pueden trabajar por lapsos de 90 minutos puntuados por descansos de media hora durante un turno de seis a nueve horas. Estos períodos de trabajo relativamente cortos los ayudan a enfocarse en la tarea de movilizar la mayor cantidad de aviones tan rápido como sea posible; en un buen día tienen hasta 42 despegues.

Malabarismo mental

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Sus dedos se mueven por las pantallas táctiles mientras los controladores mueven tiras computarizadas (estas solían ser tiras de papel) que representan a los aviones y hablan con los pilotos por la radio.

Deben llevar a cabo un complicado malabarismo mental mientras deciden cómo maximizar los espacios de despegue a modo de que los aviones más grandes no vayan antes de aviones más pequeños que deben esperar más tiempo para que la turbulencia se detenga.

Por la noche hay complicaciones adicionales para guiar a los aviones por las transitadas pistas de rodaje de Heathrow. Esto se hace utilizando una enorme pantalla táctil que los ATC activan para iluminar distintos tramos de la pista; posiblemente se trata de una de las plataformas de control de iluminación más grandes del mundo.

También hay monitores de rastreo que muestran la posición y el movimiento de todos los aviones en tierra, y pantallas que brindan detalles sobre elementos meteorológicos como la dirección del viento y la velocidad.

Cooper enseña una pieza del equipo relativamente nueva llamada TBS —separación con base en el tiempo— que está resultando ser crucial para el flujo del tráfico en Heathrow. En lugar de organizar a los aviones en términos de acercamiento por distancia, toma en cuenta la velocidad del viento y determina con cuántos minutos de diferencia pueden aterrizar de manera segura.

Suena bien cuando las cosas se dan sin problemas, pero ¿qué pasa cuando no es así?

Gran parte de la atmósfera de calma en la torre de control parece deberse a las medidas de contingencia que están en vigor para cuando surgen problemas.

Normalmente cuenta con un exceso de personal en caso de que una enfermedad repentina reduzca los números.

Y, según Cooper, hay dos o tres copias de seguridad de todos los sistemas.

Espacio aéreo reñido

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Si hubiera un corte de energía, la torre tiene un generador de emergencia. Si eso falla hay baterías. Y si ellas no funcionan, el personal puede dirigirse rápidamente otra torre de emergencia que se encuentra cerca en una ubicación secreta.

Los controladores realmente se ganan su dinero (en el Reino Unido son más de 150.000 dólares al año, incluyendo tiempo extra para los ATC de nivel superior) cuando se produce un desastre y sus nervios de acero son puestos a prueba hasta el límite.

Los teléfonos con pantalla táctil en la torre de control cuentan con un botón de gran tamaño de “accidente”, el cual instantáneamente pone a los ATC en contacto inmediato con los servicios de emergencia y los equipos en tierra con los que deben trabajar en caso de importantes incidentes.

Cooper recuerda un incidente de 2013 que involucró un incendio a bordo de un Dreamliner de Ethiopian Airlines que se encontraba vacío y estaba estacionado, lo cual hizo que se cerrara el aeropuerto y dio lugar a una pelea por despejar el espacio aéreo cercano.

“Fue un día muy intenso en la oficina”, dice. “La mayoría de días debemos trabajar arduamente, algunos días más que otros. No te contratan como un controlador de Heathrow y esperas poder subir tus pies durante un par de horas”.

Parece que son pocas las personas adecuadas para el control del tráfico aéreo.

Las especificaciones requeridas son mínimas, pero los ATC necesitan un rango innato de capacidades que les permitan realizar las acrobacias mentales necesarias para mantenerlo todo en movimiento. (Prueba estos juegos en el sitio web de NATS: http://bit.ly/1GyKaTa).

Solo uno de cada 300 candidatos es elegido, pero ellos provienen de todos los ámbitos de la vida. Cooper dice que Heathrow contrata a ATC de veintitantos años que acaban de salir de la escuela junto a miembros del personal que cuentan con varios doctorados.

La capacitación es necesariamente prolongada, y lleva hasta dos años.

Incluso cuando califican, los ACT pueden pasar 18 meses trabajando bajo supervisión antes de que les sea permitido operar solos. Lo mismo aplica para los controladores experimentados que son trasladados a un aeropuerto nuevo.

Y nunca se detiene.

El ‘Xbox’ más genial que existe

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Cooper nos lleva a una insulsa oficina a unos kilómetros de Heathrow donde un simulador casi de tamaño real de la torre de control de Heathrow ha sido construido para ayudar a capacitar y preparar a los ATC y permitirles probar los nuevos aviones y los cambios estructurales del aeropuerto.

Es como una enorme e increíble consola Xbox de 2 millones de dólares con una pantalla de 360 grados.

“La utilizamos para poner a nuestros ATC en situaciones desagradables”, dice Cooper, mientras sus dedos instintivamente tocan la pantalla para alinear a los aviones generados por computadora en la pista de aterrizaje. “Pero tiene que ser relevante, no puedes simplemente venir aquí e incendiar todo solo porque sí”.

El gerente de la simulación, Daniel Johnson, pone a prueba a su torre virtual, al mostrarnos condiciones climáticas desde espesa niebla hasta intensa nieve. Luego nos hace pasar por una extraña experiencia extracorporal e inquietante, al enviar a la torre zumbando por el aeropuerto y sobre Londres.

También tuvimos la oportunidad de autorizar a algunos aviones virtuales para el despegue.

Aunque no es real, hablar con el supuesto piloto (en realidad era Johnson en la habitación de al lado) y mover las tiras del avión en la computadora para hacer que un 787 de Virgin Atlantic despegue del suelo resulta ser una experiencia que pone los nervios de punta.

Cooper no está demasiado impresionado con las enormes brechas que permitimos entre los despegues, pero ofrece algo de consuelo.

“Incluso para nosotros, todos los días es un día en la escuela, en el que aprendes algo acerca de cómo hacer el trabajo de manera distinta”.

“El lugar cambia todos los días y tienes que mantenerte al control de los cambios, pero no me imagino tener un trabajo en el que no sea así”.