Estos botes de pesca son usados por traficantes para transportar miles de niños a las costas de Italia. El capitán de una de estas embarcaciones le dijo a CNN que en las villas cercanas empobrecidas del norte de Egipto, “o se trafica o se muere de hambre”.

(CNN) – El niño de 13 años mira a lo lejos, a la distancia. Es de complexión delgada, con ojos pálidos, casi amarillentos. Cuando lo ves sientes como si él ya hubiera visto demasiado.

Lleva una carga demasiado pesada para su edad… pero a pesar de su terrible experiencia hasta ahora –después de pasar de contrabando desde África hasta Europa y ahora en un hogar de niños–, su futuro podría ser mucho peor dependiendo del camino que decida tomar después.

Una investigación de CNN pasó meses desandando la ruta de contrabando desde Egipto hasta Italia. Luego de hablar con trabajadores sociales y autoridades, niños y padres, existe evidencia de que muchos de los niños fueron introducidos de contrabando en Italia por las mismas redes criminales, las cuales una vez que los introducen al país, los utilizan para actividades ilegales.

La agencia del gobierno egipcio que se encarga de asesorar a los legisladores sobre cuestiones de protección infantil le dijo a CNN que creen que en algunos casos los padres son culpables de la trata, y que pagan para que sus propios y vulnerables hijos sean pasados de contrabando, tan lejos de sus hogares, con la esperanza de asegurar el futuro de la familia.

Entrevistamos a este niño egipcio y a sus amigos en la pintoresca plaza de un pequeño pueblo siciliano.

Ellos vinieron a Italia juntos en un barco contrabandista egipcio. Él tenía 12 años en ese entonces y se metió al barco junto con otros cientos de niños.

Dice que sus padres pagaron 35.000 libras egipcias (aproximadamente 4.500 dólares) por tal privilegio… sin detenerse a pensar en lo que realmente representaría esta experiencia… zarandeado durante nueve días, rodeado de vómito, asustado, sin saber lo que les sucedería cuando llegaran a la orilla.

La corresponsal de CNN Noma Elbagir habla con una madre en Egipto que dice que no sabe qué pasó con su hijo. Unos 2.000 jóvenes de esta aldea están desaparecidos.

Le pregunté qué le diría a todos los chicos que se encontraban en casa, con la esperanza de seguir sus pasos. Dijo que les advertiría que no vinieran pero también dijo que sabía que no lo escucharían.

“¿Por qué lo harían? Yo no lo hice”, dice. “Todos hacen lo que piensan hacer. No escucharán lo que decimos”.

Le pregunté: ¿después de haber sufrido tanto, volverías a hacer el viaje? “¿Qué puedo hacer? Sí. La carga en casa sigue siendo la misma”.

Las autoridades italianas dicen que él es uno entre más de 1.000 jóvenes egipcios refugiados en 100 hogares de cuidado italianos que ahora salpican la campiña siciliana.

Las calles empedradas y la arquitectura del Siglo XVII están sumamente lejos de las aldeas del delta del Nilo, de donde vienen muchos de los muchachos.

Le pregunté a uno de sus amigos si él llama a sus padres y lo que les dice acerca de su vida aquí, y si él les ha dicho qué tan cerca de la muerte estuvo cuando vino.

“No les digo nada, solo hago comentarios amables y les pido sus oraciones. ¿Qué diferencia podría hacer? Ellos me necesitan para generar dinero”.

Madres en Burj Mughayzil, se aglutinan desesperadamente sobre el equipo de CNN para escuchar posibles noticias sobre sus hijos perdidos. Muchas de estas madres han enviado a sus hijos a Italia en barcos de traficantes para que puedan ganar algún dinero y sostener a sus familias.

Estos niños nos dicen que sus padres se endeudaron para juntar el dinero del boleto de su travesía. Ellos lo ven como una inversión en lo que esperan que pueda ser un mejor futuro para toda la familia. Se espera que los niños encuentren trabajo tan pronto como puedan y que empiecen a enviar dinero a casa.

Aquí, en el hogar de cuidado, eso no es posible, por lo que miles de niños desaparecen de las redes italianas de atención social.

El ministro de trabajo italiano dijo que casi 4.000 niños egipcios desaparecieron del sistema de protección.

Todas las autoridades italianas con las que hablamos y quienes trabajan con estos niños nos dijeron que la presión sobre los niños podría ser insoportable incluso para un adulto. Ellos temen las consecuencias que podrían sufrir sus padres si los traficantes no consiguen la totalidad de su dinero, o si luego de haber vendido lo poco de valor que tenían, su inversión no trae ganancias.

Los niños desaparecidos no pueden trabajar legalmente. Los trabajadores sociales nos dicen que, con demasiada frecuencia, estos niños entran al mundo de las drogas, incluso de la prostitución, para poder arreglárselas.

Otro niño con el que nos reunimos en el hogar me pregunta con añoranza sobre Roma, lugar a donde las autoridades italianas dicen que muchos de los niños desaparecidos se dirigen.

Le dije que Roma es un lugar peligroso para que anden los niños solos, especialmente en las calles. Le conté las historias que hemos escuchado sobre los adolescentes egipcios que encontramos en Roma… la explotación y la melancolía.

Los niños egipcios en Roma cuentan historias de amigos que se venden en las esquinas de las calles… pero se les oye de manera sospechosa como si hablaran de sí mismos.

Le dije que es mejor hacerlo todo de manera legal y aun mejor si podía estudiar.

Él escucho cortésmente todo lo que le dije hasta que terminé y entonces me dijo: “Es mejor estar muerto que ser inútil”.